La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

25 de septiembre de 2013

Susana Duijm, Miss Mundo 1955: "Antes la pintaban a uno con delineador el rabito en el borde del ojo, el lápiz labial, un colorete y ya". Susana Duijm también estuvo presente en un almuerzo en la Valencia Cuatricentenaria de 1955.



Susana Duijm: "En mi época no había Osmel"

"Karen me parece una mujer muy hermosa (...) la primera vez que la vi dije: '¡Se parece a Neyla Moronta!'", exclamó la Miss Mundo 1955.

imageRotate
La eterna reina ve positivos los cambios en los concursos (Cortesía)
YOLIMER OBELMEJÍAS |  EL UNIVERSAL
miércoles 25 de septiembre de 2013  07:50 AM
Cuando Susana Duijm, Miss Mundo 1955, vio a Karen Soto inmediatamente dijo: "¡Se parece a Neyla Moronta!", cuenta la primera venezolana y latinoamericana en ser electa la mujer más hermosa del planeta, precisamente, el título que aspira conquistar la zuliana de 21 años, el próximo sábado 28 de septiembre en Indonesia.

-Se coronó Miss Mundo en 1955, pero en aquel momento pocas personas confiaron en que usted ganaría el título. ¿Qué recuerdos tiene de su participación?

-Fue una cosa que yo no esperaba. Primero, porque fui solita y las demás misses, principalmente, Estados Unidos, llegó con un comité de fotógrafos, peluqueras, chaperonas, de todo y las tres latinas estábamos más solas que la una. Yo me equivoqué de fecha, llegué antes de tiempo y agarré publicidad en un periódico que era competidor del concurso. Me sacaban todos los días en primera plana. Yo creo que eso me ayudó muchísimo.

-Pero inicialmente estaba en una posición muy distinta a la de la estadounidense... 

-Sí, pero después llegó un grupo a Londres que fue a buscar un submarino y la tripulación todos los días me mandaba ramos de flores y yo para hacer coco ponía todos los ramos de flores en el pasillo de la habitación (risas).

-Eran tiempos más sencillos... 

-¡Ah no, claro! En esa época no había ni Osmel ni había Organización Miss Venezuela ni cómo te maquillas ni como caminas ni como nada.

-No había ni profesores de pasarelas ni de oratoria...

-No, pero hace poco vi un video donde aparezco desfilando y no vale, yo no desfilaba tan mal (risas).

-En comparación con las participantes actuales... 

-¡Ay no! Yo las veo y me siento enana. Ahorita estaba con Daniela Kosán, Patricia Fuenmayor y María Gabriela Isler, la Miss Venezuela actual, y me sentí enana.

-¿Qué medidas tenía cuando fue al certamen?

-Era súper flaca.

-¿Tenía medidas perfectas?

-No vale, nunca creas en eso. Es el conjunto.

-No se hacían cirugías... 

-No existían cirugías, que yo sepa. Y si las había no estaban al alcance de mi bolsillo.

-Hoy se colocan extensiones y pestañas postizas...

-Antes la pintaban a uno con delineador el rabito en el borde del ojo, el lápiz labial, un colorete y ya.

-Su tipología impactó...

-Era la única con el pelo largo.

-¿Qué aspectos positivos y qué negativos ve en estos cambios?

-Yo pienso que es un motivo para las muchachas para superarse en la manera de arreglarse, de caminar y de explotar un poco la imagen. Todas las niñas desde chiquitas sueñan con ser Miss Venezuela. Y si no son las madres, entonces, quieren que las hijas sean Miss Venezuela.

-¿Ha visto a Karen Soto, nuestra representante este año en el Miss Mundo? 

-A primera vista tiene muchos rasgos de Neyla Moronta.

-¿Cree que tenga chance de ganar? 

-A mí me parece una mujer muy hermosa, tan es así que la primera vez que la vi dije: '¡Oye, se parece bastante a Neyla!', pero con la diferencia de que ella era blanca y ésta es morena.

-¿Cuál es el tipo de belleza que busca el certamen? 

-Han sido muy diferentes los tipos, una china, una hindú, una sueca, una noruega, una puertorriqueña, Pilín León también tiene un tipo diferente al mío. Yo pienso que es cuestión del gusto de los jueces que estén ese día.

@yolimer

Desde Los Disidentes a la Galería Cuatro Muros, de la síntesis de la artes en la Ciudad Universitaria como espacio germinal de sus policromías, la obra del maestro Mateo Manaure es de peso para la plástica venezolana y parte de ella ha sido revisada en el libro Columnas policromadas, editado por Juan Pablo Muci y Federico Pacanins.

Columnas policromadas, el libro que expone la voz de un disidente

Mateo Manaure / Manuel Sarda
Mateo Manaure / Manuel Sarda
En su texto introductorio Juan Pablo Muci explica que el proyecto surgió a partir de una pregunta: al ver cómo el concepto de tablón o columna policromada se incrustó en la Venezuela del cincuenta

Desde Los Disidentes a la Galería Cuatro Muros, de la síntesis de la artes en la Ciudad Universitaria como espacio germinal de sus policromías, la obra del maestro Mateo Manaure es de peso para la plástica venezolana y parte de ella ha sido revisada en el libro Columnas policromadas, editado por Juan Pablo Muci y Federico Pacanins.

Cuando la primera impresión cuenta
Hay casos en los que las primeras impresiones son categóricas y este es uno de ellos. Es probable que entre los propósitos de los editores de Columnas policromadas. Mateo Manaure estaba el de conquistar al lector desde el primer momento en que tuviera este libro en sus manos, o ante sus ojos. Entonces, la tarjeta de presentación ya no sería sólo el tema que abordarían sino que buscaron un valor agregado: estar a la par de la estética manaurista. Cada detalle se ha cuidado. Su portada es de tapa dura, el título –casi minimal– está acompañado a un costado del colorido de una de sus Columnas de 2012 y cada página ha sido sumamente cuidada con el color como elemento predominante. Su contenido, tanto de imagen como de texto, crea un conjunto que da la sensación de geometrización. 
En su texto introductorio Juan Pablo Muci explica que el proyecto surgió a partir de una pregunta: al ver cómo el concepto de tablón o columna policromada se incrustó en la Venezuela del cincuenta, ¿sería posible que estas formas sean hoy un aporte venezolano al arte latinoamericano? De allí se inició una investigación en la cual Pacanins y Muci se sintieron cada vez más interesados. “Lo cierto es que de a poco el tema nos atrapó. Las preguntas iniciales dejaron paso a una observación importante: de todo el grupo mencionado anteriormente, sólo Otero y Manaure fueron fieles al concepto aun años después. Y resulta que para despejar incógnitas teníamos a mano a uno de los protagonistas para ser sujeto de interrogación. Así, entre grabadores, cámaras de video y largas sesiones de trabajo con el maestro Manaure, Federico y yo obtuvimos por fin la arcilla de donde modelar este proyecto”. De la naturaleza dinámica que tiene todo proceso vivo –y que se vive–, la pregunta inicial fue perdiendo peso y el propósito originario derivó hacia “el recuento de un artista que (…) coadyuvó para que las policromías fueran algo natural en las paredes de una ciudad con pretensiones de modernidad”. 
Esta edición independiente partió de una urgente pasión por dar a conocer una vida impresa –como nos ha comentado Federico Pacanins– y ha nacido del trabajo de un equipo amplio. Estos investigadores no sólo crearon un discurso en torno a la obra de Manaure desde el texto y la obra plástica, sino que adjuntaron un DVD que recoge testimonios y anécdotas en la voz del artista. Columnas policromadas es el resultado de “un todo complementario a la visión del maestro Mateo Manaure y su obra que Juan Pablo Muci y yo quisimos compartir más como apasionados manauristas, que como productores independientes en busca de otro tipo de notoriedad”, complementa el editor.

Voces disidentes
La anécdota curiosa, confesiones, historias de vidas y algunas infidencias protagonizadas por Manaure y por destacados de nuestro país cercanos al artista como Alejandro Otero, Carlos Raúl Villanueva, Carlos González Bogen, Pascual Navarro, Luis Guevara Moreno, entre otros, vienen a la luz como pequeños recuerdos que unidos en una sola narración, la del libro, hablan de una historia en la que confluyen varias aristas: la de las vivencias del artista, la de la abstracción como movimiento hito del arte venezolano, la de Venezuela paradójica en tiempos de búsqueda de modernidad y la de estos artistas descontentos con el país que les tocó vivir. 
Columnas policromadas publica ad hoc el Manifiesto que, en 1950, Los Disidentes clamaron en París: “Nosotros no vinimos a París a seguir cursos de diplomacia, ni a adquirir una ‘cultura’ con fines de comodidad personal. Vinimos a enfrentarnos con los problemas, a luchar con ellos, a aprender a llamar las cosas por su nombre, y por ello mismo no podemos mantenernos indiferentes ante el clima de falsedad que constituye la realidad cultural de Venezuela. (…) Hemos querido decir ‘NO’ ahora y después de Los Disidentes. (…) El ‘NO’ venezolano que nos cuesta tanto decir. (…) Decimos ‘NO’ de una vez por todas; al consumatum est venezolano con el que no seremos nunca sino una ruina”. 
Este Manifiesto se cuela mientras leemos a Manaure contar historias, interpretar su estética y trasladarnos a sus propias vivencias. Su voz se despunta como heredera de las abstracciones lírica y geométrica en Venezuela y atestigua el transitar de intelectuales venezolanos en busca de una ansiada modernidad para lo cual el arte era el punto de partida esencial. Esa voz disidente que participó en la fundación del Taller Libre de Arte (1948), del movimiento Los Disidentes (1950) y de la Galería Cuatro Muros junto con Carlos González Bogen (1952) (galería que destaca por haber sido de las primeras en exponer arte abstracto en Venezuela), es la de Mateo Manaure. Ese ímpetu modernista que poseía a mediados del siglo XX parecería no aceptar cansancios sino, al contrario, aboga por la continua investigación y revisión de su arte dentro de lo cual se reconoce hoy como un “rebelde con causa”.

Palabra y plástica
Al inicio del texto Juan Pablo Muci enfatiza en que se trata de una revisión de las Columnas policromadas y, en ese caso, el guión es fundamental pues simboliza el proceder sentido por Manaure en esa búsqueda que mentalizó desde 1997: tomar las maquetas en las que había estado trabajando desde los cincuenta y reinterpretarlas. Esta labor dio el posterior paso a lo que el artista denominó Alfabeto cromático, es decir, llenar de mayor vitalidad y violencia a colores puros. En este punto el arte plástico se ha convertido en palabra y viceversa.
Aunque las columnas policromadas dan el nombre al libro, éste en su totalidad es un homenaje al maestro Mateo Manaure. Homenaje en el que ha participado activamente. Es una investigación que no ha desaprovechado relatos del maestro en torno a cómo supo desde niño que sería pintor y a cómo esas palabras se fueron convirtiendo en acciones hasta que alcanzó constituirse en arte: esa propuesta plástica que se fue enriqueciendo con las posibilidades de las experiencias y las aperturas de los contextos. Por eso, y como su lenguaje primordial ha sido la pintura, el grueso del texto lo componen las Columnas: colores puros que van buscando el equilibro entre si para crear otros espacios y formas; vemos más de cien columnas reproducidas. Pero quizá lo más valioso del texto sea la cronología ofrecida casi al final de la obra: visualmente es amena pues intercala fragmentos de anécdota y de datos biográficos, fotografías, afiches de exposiciones, portadas de la revista Los Disidentes, notas de prensa del Taller Libre de Artes, su paso por la Bienal de Venecia, etc. Es una recolección de archivos valiosa. También incluye una cronología de sus exposiciones individuales y colectivas, así como de premios y reconocimientos. El libro cierra con la traducción al inglés realizada por Karen Noguera.
En suma esta obra no sólo contribuye a la construcción de la memoria patrimonial nacional sino que además consiente al lector, desde la vista y desde la información que le está brindando. Además es un homenaje desde la perfección del tiempo porque toma como fuente referencial fundamental la voz viva y testigo de quien la protagoniza. 
El libro
Columnas policromadas. Mateo Manaure
Juan Pablo Muci y Federico Pananins (editores)
Caracas, 2013

Un artista es, antes que nada, un inventor. Esa es la premisa que ha guiado la carrera y la vida de Carlos Cruz-Diez en estas nueve décadas que el caraqueño recién acaba de celebrar en su taller de Panamá.En sus obras, Cruz-Diez propone el color como una experiencia. “Lo que quería era que el color se mostrara haciéndose. Me dije: ¿por qué no que el arte sea realidad. Quise crear un soporte que te de esa noción de realidad, de mutación continua y evolución permanente. Eso tomó tiempo.

Carlos Cruz-Diez asume el arte como invención

Carlos Cruz Diez / Archivo
Carlos Cruz Diez / Archivo
A sus 90 años de edad, el genio del color cuenta que construyó él mismo las máquinas que usa en su taller

Un artista es, antes que nada, un inventor. Esa es la premisa que ha guiado la carrera y la vida de Carlos Cruz-Diez en estas nueve décadas que el caraqueño recién acaba de celebrar en su taller de Panamá. De niño hacía papagayos y juguetes. “La invención no se aprende. Eso es innato. Desbarataba los juguetes que me regalaban y los armaba de otra manera, y funcionaban”, recuerda mientras conversa, sentado en su estudio, en un apartamento ubicado en la Rue Pierre Sémard, en el noveno arrondissement de París.
Esa misma pulsión que lo obligaba a armar y rearmar cacharros lo llevó a fabricarse una cámara minutera. Lo hizo imitando las características del equipo que poseía uno el padre de uno de sus amigos del barrio, que trabajaba en la plaza del mercado en Caracas, reseña Edgar Cherubini en el catálogo de  la exposición Cruz-Diez en blanco y negro, que se exhibe actualmente en el Hotel Tamanaco. Más tarde, el artista, otrora ilustrador de Papel Literario, usó ese ingenio para crear sus propias máquinas industriales, que actualmente le hacen la vida más fácil a él y a sus colaboradores, en La Bucherie, su atelier parisino, donde fabrica las mundialmente famosas Fisicromías.
Una aspiradora convertida en una parte fundamental de la producción de obras de arte suena a idea descabellada, pero no lo es. Hace tiempo que Cruz-Diez desarmó uno de estos aparatos y le encontró un nuevo uso. En su taller también hay cortadoras de aluminio y otros equipos ensamblados pieza a pieza por él. Vistiendo camisa blanca y pantalón negro con tirantes, el creador explica que nunca quiso ser ingeniero, simplemente lo movió la necesidad.
Hacer sus propias máquinas era la única manera de poder poner a prueba sus teorías sobre el color. 
Fue un camino marcado por el ensayo y error. Lo mismo aplica al lenguaje artístico en sí. “En la escuela se aprende un artesanado. Te enseñaban a ver, a dibujar pero no a ser artista”. En su juventud Cruz-Diez sentía que para poder llamarse a sí mismo pintor debía estar al nivel de Arturo Michelena, el académico por excelencia, pero ese ya no era, sencillamente el arte de su tiempo. 
La trampa del realismo social lo desvió momentáneamente del que a la postre sería su verdadero camino: la abstracción geométrica y el cinetismo. Su generación solía creer que el artista era un reportero, un intelectual que tenía que hacer crónica de lo que estaba sucediendo y dejar constancia de lo vivido, de los problemas, de la desigualdad social. “Había que denunciar o enunciar eso. Los cuadros se vendían, pero el entusiasmo que yo tenía al principio, de ir a los barrios a hacer fotografías, a  buscar documentos para hacer un discurso venezolano con el folclore y los problemas sociales no funcionó. Me di cuenta de que esa pintura no era nada, no trascendía, no aportaba nada nuevo al arte y –lo que es peor– tampoco daba solución a los problemas, ni podía competir con el folclore. No era lo mismo oír un tamunangue que pintarlo”. 
El artista vivió un largo periodo de reflexión, en el que se preguntaba qué decir y cómo decirlo. Hasta que un día se dio cuenta que lo importante ya no era pintar bien, ni hacer una temática de denuncia, sino la invención en sí. “Cuando tuve claro que el arte era inventar un discurso e inventar la pintura, porque así lo habían hecho mis predecesores, todo cambió. Y es que Giotto inventa la pintura, Velásquez inventa la pintura, al igual que Mondrian y Picasso. Así que yo también me sentía en la obligación de inventar la pintura. Si quería trascender y dar algo a la sociedad tenía que inventar algo que significara un aporte al espíritu de la sociedad. Dibujar me fascinaba, me ganaba la vida dibujando, pero yo me comparaba con los grandes dibujantes de la historia. Al lado de Picasso ya no se podía hacer más nada, y ni hablar de los anteriores, de los renacentistas, de los manieristas. Todo estaba hecho de la manera más grandiosa”. 
El otro problema que veía Cruz-Diez en su camino era más bien de tipo geográfico. Para la época en que estudiaba en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, los venezolanos aún no figuraban en los libros de historia del arte que sus profesores, encabezados por Antonio Edmundo Monsanto, le daban a leer. Eso le dolía. El artista cuenta que esas ausencias, esa falta de referencias le hacían sentir excluido, en un hueco.

Newton, la manzana y el color 
Fue en el color y no en la forma el campo en el que definitivamente halló su camino como artista moderno. No le cayó una manzana en la cabeza, como a Isaac Newton, pero sí se inspiró en los estudios del físico británico para realizar sus primeras experimentaciones, llamadas Color aditivo. “Cuando dos franjas de tonos distintos se tocan surge otro tono en el medio. Eso lo descubrió Newton. Tuve que informarme muchísimo. No quería fracasar de nuevo. La información la busqué en la física, en la filosofía, en la fisiología de la visión, y me daba la impresión de que todo se había hecho. Como tenía los conocimientos y las teorías me di cuenta que la inestabilidad del color se conocía desde los griegos, pero no se había hecho nada con eso en el campo del arte. El color es una circunstancia. Me dije que eso había que ponerlo de manifiesto”.
Su mayor hallazgo en este campo tiene que ver, indirectamente, con manzanas. Que existan expresiones como “verde manzana” o “rojo sangre” para describir los atributos del color daba cuenta que la humanidad siempre lo vio como un aspecto eternamente atado al objeto. “La dama de la compañía de la forma”, como la llamaban los pintores. Él logró separarlo del soporte, de la tela, lo liberó de la forma. 
En sus obras, Cruz-Diez propone el color como una experiencia. “Lo que quería era que el color se mostrara haciéndose. Me dije: ¿por qué no que el arte sea realidad. Quise crear un soporte que te de esa noción de realidad, de mutación continua y evolución permanente. Eso tomó tiempo. La obra es un soporte de un acontecimiento. Las laminitas, las rayitas fue la manera que encontré para poner en evidencia que el color se está haciendo, que no viene hecho. En realidad, los impresionistas se dieron cuenta mucho antes de eso. Nos favorecieron con sus conocimientos, pintaron la realidad, la verdad de la luz, pero les faltaba la parte del movimiento. Yo tuve que inventar un soporte para hacerlo evidente. El verde con negro hace un rojo que no existe. Se conocía como teoría científica, pero no como discurso de disfrute, perceptivo, y yo, por encima de todo, escogí el color porque me da un gran placer”.

Tras la huella del artista
Museo Carlos-Cruz Diez
En el interior de esta pinacoteca hay una serie de obras donadas por el artista a la colección permanente. La Cámara de Cromosaturación, con sus rojos, verdes y violetas azulados, es la principal atracción. Está ubicado en la avenida Bolívar, en Caracas

Plaza Venezuela
La Fisiocromía homenaje a Andrés Bello forma parte del conjunto de piezas que ambientan el lugar, junto a la fuente luminosa y el Abra Solar de Alejandro Otero. A pocos metros de allí, en la torre La Previsora, se puede apreciar la puerta creada por el artista

Centro Plaza y Quebrada Honda 
En las afueras del edificio se aprecia la Fisicromía Doble Faz, que atraviesa horizontalmente el paisaje urbano de esta parte de la avenida Francisco de Miranda. En el Centro de Acción Social por la Música están las sillas decoradas por el artista

Maiquetía
El piso sirve de soporte a la Ambientación cromática del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, que data de 1974. La pieza abarca aproximadamente 2.608 metros cuadrados y es un icono que despide a los viajeros en el terminal internacional.

Guri
La Ambientación cromática en la Central Hidroeléctrica Raúl Leoni es probablemente su proyecto de obra pública más ambicioso. La primera sala tiene 260 metros de largo por 23 metros de ancho y 26 metros de alto de puro color. La segunda supera los 300 metros de largo.

17 de septiembre de 2013

Régulo Pérez en 1955 representó a Venezuela en la Bienal de Venecia y además ganó el Premio "Arturo Michelena" en 1951 y 1955 años muy importantes del trabajo de Frida en las Juntas Directivas del Ateneo de Valencia.

Una antología celebra la obra figurativa de Régulo Pérez en su Bolívar natal

Los colores intensos y planos son uno de los rasgos distintivos de la obra de Pérez | FOTO CORTESÍA FUNDACIÓN MUSEOS NACIONALES
Los colores intensos y planos son uno de los rasgos distintivos de la obra de Pérez | FOTO CORTESÍA FUNDACIÓN MUSEOS NACIONALES
El pintor oriundo de Caicara del Orinoco exhibe lienzos que reflejan su proximidad con el paisaje

Resumir las seis décadas de trayectoria del pintor Régulo Pérez en 20 obras no es tarea sencilla, pero esa es la apuesta de la antología La rosa de los vientos, que presenta actualmente el Museo Jesús Soto de Ciudad Bolívar. La muestra, que se lee como un resumen y a la vez como un tributo al artista, recorre su producción desde los años cincuenta hasta la actualidad.
Aunque este año el pintor nacido en 1929 en Caicara del Orinoco no celebra ningún número redondo, el museo le dedica una individual para destacar su vínculos con la región y su paisaje, que mantiene a pesar de haber partido a Caracas en 1945 para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas.
La curaduría hace hincapié en piezas clave como El coto de caza, con la que obtuvo el Premio Nacional de Pintura en 1967, así como obras en las que la relación que establece entre el dibujo y el humor gráfico es evidente. La ubicación de sus propuestas en el paisaje guayanés se ve reflejada en creaciones como El lagarto de Sarisariñama, fechada en 1979. “El dibujo es el punto de partida tanto de su obra pictórica como de sus caricaturas e ilustraciones, en las que recrea la cotidianidad del hombre urbano y rural”, se lee en el texto curatorial presentado por la Galería de Arte Nacional, coorganizadora de la muestra.
La GAN recalca asimismo la sensibilidad que tiene el pintor para reflejar la realidad, con todo lo maravilloso y terrible que la compone. Su interés por la naturaleza está patente en piezas como Entrando a Caicara del Orinoco (2013), La autopista de la selva (1976) y La última tortuga del Orinoco (1995). “Sus imágenes, síntesis conceptual de su intencionalidad como artista, cuestionan de manera directa o implícita, con humor y verbo mordaz, lo político, lo social y lo cultural, develando ante el espectador sus monólogos internos para incentivar un diálogo reflexivo”, indica el texto.
El manejo del color plano, sin degradaciones, la precisión de sus líneas y la presencia abundante de detalles y elementos dentro de sus composiciones son dos de los ejes de las pinturas expuestas, que evidencian la constancia de Pérez a la hora de construir un lenguaje propio. En el libro que le dedica la Colección Arte Venezolano del Iartes, la investigadora Tarim Gois señala que el creador tiene el mérito de no plegarse a las modas ni a los dictámenes del mercado. “Este artista nos muestra en sus obras una visión plural y ajena a toda norma académica, su interés en la actualidad política, económica y social lo lleva a buscar intensamente una comunicación entre una realidad expresada a través de la caricatura, el dibujo o la pintura, y el espectador”.
Pérez es uno de los pintores más importantes del movimiento figurativo. Formó parte del Taller Libre de Arte y de Los Disidentes. Se formó en Roma y París. En esta última ciudad estudió pintura mural y litografía. En 1955 representó a Venezuela en la Bienal de Venecia, exposición a la que acudió nuevamente en 1980 junto con Oswaldo Subero. “Con su rica experiencia intelectual nos ha ofrecido  a lo largo de su carrera como pintor, caricaturista, escritor y humorista, una nueva visión plástica de la figuración que logra resaltar lo anecdótico, lo metafórico y lo cotidiano cargado de códigos sociales”, indica Gois.
El artista se ha caracterizado por su facilidad para emplear medios diversos, desde el tradicional óleo hasta la gráfica, la tinta, los esmaltes, el carboncillo y el acrílico. “Ha logrado transmitir  no sólo la denuncia sobre algún aspecto, sino parte de su personalidad sensible, humanista, anecdótica y transparente a través de una diversidad de técnicas con dominio de los medios expresivos, que ha logrado aportar, resaltar y conseguir un renombre importante tanto nacional como internacional dentro de las artes plásticas venezolanas”, escribe Gois.

La rosa de los vientos
Antología de Régulo Pérez
Museo de Arte Moderno Jesús Soto, avenida Germania, Ciudad Bolívar
Horario: martes a viernes, de 9:00 am a 5:00 pm. Sábado y domingo, de 10:00 am a 4:00 pm
Entrada libre

5 de septiembre de 2013

El Ateneo de Valencia luce inerte como una caja de libros que no le dan su valor y que pocos hoy en día conocen lo que significa para el acervo cultural de América latina. Revisando el libro “Rocío” de la poetisa valenciana Carmen Gracián de Malpica nos encontramos una foto histórica de la gran visita de Pablo Neruda al Ateneo de Valencia en 1961.

Notitarde 21/08/2013 
Declamó en el Municipal y visitó el Ateneo

La vez que Pablo Neruda Visito la apacible Valencia



.

Danny Valdiviezo C.
Valencia, 21 agosto 2013.- El Ateneo de Valencia luce inerte como una caja de libros que no le dan su valor y que pocos hoy en día conocen lo que significa para el acervo cultural de América latina. Revisando el libro “Rocío” de la poetisa valenciana Carmen Gracián de Malpica nos encontramos una foto histórica de la gran visita de Pablo Neruda al Ateneo de Valencia en 1961.

La pujante y naciente ciudad industrial recibió al ilustre poeta chileno que fue recibido por el gobernador del estado Carabobo, José Regino Peña.

Estuvo acompañado de su esposa Matilde, paseó por las calles de la apacible capital carabobeña.

Apuntó Tiempo Universitario: en el acto junto a Neruda también estuvieron los poetas José Ramón Medina, y Rafael Pineda.

Pablo Neruda luego se presentó en el Teatro Municipal, declamó: Veinte Poemas de Amor y Una Canción Desesperada y las Odas Elementales, Oda al Aire fue aplaudida por la emoción con que la declamó y no podía faltar la visita a la Universidad de Carabobo, allí repitió Oda al Aire; con autógrafos en los libros, en los cuadernos, apretones de manos y su Canto a América.

Atrapar el movimiento, la luz y el color fue el objetivo que persiguió durante más de seis décadas el artista valenciano Rubén Núñez, cuya obra, proyectada siempre hacia un futuro utópico, se exhibe en una muestra antológica que lleva su nombre.

Una antología recuerda a Rubén Núñez

El artista experimentó con diversos medios y familias cromáticas | FOTOS MANUEL SARDÁ
El artista experimentó con diversos medios y familias cromáticas | FOTOS MANUEL SARDÁ
El fallecido maestro del holocinetismo es protagonista de una gran muestra procedente de Valencia

Atrapar el movimiento, la luz y el color fue el objetivo que persiguió durante más de seis décadas el artista Rubén Núñez, cuya obra, proyectada siempre hacia un futuro utópico, se exhibe en una muestra antológica que lleva su nombre.
Holografías, piezas en vidrio, gráficas, collages, pinturas y dibujos integran el conjunto de piezas que alberga la Sala TAC, con la curaduría de Bélgica Rodríguez. El origen de la selección es el conjunto de obras que se agruparon en una muestra efectuada en el Gabinete del Dibujo y de la Estampa de Valencia hace dos años. Fue la última individual que se le dedicó en vida al artista, fallecido en enero de 2012.
“Núñez exploró muchos medios diversos, fue un gran explorador y un inventor. Sin embargo, mantuvo una gran coherencia en toda su obra plástica. Siempre se preocupaba por cosas que a veces le hacían abandonar su propia obra para ir en pos de sus sueños utópicos como fue el Museo de Arte y Tecnología, que siempre lo obsesionó. Ese fue su gran proyecto. Además, fue un gran diseñador industrial, lo que lo llevó a crear el taller Araya, donde trabajaba el vidrio”, asegura Rodríguez.
La diversidad de la obra obligó a los organizadores a proponer una museografía basada en familias cromáticas y no en formatos o técnicas. Especialmente atractivos son  las obras holocinéticas, basadas en hologramas que crean ilusión de movimiento y profundidad. “Son piezas que no se tocan, pero se sienten y perciben”, indica Rodríguez.
“En Núñez, lo fundamental, en coherencia visual y propuesta plástica, ha sido la relación entre la función y la estructura del objeto creado a partir  del movimiento virtual como centro de acción proyectado desde el interior de la obra (hologramas) y por el desplazamiento del espectador”, se lee en el catálogo de la muestra. Este efecto es especialmente evidente en el autorretrato del artista que presenta la sala TAC. Quien observa la pieza pasa de mirar un fondo negro a ver cómo surge de la nada la cabeza de Núñez.
La preocupación por el movimiento la tuvo el artista desde principios de los años cincuenta, cuando viajó a París, al igual que otros creadores venezolanos como Jesús Soto, Alejandro Otero y Carlos Cruz-Diez. Aura Trejo, viuda de Núñez, recuerda su paso por el MADI, el taller Araya y el hecho de que se le atribuya la paternidad del movimiento llamado holocinetismo. El valenciano estudió el arte del vidrio en Murano, Italia, donde también se involucró con el diseño industrial.
Al igual que muchos de sus coetáneos y contemporáneos, Núñez consideraba que el arte era cuestión de percepción. Por ello no se interesó por la representación real de la forma, sino por la autonomía y la ilusión que podían derivar de lo ya conocido. “El arte para él no era contingencia sino necesidad intrínseca a su espíritu y filosofía de vida. Ya no está entre nosotros, pero nos arrastra su recuerdo y la necesidad de recuperar la memoria tangible del explorador, del investigador, de recuperar para la historia del arte en Venezuela la impronta dejada en la tela, el cartón, el cristal, el vidrio y el holograma”, escribe Rodríguez.

Rubén Núñez
Inauguración: hoy, 7:00 pm
Sala TAC, Trasnocho Cultural, centro comercial Paseo Las Mercedes
Horario: miércoles a sábado de 10:00 am a 9:00 pm; martes, domingos y feriados de 1:00 pm a 9:00 pm
Entrada libre

Con Arturo Michelena y Braulio Salazar, Wladimir Zabaleta tuvo el privilegio de ser considerado -en siglos diferentes- el pintor de Valencia

El Carabobeño 04 septiembre 2013

Wladimir Zabaleta, el último gran maestro de la pintura valenciana

 
Alfredo Fermín 
Con Arturo Michelena y Braulio Salazar, Wladimir Zabaleta tuvo el privilegio de ser considerado -en siglos diferentes- el pintor de Valencia. En la madrugada de este martes, el último de esos grandes maestros falleció dejando a su ciudad con la incredulidad de que se haya ido tan pronto, cuando se le apreciaba tan vital y tan entusiasta con sus proyectos artísticos. 
Un paro respiratorio que le produjo daños en el cerebro y en el sistema coronario, con complicaciones por su padecimiento de diabetes, obligó a su hospitalización en la unidad de Cuidados Intensivos de la clínica La Viña, donde falleció a las 4 de la mañana. Le acompañaban sus hijos Teodoro Zabaleta, Gotto y Wladimir Zabaleta  Chazzin y su esposa  Cristina Chazzin de Zabaleta. 
La consternación fue general en la ciudad, pues el artista gozaba del aprecio general, como se evidenció en las redes sociales que transmitieron la triste noticia con mensajes luctuosos por la pérdida de uno de los más extraordinarios artistas nacionales que alternó su obra pictórica y escultórica con la educación. Dirigió las escuelas de Arte Carmelo Fernández de San Felipe, Rafael Monasterios de Maracay y Arturo Michelena de Valencia. 
Nacido en  el sector de Las Cocuicitas, de esta ciudad, en 1944, en el hogar de siete hijos formado por Luis Ricardo Klose, descendiente de alemanes y Teodor Zabaleta, desde niño se sintió fascinado por los paisajes que pintaba a orillas del Cabriales. Leopoldo La Madriz, quien se dio cuenta de que el muchacho tenía “talento a borbotones” lo remitió a Braulio Salazar para que le enseñara a pintar. 
El muchacho se encariñó tanto con el maestro Braulio y con su esposa Rosita, que pasaba con ellos casi todo el tiempo y lo tuvieron como otro de sus hijos.  “Mi mamá, que era una negra embraguetá fue un día a la casa del artista para preguntarle si yo servía para artista. El maestro le dijo que yo era un talento. Entonces mamá le respondió: yo lo dejo a su cuidado, pero tenga en cuenta que si mañana pasado, él se muere de hambre, como lo otros pintores, usted es el responsable”. Contaba con la gracia y simpatía que le caracterizaba. 
Artista de talento
A los 14 años Wladimir Zabaleta ingresó a la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena, que dirigía Braulio Salazar. Allí concluyó sus estudios en 1962 y conoció  a los artistas Jacobo Borgess, Luis Lucksic y Oswaldo Vigas con el cual trabajó en su taller de Mérida, hasta cuando el concejo municipal de Valencia le otorgó una beca para estudiar en París donde tiene la experiencia de vivir los eventos revolucionarios del Mayo Francés. En la capital francesa se desempeñó como ayudante de Carlos Cruz Diez y Jesús Soto. Además, desarrolló su vocación por la Historia del Arte visitando museos, galerías y talleres de artistas famosos. Años más tarde lo hará en museos de las ciudades norteamericanas Los Angeles, Filadelfia, Chicago, Boston, San Francisco y Nueva York y,  en “La Gran Manzana” se residencia de 1989 a 1993. 
A finales de los años 80 irrumpió  y sorprendió a la crítica especializada con una pintura expresionista, de espontaneidad lírica influenciada por  el alemán Hans Hartung. Se alistará luego en el movimiento Informalista con libertad caligráfica y chorreados de pintura y en el Constructivismo que le dio mayor claridad conceptual. Se dedicó luego a la creación de una serie de tótems, marcado por la moda de la búsqueda de la identidad latinomericana. 
Con esta tendencia tuvo la satisfacción de ganar el Premio Arturo Michelena del Ateneo de Valencia, en 1975. Pero luego llegó a la conclusión de que “la identidad latinoamericana no existe”, por lo cual se dedicó a la relectura de la pintura española en la cual “están los orígenes del Arte Venezolano”. Para esa experiencia, en 1980, va España donde queda fascinado con las obras de El Greco Zurbarán, Goya y especialmente Velásquez del cual decide reinterpretar Las Meninas. 
Zabaleta ejerció también con maestría la escultura de lo cual dan cuenta obras en espacios abiertos de la ciudad: el Toro de la Plaza Monumental, los exteriores de la empresa Tevenca, de su amigo y protector Paco Cabrera, las rejas del Polideportivo Misael Delgado y la monumental escultura en honor a la Virgen de Begoña, en la redoma de Guaparo.  
Bélgica Rodríguez, ex presidenta de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA, en el hermoso libro Zabaleta, publicado en 2011, titulado “Zabaleta”, concluye destacando lo afirmado por el artista en una entrevista, realizada por nosotros, publicada en El Carabobeño: “Mi obra siempre ha sido un canto a la libertad. Cuando tenía catorce años quise ser un gran artista desde el punto de vista formal. Hoy quiero ser-simplemente - un artista libre”.  
Exequias 
El cuerpo de Wladimir Zabaleta ha sido velado en la funeraria Santa Rosa, frente al parque Fernando Peñalver. A las 8:30 de la mañana, monseñor Reinaldo Reinaldo Del Prette, arzobispo de Valencia, celebrará una misa   exequial de cuerpo  presente. El acto del sepelio tendrá lugar en el cementerio Jardines del Recuerdo a las 10 a.m. 
La Universidad de  Carabobo, que lo distinguió con el Doctorado Honoris Causa, y diversas instituciones de la ciudad han emitido acuerdos expresando el dolor que existe en esta ciudad por el fallecimiento del eminente artista.

Con aplausos, mientras el artista Leonardo Lozano punteaba al cuatro una hermosa melodía, en el cementerio Jardines del Recuerdo fue despedido el maestro Wladimir Zabaleta, fallecido el martes a consecuencia de un paro respiratorio en una clínica de la ciudad.

El Carabobeño 05 septiembre 2013

Fallecimiento de Wladimir Zabaleta entristeció a todos los sectores

 Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
Con aplausos, mientras el artista Leonardo Lozano punteaba al cuatro una hermosa melodía, en el cementerio Jardines del Recuerdo fue despedido el maestro Wladimir Zabaleta, fallecido el martes a consecuencia de un paro respiratorio en una clínica de la ciudad.
Es una gran pérdida para su familia, para sus amigos, para la ciudad, para el mundo del arte al que dedicó toda su vida, destacó el presbítero Pedro De Freitas durante las exequias en memoria de uno de los artistas más sobresalientes del país, creador de admirables pinturas y esculturas, actividades que compartió como educador y director de  las escuelas de Arte, Carmelo Fernández, de San Felipe; Rafael Monasterios, de Maracay y Arturo Michelena, de Valencia.
El fallecimiento de Zabaleta entristeció a gente de diversos sectores que asistieron al velatorio en la funeraria Santa Rosa, para expresar su pesar. Se encontraban presentes  su viuda Cristina Chazzin de Zabaleta, su  hijo Wladimir Zabaleta Chazzin, sus hermanos, familiares y cientos de amigos. A las exequias asistió Lourdes Gotto, primera esposa del artista acompañada de su hijo Teodoro Zabaleta Gotto, quien reside en Chile.
En la mañana de este miércoles, el padre Pedro De Freitas, párroco de la Catedral y amigo del artista, celebró una misa exequial de cuerpo presente, en cuya homilía se refirió a la muerte como el último de los momentos de nuestra existencia, en cumplimiento de  la promesa de Jesús para la vida eterna, expresada en la parábola del grano que, al caer a tierra, no muere sino que se reproduce. “Wladimir, desde muy temprana edad, manifestó su especial inclinación por el arte, por la estética, por la belleza. Las manifestaciones artísticas tienden a expresar un grado de espiritualidad trascendente  de lo cual él no estuvo alejado, por su devoción a la Virgen del Socorro”. 
El sacerdote destacó que el artista fue generoso con su obra, que compartió en espacios públicos con respaldo del alcalde Francisco “Paco” Cabrera, cuando creó obras tan emblemáticas como el toro de la Plaza Monumental y las cercas del polideportivo Misael Delgado entre otras. “Lo importante es darle gracias a Dios por el don de la vida de este hombre consagrado a la creación de la belleza y pedirle a Dios que le conceda el triunfo de la vida eterna”. 
El alcalde de Naguanagua, Alejandro Feo La Cruz, quien  asistió a las exequias, afirmó que su despacho continuará promoviendo la obra de Wladimir Zabaleta, como ya lo hizo con la monumental escultura dedicada a la virgen de La Begoña, colocada a la entrada del municipio, en la Redoma de Guaparo. 

El fallecimiento del reconocido pintor y escultor Wladimir Zabaleta, enluta a la comunidad carabobeña y al país, por el legado que ha dejado tras dedicar 50 años de su vida a las artes plásticas, labor incansable e indiscutible que libró hasta el final de sus días. En su andar, lo más importante fue siempre la pintura, lo que determinó el secreto de sus logros.

04/09/2013 Notitarde
Su legado artístico permanecerá por siempre en Carabobo y el mundo

¡Hasta siempre maestro! Murió Wladimir Zabaleta

María Beatriz Henríquez/Marlene Piña /Eulimar Gómez
Valencia, septiembre 3.- El fallecimiento del reconocido pintor y escultor Wladimir Zabaleta, enluta a la comunidad carabobeña y al país, por el legado que ha dejado tras dedicar 50 años de su vida a las artes plásticas, labor incansable e indiscutible que libró hasta el final de sus días. En su andar, lo más importante fue siempre la pintura, lo que determinó el secreto de sus logros.

El artista falleció a las 4:00 de la mañana de este martes 3 de septiembre, a consecuencia de un paro respiratorio, tras permanecer varios días en un centro clínico de la ciudad.

Zabaleta nació en Valencia, el 12 de mayo de 1944, en el sector Las Cocuicitas. Desde niño demostró "talento a borbotones", según lo describe la crítica de arte Bélgica Rodríguez, en su libro Wladimir Zabaleta, publicado por Funproindes-UC.

Allí la prestigiosa historiadora -en el prólogo- resalta su fascinación por el Cabriales y que ese talento se acrecentó con la disciplina de sus estudios, viajes y la observación a sus maestros.

Su primer dibujo lo hizo -según contó en una oportunidad a Notitarde- a los 4 años de edad y fue un pelícano en un lago, su primer "síntoma" de artista, una profesión que ejerció con total pasión y dedicación.

En el año 1953 inició su preparación académica con la profesora Olguita Guerra en la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena y en 1958 comenzó clases formales con los maestros Braulio Salazar, Toledo Tovar, Jacobo Borges y Pedro León Castro.

En su alma máter también fue profesor -con tan solo 17 años de edad- por petición del mismo Braulio Salazar e impartió la cátedra de Arte y Percepción Visual; y según la anécdota del mismo Zabaleta, se quedó mudo en la primera clase pues sabía tanto que realmente no sabía qué decir.

Y es que una carrera artística brillante lo esperaba, pues a los 20 años ganó el Premio Andrés Pérez Mujica del Salón Michelena y a los 31, obtuvo el premio mayor Arturo Michelena; abriendo su camino hacia otras exposiciones y muestras a nivel mundial.

Desde 1965 hasta 1969 estuvo en París, donde tuvo contacto con los movimientos contemporáneos, lo que determinó su interés por el arte constructivo. Allí trabajó en el Taller de Obras Múltiples de la Galería Denise René. En 1967 también se traslada hasta México para adquirir conocimientos de las culturas mesoamericanas en el Museo Nacional de Antropología.

Durante sus primeros viajes trabajó con Carlos Cruz-Diez en París y conoció también a Jesús Soto y Julio Le Parc, quienes le enseñaron los principios del cinetismo.

El maestro Zabaleta formó parte de una generación de artistas emergentes que -en la década de los setenta- desarrollaban una actividad exhibida en importantes eventos que hacían en el Ateneo de Caracas y diversas galerías.

Fue docente y director de las escuelas de artes plásticas Carmelo Fernández de San Felipe (1971-1976) y en 1979 de la Escuela de Arte Arturo Michelena.

En 1981 participó en la XVI Bienal de Sao Paulo y la IV Bienal de Medellín, Colombia. Asimismo, entre los años 1984 y 1985 fue docente en la Escuela de Artes Plásticas Rafael Monasterios de Maracay, estado Aragua; y desde 1984 hasta 1986 fue asesor de la Dirección de Cultura del estado Carabobo.

Vivió en Nueva York hasta finales de 1997 y para el año 1999 retorna a Valencia, su ciudad natal. En 2004 ingresó a la exposición permanente del Museum Of Latin American Art de Long Beach, California, con la obra "Dos Visiones". Asimismo, la "Maga Nocturna" embellece los espacios del Centro Comercial Chipichape y del Hotel Spiwak, al norte de la ciudad de Cali, en Colombia.

Sus creaciones que permanecen en galerías de Nueva York, Argentina, Colombia, España, Canadá, México y Centro América, van desde el arte abstracto, barroco, relieves, esculturas y la deconstrucción -un movimiento caracterizado por el diseño no lineal-, práctica que constituye su legado en la plástica nacional.

En 2010 la Universidad de Carabobo le confirió el Doctorado Honoris Causa en Educación, por su aporte cultural y académico como resultado de sus años de trayectoria artística.

Las obras en su ciudad 

Vale mencionar algunas obras que destacan en esta ciudad como lo es "Homenaje a Nuestra Señora", una imponente obra -hecha de acero inoxidable y siete metros de altura- que está ubicada en Naguanagua, frente a la Redoma de Guaparo, basada en las infantas y meninas del artista español Diego Velázquez. Dicha creación es parte de la primera etapa del Proyecto Cultural Naguanagua Ciudad Museo.

Asimismo, para 1998, cuando la remodelación de la Plaza Monumental de Toros -entre otras obras- fue incorporada la escultura "Toro Monumental" de Wladimir Zabaleta. Además ha sido el artífice de muchas colecciones privadas, como el mural del Insituto de Especialidades Quirúrgicas (IEQ).

El Parque Fernando Peñalver de Valencia también ofrece en sus espacios una exposición permanente desde 2012, compuesto por las fantásticas Meninas y murales con la familia de Carlos IV -en total 14 obras- como parte del Museo Cielo Abierto promovido por la Gobernación de Carabobo.

"La Maga de la Mandolina" 

El maestro Zabaleta comentó durante una entrevista a Notitarde, que el mismo Braulio Salazar lo había orientado con quién se tenía que casar, ya que le decía que una mujer acababa con un pintor si no le interesaba la pintura. Pero Zabaleta aseguró que su caso fue diferente, ya que en 1980 se casó -por segunda vez- y con Carmen Cristina Chazzín de Zabaleta, quien lo acompañó hasta su último aliento; madre de Wladimir Zabaleta Chazzín.

Ella significó muchos años de solidaridad, compartiendo grandes luchas "sobre todo cuando aún no alcanzaba éxito". A su esposa la pintó y el retrato llamado "La Maga de la Mandolina" se exhibe en la Galería de Arte Nacional.

Wladimir Zabaleta fue un artista a "manos llenas" y como persona, un hombre con sentido del humor agudo, a donde llegaba se imponía, captaba la atención de todos y desataba expresiones de admiración como la de "el maestro Zabaleta".

"Su legado será eterno"

Ayer en los actos velatorios, su esposa Carmen Cristina Chazzin de Zabaleta y su hijo Wladimir Zabaleta agradecieron a los medios de comunicacion, por el apoyo brindado al artista en tantos años de entrega a la ciudad a través del arte y su amor a Valencia, al tiempo que resaltaron su compromiso con la inmortalidad de las obras del destacado carabobeño. "Su legado será tan eterno como su memoria. Seguirá tan presente siempre como lo está hoy, mi hijo y yo realizaremos sus sueños" dijo Chazzin de Zabaleta.

Entre los allegados del pintor y escultor se puso observar en la fubneraria al cronista de la Universidad de Carabobo Iván Hurtado, la secretaria general del colegio de periodistas Maria Torres, el presidente de Notitarde, Ricardo Dewitz, Luis León Guerra, María Luisa de Maldonado, entre numerosos artistas y amigos de la familia Zabaleta Chazzin.

Los candidatos a la alcaldía de Valencia Miguel Flores y Miguel Cocchiola tambien hicieron acto de presencia para expresar sus condolencias. Este ultimo expresó en relación a la pérdida física de Wladimir Zabaleta: "Valencia lo perdió todo, perdió un ser humano invaluable que amaba ser accesible y parte real de la ciudad. Nos quedan maravillosas obras que serán parte de nuestra cultura por siempre" dijo.

La cultura venezolana perdió a uno de sus grandes bastiones 

Testimonios de amistad, solidaridad, gratitud y reconocimiento a su trabajo se sintieron entre distintos sectores carabobeños.

Elis Mercado, presidente del Ateneo de Valencia y ex rector de la UC, afirmó que la cultura valenciana, carabobeña y venezolana ha perdido a uno de sus grandes bastiones. "Si algo puede definir a Wladimir Zabaleta fue su gran sensibilidad, espíritu creativo, solidaridad humana y fe profunda en el ser humano y en el arte como una vía de redención del hombre. Quienes lo conocimos y supimos de sus orientaciones, comentarios, críticas y aportes, sabemos lo que hemos perdido".

"Ojalá que la sociedad valenciana haya valorado el tránsito vital de Wladimir. Un tránsito enriquecedor, un hombre que nos acompañó a los del Ateneo en esta lucha tenaz, persistente y a veces porfiada por mantener en alto los valores de la creatividad, creación, reflexión, crítica y libertad".

Consideró que además de ser un gran artista y promotor del arte y la cultura, era consecuentemente un ciudadano cultural.

Lunes Rodríguez, director de la Galería Universitaria "Braulio Salazar", consideró que Wladimir Zabaleta es el último gran maestro que queda en Valencia. "La categoría de maestro no es solamente saber pintar, dibujar o esculpir. Un maestro es un docente y un gran reproductor del conocimiento, y hasta sus últimos días estuvo trabajando en nuevos proyectos".

Gustavo Urriola, quien fue director general de la Alcaldía durante la gestión del ex alcalde Francisco "Paco" Cabrera, recordó que Wladimir fue una persona muy allegada, con quien desarrolló desde hace muchos años una amistad conjuntamente con "Paco".

2 de septiembre de 2013

Otro libro sobre otro amigo artista...Juan Pablo Muci y Federico Pacanins presentan el libro y video Columnas Policromadas una pieza que no sólo muestra las mejores obras del maestro Manaure, realizadas en la última década, sino también realiza un recorrido por la Caracas de los años 50, y la vida de un artista que revolucionó el mundo de las artes plásticas en el país.

Juan Pablo Muci y Federico Pacanins presentan Columnas Policromadas

Mateo Manaure, artista plástico venezolano / Foto: Manuel Sardá
Mateo Manaure, artista plástico venezolano / Foto: Manuel Sardá
La obra invita al lector a adentrarse en la vida convulsionada de la Caracas de los años 50, a través de los relatos del maestro Manaure

Juan Pablo Muci y Federico Pacanins presentan el libro y video Columnas Policromadas una pieza que no sólo muestra las mejores obras del maestro Manaure, realizadas en la última década, sino también realiza un recorrido por la Caracas de los años 50, y la vida de un artista que revolucionó el mundo de las artes plásticas en el país.

Mateo Manaure nació en Uracoa, estado Monagas en el año 1926. En 1946 egresa de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas en Caracas, y es a partir de este momento que se convierte en un artistas, que junto al grupo de Los Disidentes, cambiaría la forma de hacer arte en el país, y que a gracias a su ingenio, tenacidad y humildad logró que su rúbrica quedara en los edificios más emblemáticos de Caracas.

Columnas Policromadas invita al lector a adentrarse en la vida convulsionada de la Caracas de los años 50, a través de los relatos del maestro Manaure. Muci y Pacanins recopilaron diversas conversaciones establecidas con el artista en las que no sólo habla de su obra Columnas Policromadas, sino también de otras piezas de arte de su autoría.
Asimismo, Manaure lleva al lector a un viaje en el que se encontrarán con personajes como Alejandro Otero, Armando Reverón, Pablo Picasso, Carlos Raúl Villanueva, Pascual Navarro, Jesús Soto y demás artistas con los que no sólo entabló amistad, sino que lo acompañaron en la aventura de abrirle paso al arte abstracto en Venezuela.

En el año 2000, Juan Pablo Muci y Federico Pacanins realizaron una serie de entrevistas al maestro Manaure, el resultado de estas conversaciones se encuentra plasmado en Un pedazo de historia, un DVD  anexado al libro.

El próximo 28 de septiembre a las 5:00 pm, ambos autores presentarán su obra dedicada al artista plástico en la Librería el Buscón, ubicada en Paseo Las Mercedes, el evento contará con la presencia del Mateo Manaure, quién firmará ejemplares a los asistentes.

1 de septiembre de 2013

Ver Catálogo de la Exposición Internacional de Pintura organizado por el Ateneo de Valencia bajo la Presidencia de Frida Añez con motivo del Cuatricentenario de la ciudad en el año 1955, ilustrado por Carlos Cruz Diez con textos de Alfredo Boulton y Gastón Diehl, que Valencia olvidó en el desván de lo que por conveniencia se silencia...

Hace 50 años, el pulso cubista de Georges Braque se detuvo

Uno de los fundadores del cubismo falleció el 31 de agosto de 1963

imageRotate
El pintor francés fue vecino y amigo de Pablo Picasso ARCHIVO
DPA/EL UNIVERSAL
viernes 30 de agosto de 2013  
París.- La primera gran exposición de Georges Braque, celebrada en noviembre de 1909 en la galería del marchante de arte Daniel-Henry Kahnweiler, irritó a los críticos. Cincuenta años después de su muerte, el 31 de agosto de 1963, el pintor francés está considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX.

Para algunos críticos, los paisajes que pudieron verse en la exposición de 1909 eran "extravagancias cubistas". Braque los había pintado durante su estancia en L'Estaque, cerca de Marsella, y entre ellos había casas que el artista había reducido a volúmenes geométricos. También Matisse se había referido a esa nueva pintura como pequeños cubos, y de ahí surgiría luego el término "cubismo".

Junto a Pablo Picasso, Braque está considerado uno de los cofundadores de ese estilo basado en las formas abstractas. Ambos pintores se conocieron supuestamente en la primavera de 1907.

Braque y el pintor español eran vecinos: ambos trabajaban y residían en Montmartre. "Casi todas las tardes iba al taller de Braque o él venía al mío. Para nosotros era una necesidad discutir sobre el trabajo diario", explicó en una ocasión Picasso. Fue por aquella época cuando Braque se distanció del fauvismo.

El experimento cubista conjunto terminó cuando Braque fue llamado a filas durante la Primera Guerra Mundial, en 1914. Cuando regresó gravemente herido de la guerra, Picasso había dado un giro en su carrera y le había dado la espalda al cubismo.

A partir de 1922, Braque pintó sobre todo bodegones con instrumentos musicales, pero siguió siendo fiel a su lógica geométrica. Sus últimos años estuvieron marcados por el motivo del pájaro, que encarnó el fin del conflicto artístico de Braque con el espacio y la infinidad del alma.