Frida Añez |
María Teresa Castillo Miguel Arroyo
Frida Añez parecía eterna o
que nunca la iba a pasar nada. Siempre estaba allí. Su opinión, habitualmente
mesurada, era digna de tomarse en cuenta. Su semblante sonriente, su menuda contextura y voz delicada no daba pistas para imaginar la edad que realmente
tenía o a lo mejor no parecía tener una en especial pues era "inmortal". Esta venezolana, nacida en
Valencia desde muy joven se ligó a la
cultura para toda su vida, sin dejar de lado su condición de Gerente
Administrativa de Cerámicas Carabobo. Esposa del Ingeniero húngaro Janos
Magasrevy, llegado a Venezuela en la diáspora de verdaderos profesionales
excelentemente preparados que llegaron al Trompillo huyendo del horror de la Segunda
Guerra Mundial, más aún los que huían de la bota soviética a que fueron
condenados. Ambos coincidieron en la fundación de
Cerámicas Carabobo en 1956 e hicieron una labor de ayuda a los artistas del
fuego y a los Salones Nacionales de dichas especialidades a partir de los años 70, cuando surge el Salón Nacional creado por Oswaldo
Vigas en 1971 cuando como Director de Artes Plásticas del INCIBA presidido
por Alfredo Tarre Murzi (Sanín), hizo realidad la
petición de sus amigos los artistas Humberto Jaimes Sánchez y Marcos
Castillo.
Si una palabra define
a Frida Añez es acción; porque la actividad, o mejor dicho, la
proactividad fueron sus señas más resaltantes cuando no se daban cursos a gerentes.
Acción, porque Frida no
dudó nunca en levantar su voz como mujer independiente, en tiempos cuando hacer
algo así implicaba ser rechazada o estigmatizada por la sociedad, durante las
primeras décadas del siglo XX, sobre todo en la cerrada sociedad valenciana
no siendo ella de la
llamada "prosapia valenciana" que en un momento la miraba de soslayo.Eso no le importó, y su voz de locutora muy joven
estuvo al lado de las causas que consideró justas, igual que como
integrante del famoso Orfeón Valencia.
Acción,
porque hablar de los pioneros del mecenazgo de las industrias, concepto moderno
en Venezuela, es hablar de Frida Añez: fue como ya dije una de las primera
locutoras de radio, en la sectaria y prejuiciada Valencia, secretaria de una
transnacional de refrescos y luego organizadora del nuevo Ateneo de Valencia,
como integrante de la Junta Directiva que solicitó los terrenos en la Av.
Bolívar, presidida por Doña Lucila Arnao de Marín, y en compañía de Luis
Eduardo Chávez, Braulio Salazar, el Ing. Carlos Luis Ferrero Tamayo y toda la
comunidad valenciana, quienes llevaron a licitación la construcción
de la nueva sede del Ateneo de Valencia, ganando el grupo de arquitectos
encabezado por José M. Galia, en una Valencia que no desmeritaba el aire
de modernidad
que se respiraba en el mundo, pues en sus urbanizaciones, se notaba la
presencia de esos inmigrantes de alto profesionalismo que constituyeron las
empresas de la llamada "Ciudad industrial de Venezuela", donde se construyeron obras que hacían de Valencia una
ciudad distinta a las demás de la provincia y a los artistas que recibían
formación de aquellos que ganaron los Premios Oficiales de Arte instituídos
por Miguel Arroyo, Director excelso del Museo de Bellas Artes durante 17 años justo en esa
década de los 50-60 y el Ministerio
de Educación Nacional. Arroyo además de artista entre otras muchas cosas fue pionero de la cerámica a
la que enalteció reconociendo y promoviendo la labor de los profesionales de
las artes del fuego que llegaron de Alemania y la Europa del Este como leemos
en los ganadores de la Sección de Artes Aplicadas de dichos Salones Oficiales, la cual al finalizar en 1969 se instaura en Valencia como especialidad premiada en el "Salón Arturo Michelena" con el apoyo del Ateneo de la ciudad, y a partir de 1971 se establece definitivamente gracias al trabajo de Marcos Castillo en la Universidad de Carabobo que acepta el reto de organizar el salón nacional que premia a los artistas del fuego hasta el presente. La UC carente de una Facultad de
Humanidades más no de artistas junto a Cerámicas Carabobo
logra que ese premio tenga la prestancia de que dispuso hasta el año 2000.
Esa ciudad placentera,
que fue Valencia en los años 1950 se convirtió en los 70 en la ciudad de
mayor desarrollo habitacional del mundo y siempre Frida Añez estaba allí
inyectando nuevos brios y abrieron las puertas a nuevas tendencias y figuras de
las artes acordes con los tiempos que corrían, en medio de una ciudad que por
su desarrollo industrial podría ser inhumana por la
presión materialista de los emporios
industriales que en ella funcionaban.
Acción, porque no se puede
mencionar la palabra cultura en Valencia, sin que de alguna manera se asocie a
Frida Añez de Magasrevy con esa parte tan importante del acontecer nacional: el
Ateneo de Valencia y sobre todo en su monento cumbre e irrepetible: la Exposición
Internacional de 1955 que es toda ella, como declaró Braulio Salazar, toda su
concepción, sus antecedentes y diseño estuvieron asociados a su persona pues cada miembro de la Junta Directiva que encabezaba dio lo mejor de si en una exitosa labor de conjunto. De
hecho, a pesar de dejar la Presidencia en 1956 siempre ayudó a la institución
y a sus ex-presidentas,
y extendió su mecenazgo a los salones de las Artes del Fuego a partir de su creación.
Acción, porque otro
de sus impulsos decididos fue apoyar a hombres que como Mariano Díaz le
presentaban sus proyectos extendiendo su ayuda a Caracas, en la capital junto a Pedro León
Zapata y en Valencia con Oswado Vigas cuando decidieron hacer cerámica (Vigas) o murales a cuya disposición colocó todo el equipo de maestros
ceramistas y hornos de Cerámicas Carabobo para lograr entre otras cosas el Mural que hoy vemos agredido en la salida de la UCV sobre los
Forjadores de la venezonalidad y el que se encuentra a la entrada del Ateneo de
Valencia.
No hubo
rueda de prensa de las artes del fuego y la cultura valenciana donde no
estuviera presente esta gran dama mecenas, siempre declarando, apoyando,
siempre dando una palabra de aliento o concediendo alguna entrevista. En estos
casos, era una mujer serena, optimista y por mucho que el periodista inquiriera
o la incitara a dar una opinión radical, su sagacidad convencía al reportero
con una amplia sonrisa y con la franqueza y dulzura de las personas que han
vivido.
Acción, porque igualmente
Frida Añez acompañó las gestas culturales más importantes del país relacionadas con las Artes del Fuego y al quehacer de
la empresa privada en una ciudad industrial como lo es: Valencia, ya sea
fundando la UNITEC, apoyando al Dividendo Voluntario para la Comunidad, a "Egreamigos" de la UC, AMAS
o cualquier iniciativa que ameritara su colaboración... No hubo exposición
en la que no acompañara a las otras grandes damas que presidieron el Ateneo de Valencia hasta 1991 y luego exigían respeto a los derechos y moral de la institución que ya iniciaba su declive, hoy envilecida.
Todo ese contacto suyo con el
mundo empresarial trajo consigo importantes relaciones y amistades con las
personalidades más resaltantes de ese sector que relacionó con las figuras del
arte y lo creativo: escritores, pintores, músicos, poetas fueron recibidos por
Frida Añez de Magasrevy, a quienes solucionó problemas para que continuaran o
promovieran sus trabajos.
A su vez, recibió las más
importantes condecoraciones, no solo regionales sino nacionales
Acción, porque aun después
de su inesperado silencio, sobrevivirá a Frida Añez un legado
importante y un estímulo a las causas de la mujer, a las causas de la justicia
social y a las causas de la cultura, pues durante toda su vida fue una promotora cultural ligada
al crecimiento intelectual de su país, sin distinción de clases ni apellidos,
pues ella fue una mujer que se hizo a puño y trabajo propio.
Hasta donde alcanza mi información, Frida Añez
jamás pintó un cuadro ni nada semejante. No sé si escribió un libro que en su
silencio y su mirada de muñeca de porcelana siempre sonriente no nos quiere
confesar; probablemente su producción literaria sólo esté configurada por
entrevistas, discursos y correspondencia, un material que debería ser rescatado
y publicado, porque conozco su riqueza en referencias inéditas a
nuestros quehaceres culturales y empresariales carabobeños; pero, en cuanto a
realidad sustantiva, la obra de Frida Añez va mucho más allá de la marca dejada
en nuestra historia por su personalidad de facetas apasionadas, encantadoras y
a veces también vulnerables. En efecto, ella fue una creadora en un sentido muy
especial: creó las condiciones para que otros realizaran sus propias obras; es
una forma de creación discreta, pero también quizá la menos egoísta que pueda
concebirse.Como María Teresa Castillo y Miguel Arroyo en Caracas, fue el pilar
emocional, por así decirlo, del Ateneo de Valencia en la década de los 50 sobre
todo en la celebración del Cuatricentenario de la ciudad y gracias a su tesón y habilidad
política pudo mantener este foco del pensamiento libre aún en tiempos de dictadura y a lo largo de décadas,
en las que las Presidentas de la institución que le siguieron no cayeron en el juego político a pesar de que se alternaron gobiernos de diferentes tendencias. Mucho se ha
escrito sobre su contribución al desarrollo de las artes del fuego y, en sus
días más tempranos, al hacer comprometido con los derechos de la mujer,pues
llegó a sitios donde las pacatas de apellidos de prosapia no llegaron, pero muy
poco, o tal vez nada, respecto a esa destreza suya para pulsar adecuadamente
una compleja red de relaciones que condujeron a mantener el equilibrio y
persistencia de una institución empresarial que apoyara a la cultura como no se
conocía hasta esos momentos, que hizo parte y razón de su vida.
La importancia que se me presentó de enlazar
estos tres personajes íconos de la capacidad del gerente venezolano de los
años 50 al 80, me llegó como una LUZ que me lleva a compartir mi testimonio como venezolana formada entre los años 58-73 que
ninguno de los tres era un "burgués", apátrida, pitiyanqui" que hoy quieren adjudicarles,
todo lo contrario, María Teresa Castillo era una mujer pobre de Cúa, Frida una
muchacha de los tremedales vecinos al Cabriales, y Miguel Arroyo se formó a si mismo
con un ímpetu y fe en sus sueños que siempre colocó al servicio de VENEZUELA,
incluso de sus culturas originarias en el Museo de Bellas Artes y en sus libros
y exposiciones como la que organizó al final de su vida en el año 2000 sobre
"El Arte Prehispánico de Venezuela" de la mano de la antropóloga e
historiadora Henriqueta Peñalver Gómez, impresionante mujer que dejó en
Valencia una huella que nadie puede borrar pues la hizo como alumna y seguidora
de Luis Beltrán Prieto Figueroa, del pensamiento en pro de la difusión y
rescate de la cultura e historia nacionales sin distinciones, pues esos eran los credos de
esas figuras hoy olvidadas u omitidas por la
barbarie que los redujo en sus posibilidades de acción, sin lograr eliminarlos,
o les niega su reconocimiento, cuando ellos sobre todo María Teresa Castillo fue comunista, estuvo presa y fue
amiga de Fidel Castro. Frida Añez por su parte luchó con las
ex-presidentas por el Ateneo de Valencia y por el Salón Nacional de las Artes
del Fuego, desde 1995 despojado de su condición de Salón Nacional al mismo nivel que los dados en otras especialidades, hoy simplemente Salón de la
Universidad de Carabobo y nacional porque participan artistas de todo el país. Ateneo y Salón operaron como unos de los más importantes centros de creatividad y encuentro cultural
de Venezuela y Latinoamérica. Para entender esta afirmación en sus justos
términos, nada más sería necesario recordar que la figuración de Venezuela en
el mapa de las artes del fuego mundialmente se logra gracias al Salón Oficial creado por Arroyo continuado en el Salón Nacional
sobre todo entre 1971- 2000 cuando ella y su esposo se retiran de la actividad
empresarial y pública, en cuya institucionalización jugó un papel clave su
liderazgo moral e intelectual. En la segunda mitad del siglo XX, decir cultura,
era evocar al Ateneo de Caracas, y en su corazón estaba María Teresa Castillo. Era decir
Miguel Arroyo y el Museo de Bellas Artes, era decir Sofía Imber y el Museo de
Arte Contemporáneo más rico de la América Latina y
en la provincia el Ateneo de Boconó, el de
Valencia y el Salón Nacional de las Artes del Fuego, donde de verdad se
premiaron los grandes artistas de la especialidad.
La ignorancia que los jóvenes que desde 1992 creen que Venezuela
es ese país de "nulidades engreídas" y militarismo del peor no
conocen estos hombres y mujeres que se entregaron en cuerpo y alma a forjar la patria.
Mucho se ha dicho contra ellos, dígame en Valencia ciudad de traiciones, donde
imberbes ignorantes puestos en los cargos culturales por la palanca política y
el clientelismo universitario se dan el lujo de criticarlos sin siquiera saber
quiénes en verdad fueron. Por eso termino con una excelente confesión del autor
de la biografía de Miguel Arroyo, Diego Arroyo Gil, (que no tiene ningun
parentesco con el biografiado):
"Confieso algo terrible, no sin vergüenza: a lo largo de
estos últimos años creí sentir desprecio por Venezuela. Estaba malamente
equivocado. Escribir la biografía (de Miguel Arroyo) me ayudó a comprender que
el desprecio que sentía y siento no es por ella, sino por aquellos que han
intentado destruirla. Como Miguel Arroyo (María Teresa Castillo y Frida Añez)
soy un enamorado de mi país. Decírmelo en voz alta ha supuesto una catarsis
impresionante, profundamente agradecido además de esperanzado. Creo firmemente en la capacidad de la nación para
regenerarse"..."En el trancurso de esos meses, Miguel Arroyo (como
para mi ha sido tener y leer su archivo personal para hacer este blog sobre Frida Añez) se fue convirtiendo en una
presencia diaria. De tanto reflexionar y formularse preguntas, el biógrafo
termina por hacer aparecer ante si a la persona sobre la que escribe e incluso
acaba por conversar en silencio con ella. No se trata de nada esotérico ni
mágico, sino de una compenetración interior. El biógrafo quiere arrancarle al
OLVIDO una fragmento de belleza que éste ha insistido tercamente en secuestrar
para su reino. HAY PERSONAS QUE ES MEJOR NO OLVIDAR, PUES SU RECUERDO ES TOXICO
PARA EL ALMA. MIGUEL ARROYO (MARIA TERESA CASTILLO Y FRIDA AÑEZ CON LUIS
EDUARDO CHAVEZ ENTRE OTROS) NO ES UNA DE ELLAS" ("MÉNDEZ, CARMEN
VICTORIA. "Miguel Arroyo se lee cpmo una figura para la reconciliación
nacional" IN: El Nacional 23 de junio de 2012 pág. Escenas/Cultura 12)
Y sin modestia finalizo, ¿qué diré yo que conocí a los tres en
plena vida y disfruté desde muy joven de su estima y hacer cultural viendo
ahora en mi vejez, la barbarie que se impuso como si el mal del inconsciente
venezolano fue derramado y materializado por un hombre que violó el cofre de la Pandora criolla
y aglutinó a su alrededor todo aquel que, aunque vivía del estado, tenía su corazón
de piedra o rumiaba sus complejos, contrarios en todo a lo que aquéllos grandes
venezolanos creyeron e hicieron en pro del país, el cual es hoy pasto de
venezolanos o de otras naciones a quienes recibimos sin saber quienes en verdad
eran y qué querían, que se entregaron al
mal y se dedicaron a vengar sus complejos y resentimientos en quienes somos
sus iguales, porque en este país todos fuimos humildes, pueblerinos pues hasta
Caracas no era la metrópolis que hoy de forma terrible es...y que gracias
a hombres y mujeres de los años 40 hasta el 70 hicieron de esta Venezuela una
nación de esperanzas y desarrollo?
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