Didascalia: Apuntes para entender a Miyó Vestrini
Miyó Vestrini / Serigrafía de Letra Muerta Ediciones
“La editorial Letra Muerta editó 500 ejemplares numerados de ‘Es una buena máquina’, una compilación de poemas inéditos de Vestrini seleccionados por Farilde Mereb”
Cuando se dice que alguien "es un personaje" por lo regular se quiere expresar que esa persona posee características que la convierten en única, legendaria, irrepetible. Normalmente se trata de alguien excepcional, de esas personas que habitan nuestro imaginario y protagonizan anécdotas divertidas o trágicas.
Miyó Vestrini es un personaje. No lo digo por su vasta obra, que va desde guiones de radio, entrevistas a personajes como Salvador Garmendia e Isaac Chocrón hasta suplementos para niños. Tampoco por su vida: amores frustrados, los intentos de suicidio que condujeron a su silencio final. Lo afirmo porque se trata de una mujer cuya obra contribuyó en gran medida al periodismo cultural venezolano, y la pasión por las letras se filtró en su trabajo y en su poesía, el único resquicio donde se asoman los temores y flagelos de la poeta.
La editorial Letra Muerta editó 500 ejemplares numerados de Es una buena máquina, una compilación de poemas inéditos de Vestrini seleccionados por Farilde Mereb. Se trata de un ejemplar delicioso ilustrado con la letra Palmer de Miyó, sello inequívoco de una educación de colegio católico, y fotografías de la autora: lentes de pasta, labios carnosos, pelo revuelto y lacio, ojos cubiertos por lentes de pasta que cubrían la única posibilidad de adentrarse en su alma.
Para entender su poesía inédita solo hacen falta siete cosas:
1) Para leer a Miyó Vestrini no se necesita mucho tiempo, pero requiere concentrar toda la atención. Su poesía exige tener el alma abierta e indefensa, expuesta a ser herida con las imágenes que plantea su autora.
2) Se lee mejor si se escucha a Billie Holiday. Hay algo en la voz desgarrada de Lady Day que coincide con las letras desgarradas de Vestrini.
3) Miyó es una máscara, un prosopón de Marie José Fauvelles Ripert, su verdadero nombre. En su poesía se explora a sí misma, con todas sus posibilidades y limitaciones.
4) Criticó y se criticó de manera implacable. De alguna forma se convirtió en su peor enemiga.
5) Amó en la misma medida que sufrió: desmedidamente. Fue la prueba de que la soledad puede ser una compañía constante; casi una musa.
6) Miyó no encontraba sentido a la vida. Su poesía es un manual de ensayo y error donde intentaba darle sentido, siempre infructuosamente.
7) Su peor temor era morir pareciéndose a su madre. Ese fue precisamente su último gran logro. Pero no lo supo nunca.
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