La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

25 de agosto de 2012

Poco a poco vamos comprendiendo y transmitiendo a las nuevas generaciones el legado del mecenazgo de Frida Añez cuando el Salón Nacional de las Artes del Fuego tenía el prestigio con que fue fundado. En esta oportunidad es a través del justo reconocimiento a la excelente artista Lamis Feldman, Premio Nacional de las Artes del Fuego en la categoría de Esmalte sobre metal 1980

Exposición de retrospectiva de la obra de la esmaltista Lamis Feldman


Retorno al fuego. Lamis Feldman.
                     Esmaltes 1968-1989       
En 1968 Lamis Feldman inició una aventura con el esmalte que, veintiún años más tarde, en 1989, decidió cerrar voluntariamente para entregarse a otras búsquedas, a nuevos hallazgos. Lo que el espectador tendrá ante sus ojos en esta oportunidad será, pues, el cumplimiento de aquel periplo: nada menos que un conjunto de casi seiscientas piezas que la artista atesoró celosamente desde hace dieciséis años, para fortuna nuestra, de las etapas más representativas de su trayectoria como esmaltista.
Esas etapas están caracterizadas por un lúdico ejercicio investigativo de la forma, de la cual Feldman ha dicho: "La forma en esmalte es una tragedia porque si no sigues investigando te quedas con los ceniceros, los platicos o algunas laminitas, pero cuando empiezas a hacer algo más complejo, allí entonces el fuego se alía contigo o simplemente te patea, ahí no hay términos medios, es extremismo total, y yo logré algunas formas cerradas después de haber botado no sé cuántas piezas".
El paso que la artista da desde el bowl tradicional hasta unos alargamientos, abultamientos o inconcebibles cerramientos de la vasija constituyen experiencias notables porque esas formas tan febrilmente buscadas deben cumplir su tránsito por el fuego rociadas de una sustancia tan frágil como el polvo de vidrio, y ese es el verdadero y gran sentido del esfuerzo en esta obra: la consecución de unas formas llenas de imaginación que han pasado la prueba del fuego entregándonos sus extraordinarios colores.     
La forma en manos de Lamis Feldman ha vivido una experiencia que ha sido necesario reinventar y rebautizar. Por eso, estaremos en presencia de las Daturas (1989), piezas de mediano formato llenas de un colorido poético enigmático; los Omphalos de 1972, que son formas completamente cerradas, tipo huevo; los Cantores Chatarrade 1974 donde empieza una deformación de la forma que desemboca en las llamadas Desintegradas, piezas elaboradas a muy elevadas temperaturas en las que el esmalte luce como magníficas estalactitas suspendidas en el espacio. También moldea Feldman unos diminutos Íkaros Dédalos y Lithops , etapa a la que opone luego su investigación de 1976 en la cual la vasija ha sido llevada a gran formato con proporciones que permiten visualizar derecho y revés simultáneamente; se trata de sus espectaculares Paracélsikas de las cuatro estaciones. En el ínterin, algunas formas han sido objeto de graciosas personalizaciones (con un tornillo o un cierre añadidos). Finalmente, aparecieron las Metálikas , sus piezas íntimas no por pequeñas sino por el hallazgo de un esmalte retinto y mate en cuya oscuridad reside su notable belleza.
Esta exposición ha contado con la curaduría y la museografía de John Lange, un maestro en el arte de elegir las piezas y mostrarlas en la dignidad de su belleza al público. También suyo es el diseño del cuidado catálogo que acompaña esta muestra donde se despliega la memoria de esta formidable obra de la mano de Alberto Asprino y Teresa Casique y con fotografías de Reinaldo Armas.
La visión retrospectiva de la obra de la esmaltista Lamis Feldman, Premio Nacional de las Artes del Fuego en la categoría de Esmalte 1980, representada hoy por hoy en las más prestigiosas colecciones de arte del mundo, es una invitación a adentrarnos en el mundo del color, de la poesía y del misterio que permanecerá abierta para el todo el público hasta el domingo 7 de mayo en la Sala Trasnocho Arte Contacto, Trasnocho Cultural ubicado en el sótano del Centro Comercial Paseo Las Mercedes.


Sala TAC -  993.2957
horarios de atención al público
Martes a Sábados 10:00 am a 9:00 pm
Domingos 1:00 pm a 9:00 pm

salatac@trasnochocultural.com

Hoy 25 de agosto del 2012 en el Papel Literario del diario El Nacional Judith Gerendas publica un hermoso recuento-comentario de la obra de Lamis Feldman, Ganadora del VIII Salón Nacional de las Artes del Fuego, cuando era el Salón Nacional de dichas especialidades...¡Qué de recuerdos, Venezuela!

Aunque el catálogo del VIII  Salón fue otro, en éste de la edición IX la portada es la obra con la
que obtuvo el Premio Nacional de las Artes del Fuego Lamis Feldman, que representa una 
etapa de su obra. 


El jurado ese año 1980 otorgó el máximo galardón a Lamis Feldman, siendo la 
primera vez que el Premio Nacional lo obtiene una artista del esmalte sobre metal

Jurado de Admisión: Mérida Ochoa, Alicia Benamú, Cristina Araujo, Humberto Jaimes Sánchez y Marcos Castillo. 

Jurado de Calificación: Alfredo Boulton, Frida Añez, Víctor Valera, Rafael Pineda y Hans Neumann.Premio Nacional lo gana la especialidad de esmalte sobre metal.

Año 1980
LAMIS FELDMAN(1936, Maracaibo, Edo. Zulia)
Paracélsika de inviernoEsmalte sobre metal
20,5 x 21,5 cm.
1989

Artista ganador Premio Nacional de las Artes del Fuego
VIII Salón Nacional de las Artes del Fuego (1980)
Colección Privada

Papel Literario: Aproximación a la obra de Lamis Feldman
El Nacional 25-Ago de 2012|Judit Gerendas
Es un ser humano que albergó dentro de sí la libertad y la creatividad desde la más temprana infancia, cuando decidió cambiar su nombre original por el de Lamis

|
El catálogo producido por Trasnocho Arte Contacto (TAC), titulado Retorno al fuego - Lamis Feldman, es una impresionante muestra de los esmaltes creados por la artista entre 1968 y 1989.

Se dice pronto, pero es el trabajo de una larga etapa de la vida creadora de Lamis. El catálogo, del año 2006, desprende creatividad estética por todos lados, con el diseño gráfico de John Lange y de Guillermo Salas, así como con las fotografías de Reinaldo Armas.

En este contexto, digno de su valor, de sus valiosas formas, textura, color, matices y creatividad a su vez exquisita, podemos contemplar parte importante de la obra en esmalte de Lamis Feldman, esas artes del fuego en las que se destacó tanto Lamis, antes de comenzar a investigar con otros materiales, llevada por su espíritu explorador, el cual la ha impulsado a experimentar con una amplia diversidad de modalidades de las artes plásticas, innovando en todas ellas.

Lamis ha declarado numerosas veces que su obra evoca a la naturaleza. Ello, a primera vista, nos resulta sorprendente, puesto que sus obras son arte, artificio -en el mejor sentido del término-, tienden a lo abstracto.

Configuran ese caleidoscopio esplendoroso de colores, texturas, formas y diseño que, en verdad, en un acercamiento inicial no asociamos con Natura. Alberto Asprino, en su ensayo "La obra de Lamis Feldman", del mencionado catálogo, nos ayuda a comprender a qué se refiere la artista: "Capta la naturaleza en todo su esplendor, la internaliza. Se acerca a ella en perfecta comunión (...) De ello nos hablan Daturas (1978-1989) y su asombroso espectro cromático.

El cobre de sus soportes pareciera ser cómplice del color, para desnudarse ya sin pudor o fusionarse y hacerse piel única e inseparable". (1) Las palabras del autor, a su vez artista que trabaja distintos materiales, me trasladan a los tiempos de mi juventud, que coinciden con los de Lamis, cuando nos conocimos como estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, en la segunda mitad de la década del sesenta.

Ella era una bella mujer -lo sigue siendo- de andar alado y tenue sonrisa, con un cierto parecido a Vanessa Redgrave, que se iba por las madrugadas en un carrito desvencijado que tenía a la playa, y ahí se sentaba frente al mar inmenso, sola y feliz dentro de su soledad. Yo le pregunté hace poco qué sentía en aquel entonces, enfrente del mar, y ella me contestó que fue la "imperiosa necesidad de permearme de la exuberancia del trópico, de alejarme de los 'muros de contención del concreto armado' -concreto armado en todas sus extensiones y metafóricas connotaciones y acepciones- de mi entorno, fueran personas, cosas o circunstancias".

Esa motivación tan legítima, debe complementarse con otra opinión, que es la mía: esa actitud del individuo en su absoluta soledad frente al vasto mar responde, en el caso de ella, a su irreprimible espíritu libre, y a contrastar, a partir de la fragilidad de todo ser humano, su fortaleza para aceptar ser independiente. Hoy en día Lamis sigue viviendo lejos de la ciudad, fiel a su forma de ser más auténtica.

Es un ser humano que albergó dentro de sí la libertad y la creatividad desde la más temprana infancia, cuando decidió cambiar su nombre original por el de Lamis, con el que desde entonces es conocida. Un acto de independencia extremo.

La artista comenzó su investigación con el esmalte en 1968.

Al principio trabaja con formas bi y tridimensionales. Posteriormente hace ensamblajes con
formas geométricas tro- queladas esmaltadas e investiga con distintos metales. 1971 es la época de los tazones, los vasos altos y otros objetos diseñados por ella. En 1972 comienza a investigar con la forma cerrada en base a moldes colapsables y también sobre la base de soldadura con cobre.

En 1974 se dedica a explorar la no-forma, como Alicia, que celebraba los no-cumpleaños; en esa etapa produce la serie que llamó Las desintegradas, y luego, el año siguiente, incorpora tejidos metálicos en placas montadas sobre madera.

En 1976 su investigación se orienta a lo que llama Daturas, con un asombroso despliegue cromático. Este proceso se vincula a
su tesis de grado, con la cual obtuvo, en 1973, la licenciatura en Letras, un libro de poemas titulado Olor a daturas. Ambos trabajos --el artístico (por la forma) y el poético (por el aroma)-- parten de la imagen de las muy aromáticas flores en forma de trompeta de la datura
suaveolens, planta solanaceae.

En 1977 comienza su investigación con las Latas de cobre esmaltadas. Ya en 1976 había iniciado otro proceso, el de las cestas tejidas con alambre de cobre y esmaltadas después, así como el trabajo con papeles arrugados, pétalos, envoltorios, bolsas y sobres de distintos tamaños. En 1978 realiza pases fotográficos sobre piezas ya esmaltadas. Trabajó con los prestigiosos fotógrafos Vladimir Sersa, Ricardo Armas y Alexis Pérez Luna. A partir de 1981 sigue su investigación con las Latas como elemento escultórico per
se, esta vez sin esmal- te, solo, con pátinas.

En 1988 comienza a dar un giro de 180 grados en su trabajo, lo cual implicará el abandono del esmalte, en el cual trabajó durante veintiún años, proceso que la llevó a obtener, en 1980, en el VIII Salón de las Artes del Fuego en Valencia, Venezuela, el Premio Nacional de las Artes del Fuego, el cual fue la única vez que fue otorgada, al menos hasta esa fecha, a Esmalte.

A partir de 1989 inicia nuevos planteamientos formales con diversos materiales, a replantearse la escultura y a comenzar con la pintura, con el yeso, con papel, con dibujos a lápiz. A esto dedica cerca de diez años.

En 1998 comienza investigaciones multimedia y collages, en 2002 inicia el tejido metálico con nuevos planteamientos, fecundo proceso que continúa por años, iniciando también la investigación con textiles y otros materiales, profundizando en su ya larga experiencia, a la vez que renovándose una y otra vez, con el mismo impulso juvenil que tenía cuando la conocí, hace ya tantos años.

Escuchando, tal como le dijo a Ariel Jiménez en una entrevista, cómo "el material me va diciendo lo que quiere que haga con él, y a mí me gusta investigar y jugar con sus distintas posibilidades".

De su presentación del catálogo de Quotidien, de 2001, tomo un bello trozo: "Cotidianeidad --escultura del antes, del ahora, del después--habitual compañera de soñaciones y ensoñaciones. Cotidianeidad --cual piel de tus días, de tus años, de tus eternidades".

Lamis Feldman se enfrentó al mundo para poder realizar su obra. Tuvo que tomar decisiones dramáticas, dado que
otros seres humanos --llevados por esas buenas intenciones de las que está empedrado el camino al infierno-- tomaron decisiones por ella, que luego tuvo que nivelar, para poder responder a su vocación más profunda, irrenunciable. Tuvo el valor de hacerlo y la fortaleza de la constancia, de la cual da fe su impresionante hoja de vida, que registra cuán intensamente se dedicó a su quehacer artístico.

"Siempre he sentido necesidad de expresar", había afirmado ya, rotunda, en una entrevista que le hizo Claudio Perna en 1972. Y agrega, profundizando en su idea con audacia: "Todo es arte. Hacer arte es hacer bien cualquier cosa.

Diseñar, grabar, decidir el color de una pieza después de un mes de trabajo y con resultados imprevistos, es como resolver un problema de electrónica".

Y este sería su Ars poetica: "Lo que respalda el trabajo del artista es el amor impresionante por su quehacer y si quieres, el muy alto nivel de la vibración que posee. Copiar es fracasar.

Cuando se presiente, se siente, lo que ocurre es indecible".


2 Hacer una relación de todas las exposiciones que Lamis ha realizado, y las distinciones que ha recibido, excede las posibilidades de la dimensión de este trabajo. Hizo exposiciones a lo largo y a lo ancho de Venezuela, así como otras internacionales. La más reciente de ellas se inauguró en mayo de 2012, en la Sala Trasnocho Arte Contemporáneo. Ferias, Encuentros, la Galería de Arte Nacional, el Museo de Arte Contemporáneo, la Venezuelan Arts Center de Nueva York, la Sutton Gallery de la misma ciudad, la Fundación Mendoza, el Salón de Arte Hebraica, el Museo Jacobo Borges, entre muchos otros espacios ofrecidos al arte mostraron sus obras.

En 2005 obtuvo el Premio Guayana de la VIII Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez, en Porlamar; en 2004 el Premio Best of the Show de la III Bienal Internacional Mujeres en el Arte Textil; en 2002 el Primer Premio en la categoría Tridimensional del III Salón Universitario de Arte, de la Universidad Central de Venezuela, para mencionar sólo las más recientes, de una larga lista que va de 1974 a 2005.

Obras suyas se encuentran en el Museo de Bellas Artes, en el Museo de Arte Contemporáneo, en la Galería de Arte Nacional, en la Universidad Simón Bolívar, en el Palacio de Miraflores, en la Casa Blanca de Washington, en la Fundación Polar y en muchos otros espacios.

Lamis Feldman sigue vivien- do fuera de Caracas, independiente, enfundada en su eterno suéter gris, dedicada ahora a una nueva actividad: la traducción del inglés al español a Kálevala, antiquísimo poema épico finlandés del que ella se enamoró a primera vista. Es su amor a la poesía la que está presente en todo lo que realiza, sea en el campo que sea. Ello me hace recordar una anécdota, con la cual voy a cerrar esta breve síntesis de una vida y de una obra admirables. Cuando éramos estudiantes de Letras, tuvimos el privilegio de ser alumnas del profesor Ángel Rosenblat. En un interrogatorio oral, Rosenblat le hizo una pregunta a Lamis de orden muy técnico, para la cual, en el sentido estricto del término, ella no tenía ni la más remota idea cuál era la respuesta. Se trataba de algo que tenía que ver con el por qué una frase se formulaba de la manera en la que se hacía.

Pero Lamis no dudó en dar una veloz respuesta: "porque así resulta muy poético".

El profesor, con sus ojos azules de mirada irónica la contempló un rato y luego dijo, muy suavemente: "Señorita Feldman ... En la vida no todo es poesía".

Era un gran profesor, y aprendimos mucho con él. Pero creo que en este caso, al menos en relación a Lamis, se equivocó, porque para ella, sin proponérselo, sin programarlo, en su vida todo fue, y es, poesía, más allá del dolor y de todas las dificultades.