La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

25 de febrero de 2015

El caricaturista habló en 2008 respecto a su obra Conductores de Venezuela (1999) en la revista Estampas...El mural fue realizado en los hornos y con material de la Corporación Cerámicas Carabobo, durante la gestión de Frida Añez en la Gerencia Administrativa...Podría considerarse el último aporte al arte que hizo esta gran mecenas de la cultura valenciana.

Zapata decía sobre su mural: "El que crea que es suyo, que lo defienda"

El caricaturista habló en 2008 respecto a su obra Conductores de Venezuela (1999) en la revista Estampas...El mural fue realizado en los

hornos y con material de la Corporación Cerámicas Carabobo, durante la gestión de
Frida Añez en la Gerencia Administrativa...Podría considerarse el último aporte al arte que hizo
esta gran mecenas de la cultura valenciana.

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Fotografía de Natalia Brand (2008)
EL UNIVERSAL
viernes 6 de febrero de 2015  12:46 PM
Pedro León Zapata, fallecido esta madrugada a los 85 años de edad, ofreció una entrevista a la revista Estampas del diario El Universal en 2008 en la que conversó con el periodista Johan M. Ramírez respecto a su relación con Caracas y la obra que engalana, al igual que El Ávila, la ciudad capital: Conductores de Venezuela (1999).

A continuación, se copia el texto tal cual fue publicado el 27 de abril de 2008:


Pedro León Zapata: Caracas es 20% ciudad y 80% Ávila

Es un auténtico artista. Por momentos parece poeta, a ratos escritor, pero, definitivamente, la decoración de su casa lo delata: es un pintor empedernido.

¿Caraqueño? Nació en La Grita, pero sí, es caraqueño. No se concibe en otra ciudad, aunque antes, cómo no, soñó con vivir en París, Madrid, Roma y Nueva York, pero hoy, a sus 79 años, ni le pasa por la cabeza el deseo de estar en un lugar distinto a Caracas, la ciudad que definió para siempre su futuro.

"Yo quería ser pintor, el mejor que pudiera existir. Y con ese deseo me fui a estudiar a México, pero al regresar aquí encontré una ciudad muy distinta a la que dejé. Al caer Pérez Jiménez se creó una hermandad sorprendente. Era como si todos hubiesen prescindido de los partidos políticos para reconocerse sólo como caraqueños", dice.

Aquello despertó en él unas ganas tremendas de comunicarse con la ciudad. Pero como pintor le era difícil, si acaso como muralista podría hacerlo, aunque en ese momento, qué ironía, no le resultaba fácil conseguir una pared para pintar. Finalmente apareció la caricatura, y su historia cambió al punto de que hoy puede afirmar: "Para que mi pintura sea importante, debe parecerse ami caricatura".

Así, ya tiene 40 años hablando con la ciudad a diario a través de sus dibujos en la prensa. Pero también siguió pintando, y así llegó 1999 y, con él, un paredón que probaría su creatividad.

Entonces cobró vida su obra más simbólica, que no por casualidad es como un gran Zapatazo, una caricatura de 150 metros de largo por 11,5 de alto:Conductores de Venezuela, el mural a orillas de la autopista Francisco Fajardo.

"Desde el principio supe que no me pedían el mural por ser pintor, sino por ser caricaturista. Ellos aseguraban lo contrario: ‘¡el pintor Zapata!', decían, pero en el fondo pensaban: ‘¡Ojalá haga una caricatura!'. Por eso resolví algo muy claro: sería una caricatura hecha por un pintor", cuenta.

Luego, como tema, decidió representar a la gente que pasaría en sus carros frente a la obra, una suerte de espejo público que, al mismo tiempo, daría a entender que así como conducimos los autos en la realidad, debemos también conducir el país, como los grandes caraqueños que lo han hecho en la historia: Simón Bolívar, José María Vargas, Simón Rodríguez, Armando Reverón y Teresa de La Parra.

Hoy día, ve la obra como un citadino más, ya no como el autor. Piensa que de superar el deterioro vertiginoso, quizá se convierta en un símbolo. Pero lo duda, cree con pesar que pronto las 40 mil baldosas se vendrán abajo. "Ya ese mural nome pertenece. Quizá sea de la universidad, de la alcaldía o de los ciudadanos; yo lo terminé y alguien lo compró. El que crea que es suyo, que lo defienda", afirma.

Pero Zapata no es sólo un mural, sino un artista unido esencialmente a Caracas y cautivado por la hermosura de El Ávila, cuya imagen ha retratado muchas veces. "Lo he pintado junto a Alejandro Otero y Pascual Navarro. Recuerdo que una vez hicimos un nocturno desde La Pastora".

Cree que todos los pintores caraqueños han sido encantados por este paisaje, el cual se distingue por El Ávila. "No podemos pensar en Caracas sin su cerro".

Y en efecto, dice que la capital es 20% ciudad y 80% montaña.

"Creo que todos los que no son pintores han querido serlo sólo para pintar este valle".Y no imagina que alguien no esté enamorado de El Ávila. "Cómo no estarlo, si es imposible no caer rendido ante semejante belleza".


El mural de la identidad nacional que fue Zapata

SANTIAGO QUINTERO |  EL UNIVERSAL
martes 24 de febrero de 2015  12:00 AM
Hizo de las artes plásticas, la gran galería del periodismo. Propició la exposición de un país a la mirada de un espíritu comprensivo. Su arte fue el mural de la identidad nacional.

La paradoja de sus mitos y verdades, la idiosincrasia inentendible, el encuentro  sensorial de la nación con su alma, con sus dolores, sus carencias, la desnudez famélica de sus cuerpos atrapados por el hambre, marco para la denuncia de las necesidades más allá del discurso puramente académico, se convirtieron en dibujos para el entendimiento de todos.

Entre sus compañeros de faenas, Pedro León destacaba como una suerte de unicornio encarnado capaz de traducir una realidad literaria de la realidad fantasiosa, aquella que se percibe en la convicción de que no existe, especie de ilusión del desierto de ideas sometido a la resolana de la crudeza social.

Durante su tránsito vital, Zapata vio operar el maniqueísmo del poder en todos sus frentes y decidió enfrentarlo con el más elaborado humor, aquél que habla a través de una caricatura que no deforma la realidad sino que trata de hacerla más tangible, una especie de fotografía con radiografía incorporada de los sucesos y personajes que pueblan sus circunstancias. El país pasó del manejo de la riqueza bajo la falsa premisa del criterio de escasez nunca ejercido, que inundó a las instituciones al punto de sumergirlas en un letargo operativo, ético y moral, a la vorágine patriotera de la más completa escasez de criterio con una rimbombante, estentórea y pantagruélica vanidad "reivindicativa" más propia de la comedia teatral, que de un país que sea conducido por la inteligencia y no por sus instintos más primitivos, carentes de las neuronas para pensar, cortocircuitadas, aisladas y "encanadas" por los grilletes de la ignorancia, el odio mellizal destructivo para el compatriota, en una versión cotidiana y secular de un proceso kafkiano gatopardiano de conservación del poder a toda costa, que busca los recovecos del resentimiento oculto a la virtud para colocarlo a la venta sin precio pero con el más elevado costo: la compra del alma nacional, la perfecta oferta luciferina para destruirla "Tómala, bébela, consúmela, la revolución es gratuita". Así la caricatura pasó de la conseja de Trinidad a Coromotico, a la expresiva cabeza en forma de bota militar con la suela desprendida, mostrándonos su locuacidad verborreante y a la vez, el profundo primitivismo del más craso abuso de poder, de la autoridad de uniforme que piensa y habla con sus pies lo que debería hacer con su cerebro, soportado a su vez por un cuerpo engorilado vestido con uniforme de prócer  y ribeteado por profusas medallas y condecoraciones dignas de la más crematística ineptitud. Todo eso y mucho más, dibujó, escribió, pensó y dijo Zapata sobre las vicisitudes del país y su población. A esa nación habló Pedro León, en su discurso plástico sincrónico y diacrónico, con la intención de tener una íntima conversación con el inconsciente colectivo, para el cual su caricatura fue el diván perfecto de expresión. Ojalá y la rendición de cuentas, luego del ejercicio psicoanalítico de interpretación nacional de todo el conjunto de su obra imperecedera, logre hacer despertar en la conciencia de todos los venezolanos el país que habita en sus cerebros, muy diferente al que hoy es pisado por su cruda realidad de falencias, indigencia, colas e ingentes y paralizantes necesidades.

santiagoquintero@gmail.com

Nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho cedido por sus dueños, Abrahán Reyes y su esposa Patricia, en lo que hoy es el 23 de Enero de Caracas. Cien alumnos sentados sobre el piso, pues no tenían pupitres ni mesas, fueron sus primeros alumnos. Dos muchachas del barrio que solo contaban con quince años y el sexto grado de primaria, las primeras maestras. Hoy, Fe y Alegría es un movimiento de educación popular y promoción social presente en 21 países de América Latina, Europa y África.

Fe y Alegría cumple 60 años

Apostamospor una educación integral de calidad que fomente el potencial transformador de todos

ANTONIO PÉREZ ESCLARÍN |  EL UNIVERSAL
martes 24 de febrero de 2015  12:00 AM
Nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho cedido por sus dueños, Abrahán Reyes y su esposa Patricia, en lo que hoy es el 23 de Enero de Caracas. Cien alumnos sentados sobre el piso, pues no tenían pupitres ni mesas, fueron sus primeros alumnos. Dos muchachas del barrio que solo contaban con quince años y el sexto grado de primaria, las primeras maestras. Hoy, Fe y Alegría es un movimiento de educación popular y promoción social presente en 21 países de América Latina, Europa y África.

Desde los inicios, los fundadores de Fe y Alegría optaron por la educación por considerarla el medio más idóneo para combatir la exclusión y la miseria, y hacer de las personas sujetos dignos, productivos, solidarios. Pero tenía que ser una educación de calidad, pues no podían aceptar que la educación de los pobres fuera una pobre educación. Si la educación no es de calidad para todos, en vez de contribuir a democratizar la sociedad, contribuye a agigantar las diferencias: buena educación para los que tienen posibilidades de asistir a colegios prestigiosos, y pobre o pésima educación para los que asisten a centros o programas de muy dudosa calidad.

En estos tiempos en que tanto se vocea la calidad, pero se entiende de modos muy diversos, para Fe y Alegría, la educación es de calidad si contribuye al desarrollo de sujetos libres, activos y conscientes, con las competencias necesarias para incidir en la mejora de su calidad de vida y en la transformación de su entorno social. Educación que enseña a vivir y a convivir, a defender la vida, a entregar la vida para que todos podamos vivir con dignidad y en paz. Educación que forma auténticas personas y ciudadanos productivos y solidarios, con capacidad de insertarse activamente en el mundo del trabajo y de la producción, y realmente comprometidos con el bien común.

Por ello, a las ya tradicionales dimensiones del informe Delors: educación que enseña a ser, a conocer, a hacer y a convivir; nosotros, como educadores populares, añadimos educación que enseña a transformar, pues reivindicamos la entraña ética y política de la educación popular, que se define por su intencionalidad transformadora. Apostamos, en consecuencia, por una educación integral de calidad que fomente el potencial transformador de cada persona como sujeto de su historia y de la historia, y optamos por una educación que prepare a las personas, comunidades y naciones, ya no para acomodarse a los cambios, sino para orientarlos a favor de un proyecto de construcción de otro mundo posible en el que prevalezca la justicia, la inclusión, la democracia, y la paz.

A pesar de sus éxitos reconocidos nacional e internacionalmente, y a pesar de que inexplicablemente, sus trabajadores en Venezuela todavía no disfrutan de los mismos beneficios que sus colegas de la educación oficial, entre ellos, el de la jubilación, Fe y Alegría sigue y seguirá trabajando con renovados bríos por garantizar a todos una educación de verdadera calidad. 

pesclarin@gmail.com

@pesclarin

www.antonioperezesclarin.com

21 de febrero de 2015

La venezolana Sara Fratini dibuja a sus chicas como torbellinos envueltos en una madeja de pelo, imágenes de mujeres de actitud desinhibida y discurso optimista que recopila en "La buena vida", su primer libro, publicado por la editorial Lumen, la misma de Quino, el padre de Mafalda. En entrevista con EFE, Fratini aseguró que con su libro quiere plantar cara a la exigencia estética de ciertos códigos femeninos...Ojalá Sara Fratini volteara su mirada a las mujeres que como Frida Añez fueron de "avanzada y deshinibidas" de verdad en una época que serlo, era muy difícil, y traía severas críticas.

La venezolana Sara Fratini presenta en su libro a mujeres desinhibidas

Sus dibujos despertaron la curiosidad de los responsables de Lumen, editorial barcelonesa que tiene en su catálogo a Quino
Sus dibujos despertaron la curiosidad de los responsables de Lumen, editorial barcelonesa que tiene en su catálogo a Quino
Fratini aseguró que con su libro quiere plantar cara a la exigencia estética de ciertos códigos femenino

La venezolana Sara Fratini dibuja a sus chicas como torbellinos envueltos en una madeja de pelo, imágenes de mujeres de actitud desinhibida y discurso optimista que recopila en "La buena vida", su primer libro, publicado por la editorial Lumen, la misma de Quino, el padre de Mafalda.

En entrevista con EFE, Fratini aseguró que con su libro quiere plantar cara a la exigencia estética de ciertos códigos femeninos.

Esta treintañera, que vive desde hace unos años en un pueblo de Calabria (Italia), donde recaló para organizar una exposición de carteles creado en el seno de un festival de cine, combina dibujos con textos brevísimos, mezcla de aforismos, proverbios o de consejos más o menos humorísticos que retratan estados de ánimo y cómo afrontarlos.

Sus dibujos despertaron la curiosidad de los responsables de Lumen, editorial barcelonesa que tiene en su catálogo a Quino, un dios para cualquier ilustrador, dibujante, o creador gráfico que se precie.

"Cuando me llegó un mail de Lumen con la idea del proyecto casi me desmayo: ¡era la misma casa editorial de Quino y Mafalda!" recuerda esta autora, que se autocalifica de "freak" por la pasión que siente por la ilustración, pero también por pintores clásicos como Rubens.

Lumen también tiene a algunas de las ilustradoras más conocidas del panorama español, como Raquel Córcoles ("Moderna de pueblo") o Joaquina Guerrero ("Diario de una volátil") ambas de la generación que Fratini, y también "investigadoras" del mundo femenino.

Licenciada en Bellas Artes por la Complutense de Madrid, Fratini (Puerto Ordás, 1985) comenzó a colgar en un blog personal las mujeres que diariamente dibujaba como vía de escape "para combatir la inseguridad del día a día", explicó en una entrevista con EFE.

"El libro es una recopilación de sentimientos y pensamientos, de cosas que me pasan o que me gustaría que me pasaran", señaló la autora. Sin embargo, advirtió que aunque sus chicas son "una especie de alterego para salir adelante" no son ella al cien por cien.

Para Fratini, cualquier mujer puede verse reflejada en el libro, porque, al fin y cabo, señala, el 88 % de sus seguidores digitales son mujeres.

"Querido monstruo: me encanta cuando logramos estar en sintonía", dice en las páginas de "La buena vida" una de sus jovencitas sentada en un sofá con la cabeza apoyada en un extraño amasijo de pelo negro, símbolo de los fantasmas personales que se han de combatir cada día.

Aunque está muy a gusto en su pueblecito italiano -"allí puedes dedicarte a dibujar sin preocuparte casi del alquiler"- Fratini señala que echa de menos España y a su Venezuela natal hace más de cinco años que no viaja. Sus padres ya no viven allí por los problemas de seguridad y violencia.

"De Venezuela extraño a mis abuelas. Me duele bastante, pero es un país peligroso y mientras tenga miedo prefiero no volver. Me entero de noticias malas, de secuestros, cosas así... Siento que han pasado muchas cosas allí y no quiero meterme en un problema por la nostalgia", se lamenta.

Prefiere que sus dibujos se mantengan al margen del conflicto político que se vive en su país.

"Defiendo los Derechos Humanos y la libertad de expresión, pero si hablas de política y religión puedes romper lazos importantes", argumenta. De hecho, el año pasado publicó una viñeta sobre derechos humanos en Venezuela que recibió críticas de algunas de sus seguidoras.

"Mucha gente espera que diga algo más, pero prefiero defender mi visión como mujer", añadió.

Tras "La buena vida", Sara Fratini tiene ahora entre manos varios proyectos, un cuento infantil y juvenil, algún que otro mural con sus sirenas gigantes y un homenaje a los cinco sentidos de Brueghel y Rubens, también protagonizado por sus mujeres "robustas y grandes".





María Luisa González Gragirena de Escobar (Valencia (Venezuela)5 de diciembre de 1898 - Caracas14 de mayo de 1985), conocida artísticamente como María Luisa Escobar fue una músico, pianista y compositora venezolana1 y fundadora del Ateneo de Caracas









¿Quién fue Cesare Pavese a quien el desengaño amoroso que sufre tras la ruptura de su relación sentimental con la actriz norteamericana Constance Dowling- a la que dedica sus últimos versos "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos"- y su malestar existencial lo llevan al suicidio el 26 de agosto de 1950, en Turín.?

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Trayectoria

Este gran poeta y novelista italiano estudió filología inglesa en la universidad de Turín y, tras su licenciatura, se dedicó por completo a traducir a numerosos escritores norteamericanos, como Sherwood AndersonGertrude SteinJohn Steinbeck y Ernest Hemingway, entre otros, así como a escribir crítica literaria que hoy se considera clásica. Al unirse con Giulio Einaudi y su amigo Leone Ginzburg, cofundadores de la editorial Einaudi en 1933, fue uno de los cimientos de esta famosa empresa cultural italiana desde 1937, en la que permaneció como editor decisivo hasta su muerte y en la que trabajó con un rigor reconocido hoy por todos (pues Leone murió torturado por los alemanes en 1944).
Sus primeros escritos fueron publicados aparentemente con el pseudónimo de Mârlon Zmôrda, un supuesto escritor esloveno, judío y anarquista, aunque esta hipótesis ha sido discutida en varias ocasiones. Posteriormente, sus escritos antifascistas, publicados en la revista La Cultura, lo condujeron a la cárcel en 1935, donde inicia sus primeras obras. Durante la II Guerra Mundial formó parte de la Resistencia antifascista como estudioso y pensador independiente aunque cercano a la izquierda italiana. Tras la guerra se incorporó al grupo editor su amiga escritora Natalia Ginzburg, mujer de su compañero de curso Leone. Durante toda su vida, Pavese tratará de vencer la soledad interior, que veía como una condena y una vocación. Se suicidó a los cuarenta y dos años de edad. Su gran amigo el escritor Davide Lajolo describió, en su libro El vicio absurdo, el malestar existencial que envolvió siempre su vida.
La narrativa de Pavese trata, por lo general, de conflictos de la vida contemporánea, entre ellos la búsqueda de la propia identidad, como en La luna y las fogatas (1950). Pavese (que vivía con una hermana) se suicidó en una habitación de hotel en Turín, después de haber recibido un premio literario por su libro El bello verano (1949). Su diario se publicó póstumamente, en 1952, bajo el título El oficio de vivir, y concluye con la frase anunciadora de su decisión personal.
En el año 1957, se creó un premio literario con su nombre para honrar su memoria.
Fue importante su obra como escritor, traductor y crítico, que además de la Antología americana que coordinó Elio Vittoriniincluyó también la traducción de clásicos de la literatura, desde el Moby Dick de Melville en 1932 a obras de Dos Passos,FaulknerDefoeJoyce y Dickens.
Su actividad de crítico, en particular, contribuyó a crear un cierto mito de América, que repercutió en la narrativa italiana de posguerra. Mientras trabajaba en el sector editorial (para la editorial Einaudi), Pavese propuso a la cultura italiana escritos sobre temas diferentes, y anteriormente raramente abordados, como el idealismo y el marxismo, así como temas religiosos, etnológicos y psicológicos nuevos.

La vida en la obra

Pavese nació en Santo Stefano Belbo, donde su padre, procurador de tribunal en Turín, tenía una delegación. Estos son los lugares y las experiencias infantiles que mitificará el Pavese escritor.
En 1914 muere su padre, lo que le causa un primer trauma. Su madre, de hecho, compensará la ausencia del marido educando de modo bastante rígido a su hijo. Pavese cursa estudios secundarios en Turín con Augusto Monti, colaborador de Gobetti, narrador y pedagogo. Es su primer contacto con el mundo de los intelectuales y con personalidades comoLeone Ginzburg, éste muy cercano siempre, Tullio PinelliVittorio Foa (estudioso de los problemas políticos y sociales) yNorberto Bobbio.
Pero es en su época universitaria cuando Pavese se interesa por la literatura norteamericana; en esos años, alterna su trabajo de traductor con la enseñanza del inglés. Se licencia con una tesis sobre el poeta norteamericano Walt Whitman.
En 1935 es confinado por sus actividades antifascistas (de hecho, sólo había conservado unas cartas comprometedoras de una activista comunista de la que se había enamorado); tras este exilio publica un importante libro de versos que había empezado en 1928: Los poemas de Trabajar cansa (1936) fueron muy innovadores y, junto a sus obras narrativas, atraen todavía a un público muy amplio.
En ese mismo período, empieza la composición de El oficio de vivir, diario literario y existencial que seguirá escribiendo hasta el final de su vida. De vuelta de su confinamiento, Pavese descubre que la mujer a la que amaba se ha casado (lo que le ocasiona un segundo trauma); a partir de ese momento, Pavese se angustia, temeroso de que lo ya sucedido se pueda repetir. La angustiosa sensación del fracaso, lo acompañará hasta la muerte.
En 1938, su relación con la editorial Einaudi se estabiliza. En 1940 termina El bello verano (con el que obtendrá en 1950 el Premio Strega) e inicia Feria de agosto; en 1941, publica De tu tierra.
Llamado a filas, se le dispensa por el asma que padece. Desde el 8 de septiembre de 1943 hasta la liberación de Italia se refugia en primer lugar en casa de su hermana, y luego en un colegio de Somascos en Casale Monferrato, sin contacto con los acontecimientos que sacuden Italia, mientras muchos de sus amigos entran en la Resistencia. Narra estas experiencias en La casa en la colina (que escribe entre 1947 y 1948). En esta obra se pone de manifiesto el conflicto entre su elección y la de sus amigos, muchos de los cuales murieron. Al terminar la guerra, sin embargo, quizá para compensar su anterior elección, Pavese entra en el Partido Comunista Italiano por sugerencia de una amiga.
El desengaño amoroso que sufre tras la ruptura de su relación sentimental con la actriz norteamericana Constance Dowling- a la que dedica sus últimos versos Vendrá la muerte y tendrá tus ojos - y su malestar existencial lo llevan al suicidio el 26 de agosto de 1950, en Turín.

La poética de Pavese

Entre 1936 y 1941

Pavese surge como poeta en 1936, con Trabajar cansa (Lavorare stanca). La recopilación se reedita en 1943, añadiendo treinta y un poemas y suprimiendo seis. En pleno periodo hermético Pavese toma el camino de la poesía narrativa (ritmos narrativos, tono coloquial, ciudad...). La experiencia narrativa produce un verso alargado y de amplia cadencia (decasílabo alargado a trece sílabas).
En su ensayo El oficio de poeta Pavese sostiene la necesidad de que las palabras se adhieran a las cosas y rehúye la musicalidad por sí misma. Estos primeros cánones poéticos serán posteriormente modificados para evitar que la poesía narrativa se convierta en un boceto naturalista. Pavese teoriza sobre una poesía que se resuelve en imágenes. Poesía narrativa y poesía - imagen coexisten en Trabajar cansa, obra en la que ya encontramos las constantes de Pavese: soledad como condena existencial, incapacidad de diálogo, añoranza de la mujer, el campo como mito desde el que se originan las primeras impresiones y la identidad del individuo, la figura del exiliado que vuelve al lugar de origen, buscando su propia infancia, persiguiendo la propia identidad.
Pavese une a su capacidad de fabulación una precisa conciencia crítica. La cárcel constituye su primera obra narrativa válida (cárcel de la soledad). El protagonista vive la experiencia del confinamiento pero se trata fundamentalmente de una autobiografía espiritual: la vivencia del intelectual que trata de romper la soledad, pero vuelve a ser absorbido por ésta. Más allá de sus implicaciones políticas la novela se caracteriza por el análisis existencial.
En 1941, publica Tus pueblos (I paesi tuoi) y llama la atención de la crítica, que lo interpreta como una manifestación de realismo. En realidad la descripción de un medio rural primitivo y los temas de la pasión, de la sangre, sin olvidar un lenguaje que se acerca al dialetto y al lenguaje hablado y la aparente objetividad naturalista confieren una dimensión mítica y ritual a la narración, una lectura de la realidad en clave simbólica, con matices de los estudios antropológicos y de lo sagrado.
Su consagración del mito deriva de la idea según la cual en la infancia se crean mitos y símbolos que forman una especie de memoria atávica. Pavese se aleja de cualquier representación realista en el sentido que tiene, como principio de poética, la necesidad de focalizar el fondo mítico e irracional propio de cada individuo y que determina su personalidad y su destino.

El último decenio

En el último decenio, entre 1940 y 1950, Pavese produce obras heterogéneas en cuanto a temática y estilo. La reflexión sobre el mito orienta a Pavese en dos direcciones, aparentemente lejanas, pero que tienen el mismo objetivo.
Por una parte recupera el fondo mítico de su propia personalidad, distanciándose de la realidad y refugiándose en el intelectualismo (Diálogos con Leucò) por otro lado hacia el neorrealismo, a la observación del ambiente y de los hombres (El compañero1946).
La misma coexistencia de intereses diversos la podemos encontrar en 1949 en La luna y la fogata y en Entre mujeres solas. Los dos motivos se integran, en el sentido de que ponen a fuego al hombre, alienado en el contexto urbano, buscando sus propias raíces míticas. La narrativa de Pavese no se distingue por la complejidad de la trama, sino que se identifica en breves capítulos potencialmente evocadores.
Los dos textos que nos lo muestran son La casa en la colina y La luna y la fogataLa casa en la colina se publicó a la vez que La cárcel. El título del volumen era Antes de que el gallo cante (haciendo mención al episodio evangélico en el que Cristo anuncia a Pedro que antes de que el gallo cante él lo negará tres veces) lo que aclara la proximidad de ambas novelas: el protagonista de La cárcel es esclavo de la soledad hasta el punto de que la ama.
Corrado, protagonista de La casa en la colina, mientras sus amigos participan en la lucha partisana, se refugia en su propia soledad hasta que llega a la certeza de que su aislamiento ha sido una traición. Pavese profundiza además del tema mítico, el social y de clase. La soledad se convierte en estado de ánimo, condición existencial y social.
También La luna y las fogatas es una novela-balance, atemporal, en la que Pavese introduce sus propios temas y principios teóricos. El retorno a la infancia y el recorrido obligado para conocerse y tener conciencia del propio destino. La novedad de la novela está en el hecho de que la peregrinación a los lugares míticos de la infancia concluyen constatando dolorosamente que todo se ha perdido: han desaparecido las personas y los lugares han cambiado; la muerte es connatural al hombre.
Correspondencia, documento fundamental para conocer su actividad y sus relaciones humanas. Se ha escrito sobre él que Pavese logra plasmar un mundo creativo a través del cual alcanza una realización personal que le había sido negada en los otros planos de la existencia.

Obras

Poesía

Narrativa

  • Il carcere, 1938-39
  • Notte di fiesta, 1936-38, cuentos
  • Paesi tuoi1941De tu tierra
  • La spiaggia1942, La playa
  • Feria d'agosto, 1944.
  • Fuoco grande, 1946.
  • Il compagno, 'El camarada 1947.
  • Diálogos con Leucò1947.
  • Il diavolo sulle collineEl diablo sobre las colinas, (1948).
  • La casa in collina 1948La casa en la colina.
  • Tra donne sole, 1949, Entre mujeres solas.
  • El bello verano1949.
  • La luna e i falò1950La luna y las fogatas.

Ensayos y otros textos

  • La letteratura americana e altri saggi (Einaudi, 1951, con un prólogo de Italo Calvino), La literatura americana y otros ensayos.
  • Il mestiere di vivere (1935-1950), El oficio de vivir, diarios publicados en 1952.
  • Correspondencia.
Cuentos
  • años

Bibliografía

  • Eugenio Castelli: El mundo mítico de Cesare Pavese, Pleamar, 1972.
  • Davide Lajolo: Il "vizio assurdo". Storia di Cesare Pavese, 1960.
  • VV.AA.: Pavese, J. Álvarez, 1969.
  • Natalia Ginzburg: Las pequeñas virtudes, Acantilado, 2004.
  • Lorenzo Mondo: Aquel antiguo muchacho. Vida de Cesare Pavese, Sol de Ícaro, 2011.

¿Qué sucedía en el mundo de la literatura universal en esa década de los 50....?

Diario ajeno: Una cura de silencio

Cesare Pavese | Foto: Cortesía
Cesare Pavese | Foto: Cortesía
“A sus cuarenta y dos años Pavese se encuentra encumbrado en su carrera literaria: gana el premio Strega, la más importante distinción en novelística italiana, y sus trabajos como poeta, traductor y narrador gozan de buena aceptación”

A principios de 1950, la correspondencia de Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo9 de septiembre de 1908 - Turín,27 de agosto de 1950), fue un escritor italiano, uno de los más importantes del siglo XX.no parece dar cuenta del estado de angustia en que se debatía el escritor italiano. Sin embargo, las cartas fechadas a partir de mayo y las postreras de su fatal agosto están salpicadas de pistas premonitorias que asoman el oscuro laberinto por el que transita un hombre que en silencio planifica su muerte: “hace mucho tiempo que comprendí que mi suerte es abrazar sombras”.
A sus cuarenta y dos años Pavese se encuentra encumbrado en su carrera literaria: gana el premio Strega, la más importante distinción en novelística italiana, y sus trabajos como poeta, traductor y narrador gozan de buena aceptación; pero muy adentro suyo yace en una sima que lo hace desdeñar cualquier aplauso: “Saluda a Federica y agradécele su esquela y dile que, si Dios me ha dado grandes dotes, también ha dado el cáncer a muchos, a otros los ha creado tontos y a otros los ha hecho caer de pequeñitos… No acabo de ver dónde está tan gran bondad”. Su ánimo corrosivo se destila en sus cartas finales; éstas, por cierto, son más breves y contundentes, como la fechada el 23 de agosto, donde rechaza la invitación de su amigo Bona Alterocca para encontrarse en algún momento: “No. Tengo otras cosas en la cabeza. Hace falta una cura de silencio. Lo siento pero, si de algo entiendo, es de esto”. Días antes ambos se habían visto; de ese encuentro Alterocca recuerda a un Pavese vencido, un hombre que le confesaba ya no resistir más, alguien dispuesto a acabar con su propia historia: “no tengo nada ya nada que hacer, la parábola se ha cerrado. Artísticamente he llegado a lo máximo que podía; el resto no existe”. Antes de despedirse, con un sonrisa aparentemente relajada, mientras miraba las tranquilas aguas del Po comentó que no le gustaría ahogarse: “mejor el veneno”. No se vieron más. 
Sólo las misivas a las hermanas y a las actrices norteamericanas Constance y Doris Dowling están escritas desde cierto sosiego; aunque en varias reafirma su dolorosa nostalgia amorosa por Constance: “Te amo. Querida, Connie, sé todo el peso –el horror y la maravilla– de esta palabra, y sin embargo te la digo, casi con tranquilidad. La he usado tan poco en mi vida, y tan mal, que es casi nueva para mí”. Constance y Doris se devolverán a Hollywood después de hacer vida en Italia; a lo lejos, Cesare Pavese intentará escribir un guión para ellas, un intento cinematográfico que quedará inconcluso.
Una mujer más aparecerá en las últimas páginas del escritor, la llamará Pierina, una muchacha de Bocca di Magra, y ante ella se confiesa en su desamparo: “Estoy, como suele decirse, al final de mi vela (…) No se puede quemar la vela por los dos cabos –en mi caso la he quemado toda por un solo lado y las cenizas son los libros que he escrito”. Cuando esto escribe, Cesare Pavese ya se encuentra en la fase más aguda de su crisis depresiva. Meses antes había anotado: “este año he tenido un repentino derrumbamiento que me ha dejado viejo o niño”. El 25 de agosto, días antes de su suicidio, le escribe a un destinatario en Turín: “hay asuntos míos que me parten el alma, estoy hecho pedazos, no tengo ganas de ver a nadie y pagaría a peso de oro un asesino que me acuchillase en medio del sueño”.
El asesino soñado se desdoblará de sí mismo la noche del 27 de agosto y emprenderá la acción encomendada por su álter ego, el mismo que había decidido callar y emprender la salida del laberinto sin escribir una palabra más:
“Tutto questo fa schifo.
Non parole. Un gesto. Non scriverò piú”.