La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

11 de agosto de 2011

Catálogo Primer Salón Nacional de las Artes del Fuego 1971 (II)


COLETTE DELOZANNE, ESCULTORA

"El ser humano es un misterio y así son mis obras"

"El tiempo ha pasado, pero sigo montándome en una escalera para ensamblar las obras"

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Delozanne expone nueve obras en la muestra "Entre el origen y lo sagrado. El reencuentro con la espiritualidad" en la GAN OSWER DÍAZ
DUBRASKA FALCÓN , COLETTE DELOZANNE , ESCULTORA |  EL UNIVERSAL
martes 22 de mayo de 2012  12:00 AM
Colette Delozanne (Francia, 1931) es una mujer menuda, de tez blanca y ojos verdes. No llega siquiera a medir más de un metro 60 centímetros. Sí, parece frágil, pero sus manos han sido capaces de modelar esculturas de más de tres metros de alto. Ella se ríe, sabe que el contraste entre sus piezas y su cuerpo es gigantesco, pero no le importa. "Lo que pasa es que cuando estoy haciendo la obra no pienso en lo grande que es. Sí, es duro para mí. A veces me canso. El tiempo ha pasado, pero sigo montándome en una escalera para ensamblar las obras. Mi esposo y un ayudante que tengo colaboran conmigo, pero ya no soy tan joven", exclama la artista, que tiene 50 años moldeando en el mundo del arte.

Fue en el año 1981 cuando la escultora -que llegó a Venezuela en 1955, en época de posguerra- comenzó a crear en grandes formatos. Nueve de las obras que ha realizado desde entonces se muestran en la exposición Entre el origen y lo sagrado. El reencuentro con la espiritualidad, en la Galería de Arte Nacional (GAN).

Las piezas, hechas con barro cocido y patinado, están dispuestas en el pasillo de entrada de la institución ubicada en la avenida México.

"Siempre he proyectado mis obras para los espacios públicos verdes, porque si las obras están en las calles o en los parques, a los transeúntes les llega de alguna manera la sensibilidad. A veces la gente no va a los museos...", dice ella.

A Colette Delozanne le importa la interioridad del ser humano. Lo que nadie ve. Por eso se atreve a afirmar que a veces no puede explicar cómo son sus obras.

"El ser humano es un misterio. Así son mis obras. Mi discurso apunta a la interioridad. Cuando era chiquita leía mucho acerca de los mitos. Me críe en una ciudad industrial, pero me gustaba mucho ir al campo: recogía piedras, plantas, hojas. Es decir, son cosas que nacen con uno. A mí nunca nadie me dijo que hiciera arte", explica Delozanne.

Y sí, su obra está plagada de mitos. La escultora reconoce que para crearlas se ha basado en templos sagrados como las catedrales de Inglaterra, Francia y España; escenarios como Machu Picchu; y construcciones hechas por los celtas. "Cuando la gente ve mis obras, se pone a pensar. ¡Les intriga! Es que mi obra siempre tiene una vida interior. La vida que recuerdo de los lugares sagrados, de los templos, pero sobre todo de la naturaleza. En Francia la naturaleza era diminuta. Y cuando llegó aquí todo es grande. Era extraordinario", cuenta Delozanne.

Con sus manos la escultura transforma sus recuerdos en tótem, templos, seres mitológicos y torres. En ellos también están las imágenes de la guerra que le tocó vivir. "Es como un mestizajes. Mis obras son un conjunto. Todo se mezcla, porque al final es lo mismo... lo sagrado. Es el mismo anhelo del ser humano de percibir lo desconocido, lo sagrado. Yo lo religioso no lo veo como una religión en particular, lo veo en su sentido etimológico: relacionar. Todo se relaciona en el universo. Ahora la gente se ocupa del tema ecológico. Pero ya en los años 80 yo me ocupaba de ese tema, porque vi la guerra. Vi ciudades y naturaleza destruidas", concluye la artista, menuda, de un metro 60 centímetros, quien confiesa que sigue trabajando encima de su escalera. 

dfalcon@eluniversal.com




Colette Delozanne ganadora de este primer Salón 40 años después






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