La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

17 de enero de 2015

El reconocimiento que había alcanzado Pedro León Zapata como caricaturista después de su retorno a Venezuela, a finales de 1958, fue determinante para que la dirección del diario El Nacional resolviera incorporarlo a sus filas, en 1965

Pedro León Zapata y sus 50 años en EL NACIONAL

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El reconocimiento que había alcanzado Zapata como caricaturista después de su retorno a Venezuela, a finales de 1958, fue determinante para que la dirección del diario El Nacionalresolviera incorporarlo a sus filas, en 1965. El 21 de enero de ese año, aparece publicada la primera caricatura de Pedro León en el prestigioso periódico. El popular boxeador Carlos “Morocho” Hernández, quien a puño limpio obtuvo la corona de campeón mundial, en la categoría de peso pluma, frente al norteamericano Eddie Perkins, fue el motivo principal del dibujo realizado. El nuevo monarca aparecía trajeado con su indumentaria de boxeador y su corona, parado en la parte superior de un envase de leche, clara alusión a la buena suerte (o buena leche) del peleador venezolano. A la sección que le fue asignada a Pedro León para publicar sus caricaturas se le dio el nombre de Zapatazos, el cual fue sugerido por el periodista Omar Pérez, quien para ese momento estaba encargado de la página como suplente de Julio Barroeta Lara. Al principio, Zapata no estuvo de acuerdo con la denominación porque se podía entender como una forma de autopromoción. Pero Barroeta se encargó de disuadir a Pedro León respecto a su preocupación, convencido de la gracia implícita en su doble connotación.
En el ingreso de Zapata a El Nacional, el historiador y ex presidente de la república Ramón J. Velásquez tuvo un papel principal. Este había sido nombrado director del diario en 1964, después de desempeñarse como secretario de la Presidencia de la República, en la gestión de Betancourt. “Pensé –rememora Velásquez– que era necesario recuperar el género de la crónica para el periodismo nacional e invité a varios intelectuales a colaborar en una página concebida para ese fin en el primer cuerpo del periódico; entre ellos estaban Ludovico Silva, Jesús Sanoja Hernández, Luis Herrera Campins, Jesús Rosas Marcano y Aníbal Nazoa. Fue este último quien me habló de Zapata, así que lo llamé y le ofrecí un espacio para publicar diariamente sus cartones, que desde el primer día fueron un éxito”.
De verdad, los Zapatazos proyectaron a Pedro León como el mejor caricaturista de Venezuela y uno de los mejores de Hispanoamérica. Dos fueron los factores determinantes para ese logro. En primer lugar, su amplia cultura humanística y esa capacidad suya para hilvanar ideas complejas en los términos más sencillos. Y en segundo término, su condición de excelente artista plástico con sobrada habilidad para realizar un trabajo dentro de los parámetros artísticos de su tiempo, colmado además de originalidad. Como abeja entre las flores, su actividad plástica vuela del dibujo a la pintura y viceversa. Pues bien, esa mezcla de factores habilita a Pedro León para realizar dibujos caricaturescos que plásticamente sobresalen frente a los que hacen la mayoría de sus colegas; pero, además, los textos que incorpora a los mismos nos hacen reír y reflexionar a la par por los mensajes que están allí contenidos.
Una opinión por demás autorizada en este campo es la de Sofía Ímber, quien al respecto escribió: “No hay que hacerse ilusiones: hablar o escribir sobre Pedro León Zapata no es fácil. No lo es porque la primera tendencia, la primera idea que asalta el papel blanco es la del elogio. Elogiarlo sin medida puede ser un recurso, pero elogiarlo no basta (…) Su humor no es simple, no bastan la risa o el disfrute. Después de la risa, viene inevitablemente la meditación sobre lo que expresó o se propuso decir Zapata. Quiero decir que en él, en su humorismo, ya sea la palabra, ya sea la caricatura o el dibujo, la lectura comporta el descubrimiento de signos diversos y de mensajes que pueden estar ocultos. Humorismo para reír… No, la cosa no es tan sencilla. Si se permite, mejor sería decir que el humorismo de Zapata es una invitación a pensar (…) pertenece a la estirpe de los grandes dibujantes. Conoce a todos los que en el mundo (del arte) han sido. Conoce las virtudes del dibujo y los secretos de la línea. Le basta un trazo, una sombra. Sean caricaturas o dibujos de otra naturaleza, su arte se desborda, imaginación y dominio técnico se dan la mano (…) Hay innumerables aspectos en la vida de Zapata como individuo que son también admirables: su cultura humanística, el poder de su conversación, su capacidad para crear, su inextinguible sentido de la amistad”.
Otra opinión que no podemos dejar de lado, por tratarse hoy de un personaje de fama y reconocimiento mundial, es la del maestro José Antonio Abreu: “Zapata es uno de esos raros artistas que pueden dialogar en profundidad en las grandes audiencias. Su trabajo como caricaturista editorial en el diario El Nacional de Caracas es ya una leyenda. No se concibe abrir el periódico sin que nos asalte esa imagen concisa y contundente, que nos narra en escuetos términos lo más palpitante de la actualidad, con un inconfundible toque de penetrante humor crítico. Para millones de espectadores Zapata es el cronista del ingenio, la gracia y la oportunidad, que diariamente brinda sentido al vasto acontecimiento representado por una sociedad, con sus alternativas y destinos”.
Hay una anécdota de sus comienzos en El Nacional que merece ser contada. Quien la rememora es Ramón J. Velásquez: “La representación de los ricos que Zapata acuñó presentándolos a través de un individuo ventrudo, vestido con chaleco y adornado con un brillante en la mano, despertó el resquemor de cierto directivo de El Nacional, quien se dirigió a mí para sugerirme la conveniencia de interrumpir cuando antes la publicación de sus caricaturas. En esos días me encontré en una recepción con el embajador Berbaum, representante diplomático de Estados Unidos en Caracas, quien me llamó aparte para conversar. Resultó que el hombre era un entusiasta coleccionista de caricaturas políticas y estaba interesado en adquirir algunos originales de Zapata, a quien consideraba un genio indiscutible. Le sugerí entonces que se dirigiera al citado directivo y le solicitara algunos cartones. A los días se presentó el embajador norteamericano en el periódico y obtuvo las piezas que quería, después de ponderar la singular calidad de nuestro caricaturista. Hasta ahí le llegó a Zapata la tacha de comunista. No hay duda de que es el mejor editorialista venezolano de la democracia”.
Quienes valoramos la libertad de expresión, más aún después de lo ocurrido a al semanario francés Charlie Hebdo, estamos de fiesta y deseamos que Zapata nos siga alegrando el día, por muchos años más, con el arte de sus contundentes Zapatazos.

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