La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

7 de febrero de 2015

Pedro León Zapata, el artista, formado en Caracas y México, donde en los años cuarenta aprendió la técnica de los muralistas de ese país. Esa experiencia se manifiesta en Conductores de Venezuela, el mural inaugurado en 1999 en la autopista Francisco Fajardo, en el que aparecen Simón Bolívar, Armando Reverón, Teresa de la Parra y José María Vargas, entre otros. Fue ejecutado según diseño de Zapata en la Corporación "Cerámicas Carabobo" en Valencia durante la gestión de Gerente Administrativa de Frida Añez.

Pedro León Zapata | Foto: Archivo
Falleció Pedro León Zapata.Su esposa, Mara Comerlati, confirmó la
información

La conciencia del país fue dibujada con la pluma de Pedro León Zapata

 El caricaturista Pedro León Zapata, en una entrevista por los 40 años de Zapatazos | Foto: Manuel Sarda. /El Nacional/ 19-02-2005
El caricaturista Pedro León Zapata, en una entrevista por los 40 años de Zapatazos | Foto: Manuel Sarda. /El Nacional/ 19-02-2005
El Poliedro de Caracas fue escenario en 1981 de un acto en honor del pintor que supo reflejar en su obra la realidad de Venezuela por más de 50 años

Pedro León Zapata fue un comunicador masivo. Para constatarlo basta recordar el acto realizado en su honor el miércoles 25 de noviembre de 1981, en el Poliedro de Caracas, donde dos meses antes se había presentado la agrupación británica Queen.
No fueron los acordes de “Bohemian Rhapsody” los que sonaron bajo esa cúpula, sino la música de Serenata Guayanesa, Lilia Vera, María Teresa Chacín, Alí Primera, Gualberto Ibarreto y Un Solo Pueblo, entre otros.
Viva Zapata se llamó el homenaje al pintor nacido en La Grita en 1929. “Será un espectáculo coherente, no una sucesión de cantantes y grupos. La dirección artística está a cargo de Antonio Constante y como animadores actuarán José Ignacio Cabrujas y Simón Díaz”, anunció El Nacional entonces sobre el evento en el que también estuvieron presentes Miguel Otero Silva y Jacobo Borges.
Para facilitar el traslado de los asistentes se dispusieron 15 autobuses. Y es que se esperaba una multitud para celebrar a quien había obtenido recientemente el Premio Nacional de Artes Plásticas.  El evento es recordado con nostalgia por Miguel Ángel Bosch, de Serenata Guayanesa. “Zapata después estuvo con nosotros como presentador en el concierto por los 25 años del grupo. Por suerte lo tuvimos muchos años. Hoy nos deja. Se va, pero lo alcanzaremos más tarde. Se va para preparar lo que haremos allá arriba”, dice el músico.
Varios años después del multitudinario concierto, el humorista aún tenía dudas de la repercusión de su trabajo. A principios de los noventa afirmaba que, como muchos pintores, tenía la creencia de que la obra deseada no tenía ningún público.  “Es decir, no es que no pueda ser entendido por un conglomerado sino que quien la entiende no ha nacido todavía”, señaló.
Pero desde hace años no eran pocas las personas que se sentían identificadas con los famosos "Zapatazos", que desde hace cinco décadas publicaba en El Nacional. “Hay cosas que yo quisiera decirle al país que él dice por mí”, dijo en 1984 Asunción Márquez, vendedora de hamburguesas en Catia que era una leal seguidora de las caricaturas y celosa coleccionista del trabajo del también Premio Nacional de Periodismo. Los enmarcaba y guardaba con mucho esmero.  
El pintor Jacobo Borges considera que el país pierde una mente lúcida. "Es algo muy doloroso, especialmente por el momento en el que estamos. Él es más que un caricaturista, él es un artista total. Estaba unido a una tradición venezolana de los escritores costumbristas”, expresó conmovido. Sobre el acto en el Poliedro, recordó: “Creo que fue la primera vez que vi un acto tan multitudinario por un artista plástico en el país”. 
Si bien sus imágenes servían de catarsis ante la difícil situación del país, también era objeto de escudriñamiento por parte de los creyentes del azar. En un reportaje publicado cuando se cumplieron dos décadas de los "Zapatazos", hubo quienes afirmaron que además de un reflejo del país también eran una fuente para saber el número ganador de la lotería. “He ganado muchas veces con Zapata. Si me río mucho un día con su caricatura, quiere decir que allí hay un número para mí”, reveló Aníbal Carrasquero, ayudante de una zapatería. Algunos, incluso, habían desarrollado técnicas para una mayor precisión. “Agarro la caricatura y la mojo. Ahí va apareciendo el dato”, contó Juan Cárdenas, quien en la época hacía trabajos limpieza en un edificio de El Silencio. 
Sus obras se expusieron en lugares como la Galería de Arte Nacional, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas y la Universidad de Alcalá de Henares, además de otras galerías e importantes museos de diversos países. 
Zapata llegó a decir en 1987 que quería ser presidente y disputaría las elecciones del siguiente año. Hasta presentó lo que sería presuntamente su gabinete. Los ministros serían Rubén Monasterios, Manuel Graterol “Graterolacho”, Adriano González León, Luis Britto García, Otrova Gomas, Ildemaro Torres, Carlos Jorges y Roberto Hernández Montoya.  Pero retiró su candidatura. “Siempre creí, ingenuamente, que para aspirar a cargos tan distinguidos como estos bastaba con ser una persona honesta, con ser una persona honrada, pero parece que no; es más, hasta es un obstáculo, porque una persona honrada es muy difícil que consiga dinero suficiente para financiar una campaña”, dijo en una entrevista el artista, formado en Caracas y México, donde en los años cuarenta aprendió la técnica de los muralistas de ese país.  
Esa experiencia se manifiesta en Conductores de Venezuela, el mural inaugurado en 1999 en la autopista Francisco Fajardo, en el que aparecen Simón Bolívar, Armando Reverón, Teresa de la Parra y José María Vargas, entre otros.  

hsanchez@el-nacional.com

Zapata: “Las condiciones de vida de Coromotico han cambiado: está cada vez peor”

El intelectual defiende el papel de la crítica como herramienta para fortalecer la democracia. Cuestiona el oportunismo y la censura, al tiempo que advierte que solo las verdaderas revoluciones producen arte

TAL LEVY

Casi por medio siglo, el venezolano se ha acostumbrado a sus trazos reveladores de la realidad. Sus geniales ocurrencias acompañan el acontecer diario sin dejar de sorprender. Mucho es lo que sabe de casamientos entre palabra e imagen este artista plástico para quien el humor presupone reflexión.
Las caricaturas de Pedro León Zapata descorren los más destacados temas de la vida nacional, como por ejemplo la crisis eléctrica o la inseguridad. Así, junto a la figura de Thomas Alva Edison, leemos: “Yo solo inventé el bombillo, no el racionamiento”; o, al lado de una calavera: “Hasta a los fantasmas nos da miedo salir de noche en Caracas”. En ellas suelen desfilar personajes como Trinita o Coromotico, que ya forman parte del imaginario nacional. De militares e ironía política también están pobladas.
Zapata está claro en que el humor es para personas inteligentes y que los políticos difícilmente lo entienden. Día a día, ha hecho un credo de esa "desfloración de la inteligencia", como el escritor Salvador Garmendia llamó a la revista El Sádico Ilustrado, que el maestro del dibujo dirigió a finales de la década de los años setenta.
La crítica trasciende las caricaturas de quien fue Premio Nacional de Periodismo y se proyecta en otras creaciones plásticas suyas de ingeniosos títulos como La Monóxida Lisa, que data de 1975, cuando se ofrendó Todo el museo para Zapata, muestra individual que en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas recogió su obra artística, la cual ha sido expuesta en urbes como Ciudad de México, La Habana, Bogotá, Londres y Nueva York.
También merecedor del Premio Nacional de Artes Plásticas, este intelectual nacido en La Grita, estado Táchira, ha incursionado en el teatro, la radio y la televisión. De verbo ingenioso, administra cada palabra que sabe exactamente hacia dónde apuntar. A los 81 años de edad y recuperándose de las secuelas de una operación de corazón abierto realizada hace poco más de dos años, Pedro León Zapata responde vía correo electrónico a las preguntas servidas para la ocasión.
— Este año se cumplieron 45 años de su primer Zapatazos en El Nacional. En un país donde nada perdura, ¿cómo explica esta notable excepción?]— Tal vez porque no se me ocurre nada. Si se me ocurriera, estuviera trabajando en The Daily Planet, el periódico de Clark Kent, o sea, Superman.
— ¿Los Zapatazos son la obra de un editorialista, un humorista, un provocador, un cronista o un aguzado lector de la realidad?— Todo eso junto; sobre todo, un lector de periódico. Leo El Nacional desde que nació. Era la época de la Segunda Guerra Mundial y me gustaba mucho la posición antifascista del periódico. -En una de sus caricaturas, junto a la figura de un militar recurrente en sus obras, se lee: “El nuevo país del siglo XXI es igualito al viejo país del siglo XX”. ¿Tan poco hemos cambiado? ¿Venezuela sigue sin superar el militarismo? -Venezuela sigue igual. Yo era tan fanático lector de El Nacional que creí que el periódico ganó la guerra y que con eso se acababa el militarismo. Lamentablemente me equivoqué. Venezuela sigue sin superar muchas cosas y la democracia plena no se ha logrado todavía.
— Si le dicen "¡Atención, firrrrrme!", ¿qué contesta?— ¡Me voy corriendo!
— Hay quien ha lamentado que usted sea más reconocido como caricaturista que como artista plástico. ¿Qué replicaría a quienes afirman que las caricaturas no son obras artísticas?— La mayoría de las pinturas tampoco lo son. A mí me complace mucho que me reconozcan como caricaturista, modestamente, como Leonardo Da Vinci, como Rembrandt, como Goya, como Daumier. La caricatura sale todos los días; la pintura, cada vez que hay exposiciones. Hay menos caricaturistas que pintores, por algo será.
— Para Pablo Picasso, el arte es una mentira que nos acerca a la verdad. ¿Qué opina de ello?
— Yo estoy de acuerdo con todo lo que Picasso pintó y con todo lo que dijo.
— En El laberinto de la soledad, Octavio Paz escribió: “La mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente (...) De ahí que la lucha contra la mentira oficial sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma”. ¿Considera que la realidad venezolana rubrica tal afirmación?— Sí la rubrica. La mentira es oficial. Lo que no es mentira es que la vida es sueño, como dijo Calderón. No hay mayor mentira que la Constitución. La mejor manera de mentir en la Constitución es que las buenas intenciones tienen su contrapartida. Desde este punto de vista, “la mejor Constitución del mundo” es ejemplar.
— ¿En la Venezuela actual tendría cabida una revista como El Sádico Ilustrado, que usted dirigió y que Roberto Hernández Montoya llegó a describir como el reino de la libertad absoluta?— Es verdad lo que dijo Roberto. A veces los mentirosos se toman la libertad de decir la verdad. Por otra parte, ahora Roberto no tendría tribuna para decir eso.
— Laureano Márquez ha asegurado que éste es el gran momento de la caricatura venezolana. Comparte esta opinión y, si es así, ¿por qué?— Es verdad porque nunca ha habido tantos caricaturistas y tan buenos. Además, lo dijo Laureano, por tanto es verdad.
— Durante la década de los ochenta, en su ejercicio humorístico de aspiración a la Presidencia, que algunos creyeron serio, incluía como miembros de su gabinete a personalidades del mundo de la cultura que hoy respaldan activamente al actual gobierno. ¿Qué sucedió para que ellos pasaran de apoyarlo a usted a Hugo Chávez?— Cada quien es libre de ubicarse donde mejor le convenga. En la época de mi candidatura presidencial era conveniente ubicarse con la democracia. Era conveniente ubicarse en una candidatura que tuviera opción de ganar. Y la mía tenía esa opción.
— Adeptos al chavismo no entienden por qué usted critica al Gobierno si, según ellos, Coromotico, uno de sus más célebres personajes, habría estudiado en la Misión Robinson, comprado en Mercal y acudido a atenderse con los médicos de Barrio Adentro. Entre la cuarta y la quinta república, ¿cree que han cambiado las condiciones de vida de Coromotico?— Es una hipótesis, por lo tanto, discutible. Las condiciones de vida de Coromotico han cambiado: está cada vez peor. Con todo y que se graduó, sigue teniendo el mismo sueldo y vive igual que antes.
— ¿Qué responde a quienes, como el presidente Chávez, han dicho que sus caricaturas son encargadas?—Encargadas por él y su comportamiento. Por otra parte, hace mucho tiempo que no lo dibujo.
— ¿De qué armario salieron los “revolucionarios de clóset”?— Algunos están todavía en el clóset contando el dinero a ver si está completo.
— En una entrevista afirmó que “son las revoluciones las que producen arte, no es el arte el que produce las revoluciones”. ¿Qué tipo de arte produce la llamada revolución bolivariana?— Las revoluciones producen arte cuando son verdaderas revoluciones. Ésta no tiene esa característica.
— Usted que marchó becado a México y estuvo en el taller Siqueiros, ¿qué opina de que el Gobierno esté impulsando el uso de murales y grafitis a través de la guerrilla comunicacional?—Nunca trabajé con Siqueiros. En cambio, observé mucho al maestro Diego Rivera mientras pintaba sus murales en el Palacio de Gobierno y en otras partes, en Ciudad de México. Habría que comparar esos murales de la guerrilla comunicacional con cualquiera de los de Rivera.
— Después de vivir 11 años en México, desde el efímero gobierno de Rómulo Gallegos hasta el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, afirmó que hubo momentos en los que se sintió mexicano. ¿Por qué? Y después de 11 años bajo el gobierno de Hugo Chávez, como venezolano, ¿cómo se siente?— Me sentí mexicano porque me quedé sin papeles, sin documentos venezolanos, y porque me casé con una mexicana y tuve dos hijos mexicanos. Ahora me siento más venezolano que nunca.
— Cuando viajó a Guadalajara para recibir el premio FIL de Literatura, Rafael Cadenas llamó a los intelectuales hispanoamericanos a "cuidar su democracia, aunque sea deficiente, aunque no sea cabal, para evitar que pueda ser destruida por algún caudillo". ¿Durante las últimas décadas del siglo XX, la intelectualidad de izquierda que perfiló la cultura venezolana cumplió con esta tarea o, por el contrario, mirando retrospectivamente, con sus críticas contribuyó a socavar sus bases?
— La crítica fortalece la democracia, más bien la ayuda. Hablar libremente contribuye por lo menos a desahogarse. Uno aprende a exigir, lo que no pasa en una dictadura. La democracia, aunque sea mediocre, busca la manera de que vivamos mejor.
— Si hiciera hoy el mural de cerámica Conductores de Venezuela, de la Ciudad Universitaria, ¿incluiría alguna otra personalidad de la Venezuela contemporánea?—No.
— ¿Qué se aprendía en la Cátedra Libre de Humorismo Aquiles Nazoa, patrocinada por la Universidad Central de Venezuela y coordinada por usted?—Democracia, porque en la cátedra se hablaba sin censura.
— Usted ha señalado: “Mi única aspiración es ser un perdedor ejemplar. Desprecio enormemente el éxito y a la gente exitosa”. ¿Por qué tanta repulsa hacia el éxito en un hombre que, sin duda, es considerado exitoso?— Yo no repudio el éxito, lo que repudio es la búsqueda del éxito.

TAL LEVY
LEVYTAL@YAHOO.COM

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