Las periodistas Florángel Gómez, Ana María Hernández, Blanca Elena Pantin, Moraima Guanipa y Javier Vidal con Eco en el Ateneo OSWER DÍAZ
El Universal 21/02/16
Un cambio de locación determinó la única visita a Venezuela del escritor y experto en semiótica Umberto Eco (Italia, 1932-2016). Registros indican que el autor de las novelas El Nombre de la rosa, Baudolino y El péndulo de Foucault había sido invitado para realizar una ponencia en la que rescatara y explicara ideas presentes en sus textos vinculadas al lenguaje y al desarrollo de las ciudades. Fue tal el revuelo que ocasionó su presencia en Caracas que los organizadores debieron tomar una decisión de último momento: trasladar el encuentro desde la Sala Anna Julia Rojas del para entonces Ateneo (donde estaba previsto celebrarse), a la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño.
Periodistas que acudieron al encuentro, lo sitúan en el año 1993 y comentan que en aquel nuevo espacio, con capacidad para recibir a 2.500 personas, el escritor y pensador italiano -quién falleció este viernes a los 84 años en Milán- emprendió una densa exposición en su idioma natal, que era traducida en simultáneo para la audiencia.
El dramaturgo y actor Javier Vidal recuerda haber asistido a la rueda de prensa celebrada por Eco, previa a la cita oficial. "El encuentro con los medios ya fue una ponencia. Todos lo esperábamos con mucho interés porque como estudiantes de Comunicación Social y luego como docente, sus libros eran obras fundamentales con las que siempre se torturaba a los alumnos", comenta, entre risas, el también novelista.
"Él era un profesor muy grato y acucioso y habló a quienes estábamos en la sala sobre la teoría del caos, porque precisamente lo habían traído para participar en un ciclo sobre arte y ciudad, promovidos por Tulio Hernández, quien entonces era presidente de Fundarte".
La periodista de El Universal Ana María Hernández, quien entonces escribía en las páginas de Cultura del diario El Globo, estuvo presente en aquella sala (e incluso se fotografió al lado de Eco, con otros colegas, a la salida). Recuerda que el escritor estaba asombrado por la magnitud de la sala.
"Umberto Eco hizo referencia en su intervención al camino de la estética a la semiótica, a la capacidad de la palabra para mentir, y a algunos conceptos de su libro Apocalípticos e integrados (1964)... Era un verdadero erudito, y con una forma de hablar muy irónica".
La periodista Lisseth Boon recordó en sus redes sociales la visita de Eco: "Aquello era un revuelo total que ni el mismo Eco podía entender. Muchos de los presentes tampoco entendieron ni una pizca de su ponencia filosófica traducida del italiano al español. Titulé mi crónica Eco Superstar como registro del momento".
Hernández asegura que después de la visita a Caracas, el filósofo, ensayista y crítico italiano fue invitado a una actividad universitaria en el estado Zulia. "Ahí nació algo que aún hoy es como un mito urbano: comentan que lo llevaron de paseo a conocer la Laguna de Sinamaica y que supuestamente fue ahí donde se inspiró para escribir la novela La Isla del día de antes (1994)".
Eco no contaba para el momento de esta única visita a Caracas con el reconocimiento del Premio Príncipe de Asturias (que le fue otorgado en 2000) pero acababa de ser incluido, en 1992, en el Salón de Sabios de la Unesco. "Fue un hombre que abrió una ventana interesante como docente y escritor al estudio de la semiología, sobre lo importante del signo en el mundo cultural y político, vinculado al ámbito del poder. Sus novelas eran maravillosas, aunque densas, pero sus aportes a la comunicación fueron muchísimo más importantes", declara Vidal.
Periodistas que acudieron al encuentro, lo sitúan en el año 1993 y comentan que en aquel nuevo espacio, con capacidad para recibir a 2.500 personas, el escritor y pensador italiano -quién falleció este viernes a los 84 años en Milán- emprendió una densa exposición en su idioma natal, que era traducida en simultáneo para la audiencia.
El dramaturgo y actor Javier Vidal recuerda haber asistido a la rueda de prensa celebrada por Eco, previa a la cita oficial. "El encuentro con los medios ya fue una ponencia. Todos lo esperábamos con mucho interés porque como estudiantes de Comunicación Social y luego como docente, sus libros eran obras fundamentales con las que siempre se torturaba a los alumnos", comenta, entre risas, el también novelista.
"Él era un profesor muy grato y acucioso y habló a quienes estábamos en la sala sobre la teoría del caos, porque precisamente lo habían traído para participar en un ciclo sobre arte y ciudad, promovidos por Tulio Hernández, quien entonces era presidente de Fundarte".
La periodista de El Universal Ana María Hernández, quien entonces escribía en las páginas de Cultura del diario El Globo, estuvo presente en aquella sala (e incluso se fotografió al lado de Eco, con otros colegas, a la salida). Recuerda que el escritor estaba asombrado por la magnitud de la sala.
"Umberto Eco hizo referencia en su intervención al camino de la estética a la semiótica, a la capacidad de la palabra para mentir, y a algunos conceptos de su libro Apocalípticos e integrados (1964)... Era un verdadero erudito, y con una forma de hablar muy irónica".
La periodista Lisseth Boon recordó en sus redes sociales la visita de Eco: "Aquello era un revuelo total que ni el mismo Eco podía entender. Muchos de los presentes tampoco entendieron ni una pizca de su ponencia filosófica traducida del italiano al español. Titulé mi crónica Eco Superstar como registro del momento".
Hernández asegura que después de la visita a Caracas, el filósofo, ensayista y crítico italiano fue invitado a una actividad universitaria en el estado Zulia. "Ahí nació algo que aún hoy es como un mito urbano: comentan que lo llevaron de paseo a conocer la Laguna de Sinamaica y que supuestamente fue ahí donde se inspiró para escribir la novela La Isla del día de antes (1994)".
Eco no contaba para el momento de esta única visita a Caracas con el reconocimiento del Premio Príncipe de Asturias (que le fue otorgado en 2000) pero acababa de ser incluido, en 1992, en el Salón de Sabios de la Unesco. "Fue un hombre que abrió una ventana interesante como docente y escritor al estudio de la semiología, sobre lo importante del signo en el mundo cultural y político, vinculado al ámbito del poder. Sus novelas eran maravillosas, aunque densas, pero sus aportes a la comunicación fueron muchísimo más importantes", declara Vidal.
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