La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

29 de febrero de 2016

Esta no es ni una crítica ni una crónica de la exposición actual de Jacobo Borges. Es, si se quiere, un acompañamiento. Más exactamente quiere ser un intento de aclararme porqué su obra, en estos lares, ha contribuido a mantener mi fe en las artes plásticas en un momento en que sectores vastos y esclarecidos del pensamiento han cuestionado, abominado y hasta dado por muertas las más ostentosas (y costosas) de sus vanguardias. Despreciadas o muertas por sus excesos.

Borges

Esta no es ni una crítica ni una crónica de la exposición actual de Jacobo Borges. Es, si se quiere, un acompañamiento. Más exactamente quiere ser un intento de aclararme porqué su obra, en estos lares, ha contribuido a mantener mi fe en las artes plásticas en un momento en que sectores vastos y esclarecidos del pensamiento han cuestionado, abominado y hasta dado por muertas las más ostentosas (y costosas) de sus vanguardias. Despreciadas o muertas por sus excesos. Al parecer la culpa de ello la tiene una insólita mezcla de la voracidad ilimitada del mercado, decenas de millones de dólares por el tiburón plastificada de Hisrt es una desmesura, y la genial y terrible intuición de Marcel Duchamp de que el arte no es solo un hacer virtuoso sino que se alcanza seleccionando y mostrando los objetos más banales y cotidianos, el urinario es una hipérbole de la inteligencia. Pero detengámonos, se trata de tema demasiado vasto y complejo.
Borges es un pintor que asume el arte milenario del dibujo y el color, tan viejo como las Cuevas de Altamira. No por azar se ha autorretratado como su admirado Rembrandt y algo de clásico –de forma que equilibra el contenido– hay en lo mejor de su obra. “La pintura ha sido siempre la pintura”, dice. Pero ese apego a la tradición se cruza con una continua, incesante, ¿excesiva?, renovación de temas (figuras monstruosas, jugadoras, comedoras de helados, neocomulgantes, cameratas, poderosos políticos y oligarcas, retratos y autorretratos, paisajes, flora, Ávilas, abstracciones…) e igualmente de sus maneras pictóricas que lo hacen estar siempre en el temple de la hora, además de la de su reloj personal. Pocos de nuestros pintores han sido tan apasionados por la invención, la novedad, lo inexplorado, el espíritu pues de la vanguardia. Esa mezcla es provechosa no solo para su creatividad sino también para su comunicación con un público anonadado por la proliferación babélica de códigos de la plástica actual, diría Umberto Eco.
En épocas más estructuradas, en los inicios de la segunda mitad del siglo pasado, donde se reactivaban creativamente las vanguardias históricas nacidas con la centuria, Borges tuvo para muchos de nosotros una propuesta, figurativa y “crítica”, que nos aparecía ideológicamente como verazmente comprometida con la polis, contrapuesta a la frialdad e indiferencia social del arte retiniano, especialmente a la exitosa tendencia cinética venezolana. El tiempo pasa y esas diferencias como siempre tienden a diluirse, más discursos adheridos a las obras que las obras mismas, y nosotros los receptores ya no somos los mismos. Pero sigo encontrando en la obra de Jacobo más humana plenitud que en las acrobacias ópticas. Cuestión de gustos y colores si ustedes quieren, para no pelear.
Hay también en la obra de nuestro pintor una duplicidad curiosa. Si bien es un pintor básicamente figurativo, producto de la emergencia de la “nueva figuración”, y por ende atado siempre a algún referente “real” es esencialmente un pintor profundamente imaginativo. De allí lo imprevisible de sus temas sucesivos: ¿por qué diablos ocuparse de esas inesperables primeras omuniones? O las continuas mutaciones de sus maneras que son muchas, desde un estilizado realismo que evoca la pintura clásica a explosiones expresionistas incontinentes y hasta un abstraccionismo digital. Pero aquí encontramos de nuevo equilibrios que potencian su exaltación poética y su calidez comunicativa.
No quisiera terminar sin referirme a un Borges que muchos venezolanos, por razones etarias, no conocieron. Y que por su naturaleza y por la desidia nacional prácticamente desapareció. Me refiero a ese monumental intento de producir una confabulación de las artes, que fue Imagen de Caracas, un insólito y deslumbrante (sic) evento, audiovisual sobre todo, para celebrar el centenario de la ciudad y que capitaneó el pintor. Entérese si fuera menester.

¿Quién es Elisa Lerner?

Elisa Lerner


Elisa Lerner
     Nació en 1932. Es una dramaturgaensayista y humorista venezolana. Desde muy pequeña sintió que su vocación era la de ser escritora cuando recibió un regalo de su padre a los 11 años.
“A esa edad mi padre me regaló unos zapatos muy lindos, abiertos en la punta y adornados con una trenza que remataba en un lazo. Me pareció que aquéllos eran zapatos de escritora y así se lo dije a mi padre: «Papá», le dije, «estos son zapatos de escritora. Ya estoy armada para ser una escritora». Y a él le pareció muy bien. Poco después me compraron papel, muchas plumas y una máquina de escribir. En mi infancia escribí tres poemas con un tema muy doloroso: mi mamá se enfermó gravemente cuando dejó de recibir noticias de Europa. A los dieciséis escribí un libro de relatos que titulé La ciudad del lucro y que luego extravié no sé si en una mudanza o en un interrogatorio de la Seguridad Nacional.”
Escribió textos humorísticos en la revista "El sádico ilustrado".
Obras literarias
  • En el vasto silencio de Manhattan (1961, teatro).
  • Una sonrisa detrás de la metáfora (1969, ensayo).
  • Vida con mamá (1976, teatro).
  • Yo amo a Columbo (1979, ensayo)
  • Carriel número cinco (1983, humor).
  • Crónicas ginecológicas (1984, ensayo).

Grupo Sardio
Elisa Lerner perteneció a este grupo desde 1958 a 1961. Aquí publico “La bella inteligencia” (1960), en el vasto del silencio de Manhattan (1964). El grupo literario "Sardio" fue producto de una reacción fuerte a la realidad política venezolana. La asociación, formada por jóvenes universitarios propusieron el espíritu de renovación, de cambio, y de búsqueda  que forma una parte integral del entendimiento de un deseo de cuestionamiento, que se basa en el rechazo de una identidad nacional tradicional por otra, radicalmente diferente, y mucho más afín a la vivencialidad inmediata. 
CRÓNICAS GINECOLÓGICAS
Mirla es este país
“Mirla no está propiamente gorda. (Sálvenos Dios de ser cruel, como en su tiempo lo fueron las gacetilleras de Hollywood!). Pero empieza ella a tener la anchura rotunda de muslos, alguna vastedad de caderas poderosas que asedia a las mujeres que bordean la laguna no siempre cenagosa de los cuarenta años, es posible que una cascara de celulitis, comience alojarse en el cuerpo – Mirla Castellanos. La celulitis es una solidaridad que las mujeres estamos aprendiendo a ejercer, después de tenaces jornadas en atenta lectura de las revistas femeninas. Porque Mirla- con un círculo maligno de celulitis curvándole el destino risueño del cuerpo...”
“Pero aun afanándose en medio de la ilusión nocturna lentejuelas, para atraer a los hombres en medio de la ilusión nocturna de lentejuelas, para atraer a los hombres, puedes representarnos como nadie a nosotras, las mujeres- que ya han pasado los 40 años- sólo somos un puro absoluto, sufrir, un fogoso sangrar, un crónico cocinar.” (p 139-140) 
Postal de amor para Olivia
“Hoy, Olivia, la de Popeye, es la única novia: invicta, superviviente. En el día de los enamorados, solamente a ella podemos festejarlas. Sólo Olivia vive para la pasión de un noviazgo, acaso tan largo como el de la desgarbada (longitudinal) figura de que es poseedora. Relaciones que Popeye (su novio), mantiene vivas, siempre renovadas, con la fuerza sin igual de una virilidad olorosa a espinacas.”

Un dócil rumor de máquinas Singer
A las mujeres las arrulla un tenaz pero dócil rumor de máquinas Singer. Habrán de construir el más masivo sueño femenino. En la clase media, las venezolanas de no ser cónyuges, han de ser modistas. Las máquinas Singer, gordas, ampulosas, no sólo ocupan gran parte de la vida de las demás, sino muy vasto espacio en las habitaciones.”
Miss Venezuela: otra fracasada versión El Dorado
“Las futuras Miss Venezuela  no son, sólo muchachas de esplendor físico. Ellas son los otros compatriotas, pertenecen a un país implacable, vertiginoso, país de espejismos y azares financieros, donde todos podemos hacernos ricos, en la dominical locura de cinco y seis, o en el burocrático bonche de la corrupción administrativa.” 
En el modo del comer venezolano: La Mujer, muy resguardada comensal
“Ese obediente y reiterado secreto de nuestros comedores, sirvió de algo. Comer para el venezolano terminó siendo un acto de estricta intimidad. Comer, fue un acto donde se coronaban los gozos del tranquilo efecto y de la larga intimidad. De modo que la figura del comensal, pudo tener más resaltada, que el menú en sí. No se invitaba para pregonar enfático gusto, por un convencional plato de arroz con caraotas. Si no, para recibir la fidedigna compañía del comensal.”

Los miembros del Consejo Superior de la Universidad de Margarita, otorgaron el pasado viernes a la dramaturga y cronista venezolana de origen judío Elisa Lerner (Valencia, estado Carabobo, 1932) el Premio de Literatura Filcar 2016, que se otorga al escritor venezolano más destacado de la literatura contemporánea.

Elisa Lerner gana el Premio Filcar 2016

El galardón será entregado el 1 de marzo, en el marco de la feria literaria.

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Elisa Lerner es autora de una obra literaria sólida (Archivo)
EL UNIVERSAL
domingo 28 de febrero de 2016  11:00 AM
Los miembros del Consejo Superior de la Universidad de Margarita, otorgaron el pasado viernes a la dramaturga y cronista venezolana de origen judío Elisa Lerner (Valencia, estado Carabobo, 1932) el Premio de Literatura Filcar 2016, que se otorga al escritor venezolano más destacado de la literatura contemporánea.

María Eugenia Morales, integrante del Consejo Superior de Unimar, fue la encargada de hacer el anuncio en el marco de la realización de la Feria Internacional del Libro Caribeño 2016, que se realiza en la capital del estado Nueva Esparta.

Morales expresó que el galardón reconoce la obra literaria de insignes escritores, novelistas, poetas y ensayistas venezolanos, que han dejado su huella en las letras nacionales.

El reconocimiento, que será entregado el martes 1 de marzo, a las 7:00 p.m., consiste en la entrega de un pergamino y en la imposición de la máxima distinción que otorga el Alma Mater del Caribe: la "Orden Universidad de Margarita" en su única clase.

Según comentó en alguna ocasión a la periodista Milagros Socorro, Lerner descubrió su vocación literaria siendo una niña de 11 años.

"A esa edad mi padre me regaló unos zapatos muy lindos, abiertos en la punta y adornados con una trenza que remataba en un lazo. Me pareció que aquellos eran zapatos de escritora y así se lo dije a mi padre: ‘Papá', le dije, ‘estos son zapatos de escritora. Ya estoy armada para ser una escritora'. Y a él le pareció muy bien. Poco después me compraron papel, muchas plumas y una máquina de escribir.

En mi infancia escribí tres poemas con un tema muy doloroso: mi mamá se enfermó gravemente cuando dejó de recibir noticias de Europa.

A los dieciséis escribí un libro de relatos que titulé "La ciudad del lucro" y que luego extravié no sé si en una mudanza o en un interrogatorio de la Seguridad Nacional".

Elisa Lerner ha recibido entre otros premios el Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas;  el Premio Municipal de Teatro del Distrito Federal, y el Juana Sujo. Una de sus obras más emblemáticas titulada "Yo amo a Columbo o la pasión dispersa", publicada en 1979, obtuvo un gran reconocimiento.

En el grupo de autores preseleccionados para el premio Filcar 2016 figuraban Rafael Cadenas, Ana Enriqueta Terán, Juan Calzadilla, Gustavo Luis Carrera, Guillermo Sucre, Ramón Palomares, José Balza y Antonieta Madrid.

Conversación casual con 

Leonardo Ruiz Pineda: un 

texto de Elisa Lerner

Por Elisa Lerner | 9 de noviembre, 2014

Leonardo Ruiz Pineda 640
Pudo ocurrir en el último trimestre de 1950 o en alguno de los primeros meses de 1951. Una tarde noche a la que fue ilusionada adolescente la recuerdo en el apartamento de mi hermana Ruth. No atino a saber cómo estaba allí a esas horas, en visita solitaria,  sin la compañía de mi madre, de mi padre o de ambos. ¿Llegué allí por mi cuenta? ¿De qué manera fui devuelta a mi casa? Ya no lo sabré. La memoria no guarda todos los botones de su delicado traje. Mi hermana, apenas con dos años de casada, meses antes había dejado una acogedora quintita de la Avenida del Pinar de El Paraíso flanqueada en la esquina por un cine para, inopinadamente, mudarse a Las Mercedes. Esta nueva urbanización  casi toda poblada de pequeños  edificios de pocos pisos y, donde el césped era una sonrisa verde iluminada por los días. El ingreso a cada apartamento contaba con la privacidad de una puerta individual. Una vez dentro atravesábamos una escalera con pasamano de madera blanca, al final de la misma se tenía acceso a una segunda puerta de entrada. La definitiva. Muy linda la flamante residencia. Pero, mucho más chica  que la otra en El Pinar a la que era difícil decirle adiós. La música discreta de sus árboles, de El Paraíso propiamente, había sido paisaje para vueltas habituales durante la infancia y la adolescencia.
En el recibo, no muy grande, del nuevo apartamento me encontré con alguien de visita. Quizá llegó después o estaba antes. Pese a las dimensiones limitadas de la salita, el nuevo visitante siempre permanece en el recuerdo, sentado frente a mí, como ante una cámara inmutable. Siempre en prudente lejanía, sin moverse ni un ápice del asiento, centrado como en una gimnasia de ensimismamiento físico. Mi hermana debió hacer las presentaciones del caso en desmañada o presurosa cortesía. Los muy jóvenes siempre hemos mantenido la queja de que hay que esperar demasiado para ser introducidos en el mundo. Logré escuchar: “Alfredo Natera”, un nombre que no me dijo nada. Mi hermana, raro en ella, iba y venía aparentemente sin destino.
Daría comienzo a un amago de conversación. Ante mi natural curiosidad, Alfredo Natera dijo que era vendedor de carros. “¿Vendedor de carros? dije a mi vez  con decepción y petulancia juveniles. Al unísono de una conversación que se me antojaba lenta por parte del hasta el presente ignorado amigo de mi hermana, en capítulo paralelo, por la escalera del nítido pasamano de madera blanca muy rápidos bajaban y subían unos hombres fornidos. No recuerdo cuántos. No reparé mucho en ellos ni me pregunté que hacían esos extraños sujetos en semejante trajín. Yo estaba centrada en mostrar mi rabia, sapiencia y sarcasmo ante la ingente perdida de tiempo que significaba mantener un diálogo con un vendedor de carros. Ni más ni menos, representante despreciable de “La ciudad del lucro”, título de un cuento muy sarcástico, que escribiría un par de años después y daría a conocer a Ramón Velázquez durante uno de los raros intervalos de libertad de que gozó en esa época y a mi profesor de Procesal Civil, Humberto Cuenca, ducho en temas de crítica literaria. A este último, pensando tontamente que era  forma de atenuar, quién sabe, flaquezas de estudiante. Lo escrito en “La ciudad del lucro”, a mi juicio, representaba el pragmatismo sin alma del pèrezjimenismo. Sus cuartillas, al paso del tiempo,  se me irían de las manos como esos amoríos o preferencias de juventud intensas pero breves.
El señor Alfredo Natera permaneció inalterable y sereno, cobijado sin chistar a la fidelidad de su asiento. Aparentemente toda su atención la tenía volcada en la ansiosa adolescente con no confesadas ambiciones de escritora que tenía frente a sí. Semejaba no hacer caso del trasiego de los hombres en la escalera ni ellos de él. En mis deseos por apabullar al vendedor de carros con mi brillantez y mis lecturas del momento  no me apercibí que mi hermana había desaparecido por un término, acaso, demasiado largo de escena y que mi cuñado por ningún momento había asomado la nariz. ¿Cuánto tiempo había pasado o se me ocurrió  pudo transcurrir?  Al mismo tiempo, algo comenzó a apabullarme internamente. No lo di a conocer, no me di por aludida respecto a la paciencia muy grande que se desprendía del otro visitante. De seguro, algo que tiene que ver con la callada cordialidad de los afectos, la perseverancia y la fe en el destino de los seres, la dádiva de una atención profunda hacia los que aún estábamos en edad trémula de pronta juventud. Y, en este hombre, más tarde lo supe, que se debía a la modestia sangrante de una lucha sin cuartel, sorprendí incluso un discretísimo sentido del humor hacia la que le pareció, inútilmente, pretenciosa. Ay, muy a su pesar, flor aún de invernadero familiar  que solo quería gastar lo que creía su probable ingenio con intelectuales famosísimos como Arthur Miller. No con un alguien  sin imaginación, que así habrían de ser la mayoría de los  vendedores de carros.
Durante este diálogo dictado por un horóscopo travieso, es posible, hubiera hecho mención de “La náusea” de Sartre o de El lobo estepario. No tardé caer en cuenta  que Alfredo Natera,  como suele decirse, era un hombre leído y escribido. “! Qué cosa tan verdaderamente extraña qué un vendedor de carros sea de tan buenas lecturas!” debo haber dicho con un tonillo de sarcasmo para no darme por vencida. Mas en lo íntimo de mi misma gratamente sorprendida. Una era fervorosa lectora de El Nacional de Miguel Otero Silva. Pero, en mi lista de novelas creo no había mencionado ningún libro venezolano. Alfredo Natera dejó caer en suave convencimiento la belleza de “Cumboto” de Ramón Díaz Sánchez.
Pocos días después llegó mi hermana a nuestra casa en los altos San Bernardino (en los años siguientes frecuentada por enemigos a muerte de la dictadura y en la mira constante de la Seguridad Nacional) hecha una furia: “Alfredo Natera dice que debes cambiar, pésima combinación los muchos libros y la pizca de humanidad, nos ha hecho pasar una vergüenza enorme,  nos has llenado de pena. Voy a hablar seriamente con nuestros padres, se ha errado con tu educación, eso hay que enmendarlo”.
“¿Quién es Alfredo Natera para opinar sobre mí y mi educación? ¡Qué locura! ¿Van a poner mi destino, mi formación en manos de un vendedor de carros?”. Tan acérrima discusión se desarrolló durante un par de meses. Hubo casi una reunión de familia. A los diez y ocho fue de una amarga primavera para mí. El resto de la vida estaba decidida a aborrecer del comerciante metido a educador. Pero, un día a media mañana Ruth se presentó con un libro para mí, se trataba de “Cumboto” de Ramón Díaz Sánchez. En el desorden más hermoso o menos hermoso de la vida se me han extraviado no sólo libros, casi bibliotecas. Ha sido casi como perder hijos.  Para desconcierto de mí misma no he perdido esta edición de “Cumboto, cuento de siete leguas” (Editorial Nova, Colección Espejo del Mundo). Sigue a mi lado en la pequeña habitación donde suelo escribir, es un milagro, con su portada verde aceituna y naranja subido, como una mujer que ha descuidado sus arrugas, no el fulgor de su espejo íntimo. La novela de Díaz Sánchez venía con una afable dedicatoria y letra no menos afable: “Para Elisa Lerner con mis votos por su ventura espiritual, afectuosamente: Alfredo Natera. Caracas: 9 de junio de 1951”.  En la dedicatoria tiene la gentileza singular de destacar con letras algo mayores la escritura de mi nombre. La entrega del libro pareció traer alguna tregua  entre las dos hermanas
La casualidad, mensajera de equívocos, hizo que tiempo después tropezara en un pasillo de la antigua Universidad Central donde a la sazón cursaba el primer Derecho con el poeta Miguel García Mackle, gran caballero y, así de sopetón, me dice entre conmovido y esperanzado: “Ruiz Pineda te manda saludos” Quedé atónita. No sé si estuve humilde y arrogante o las dos cosas a la vez al preguntar, casi susurrar: “¿Estás seguro, Miguel? ¿Ruiz Pineda, con saludos para mí?” De seguro, se trataba de un error. De todos modos, me embargó una oleada de felicidad inmensa. La libertad tan añorada, la que habíamos perdido con la caída de Gallegos, me había rozado muy de cerca, se daba a conocer en un momento glorioso de mi juventud. En esos durísimos comienzos de finales de los años cincuenta (asesinado ya Delgado Chalbaud, acaso una falsa ilusión a la que atarse) y de comienzos de 1951, Leonardo Ruiz Pineda era la libertad o la esperanza de libertad. Recordé otra vez su  paciencia que era sangre fría para permanecer como en un invisible círculo cerrado, secreto siempre en la misma posición. Cálculo circunspecto, geometría distanciadora, firmeza de manera que en un ámbito pequeño como el saloncito de mi hermana, para seguridad de todos, aún en medio de su trato amigable, sereno, solo pudiera retener en el futuro alguna mancha un poco borrosa, un señor trajeado de forma impecable, acaso una cabeza de pelo negro y denso. Si llegaba a levantarse, si movía los brazos, si se aproximaba un poco a su joven contertulia o a los hombres demasiados grandes, poleas incansables en la pequeña escalera,  podría ser como perder piezas de un juego peligroso. Ahora, con luz de tiempo, recuerdo sus grandes ojos escrutadores donde los más arrojados sueños de resistencia civil tuvieron justa cabida.
Corrí donde Ruth y le reclamé que me hubiera dejado en ridículo al engañarnos con esa historia del vendedor de carros. ¿Pero, la resistencia clandestina podía funcionar sin sus necesarios secretos? Desde entonces mi gran ilusión fue volver a ver a Ruiz Pineda, agradecerle personalmente el regalo de la novela “Cumboto” y convencerle que la sencillez del mundo, también, se albergaba en mí.
No fue posible. Solo le volví a ver a finales del año siguiente en la primera página de El Nacionalherido de muerte, asesinado por la dictadura, el cuerpo envuelto como en una sabana caótica, era la de su propia sangre, con los zapatos puestos, preparados para una caminata incansable. Me eché a llorar. Ese llanto persiste en mí.
*
Este texto fue publicado el 21 de abril de 2012 en el suplemento Papel Literario de El Nacional

Contamos la historia en 4 partes de Marguerite Donnadieu, conocida mejor como Marguerite Duras. De nacionalidad francesa, fue novelista, ensayista, guionista y cineasta

El orden alfabético: Duras (I)

Marguerite Duras / Foto 20 Minutos.es
Marguerite Duras / Foto 20 Minutos.es
Contamos la historia en 4 partes de Marguerite Donnadieu, conocida mejor como Marguerite Duras. De nacionalidad francesa, fue novelista, ensayista, guionista y cineasta

Marguerite Duras tuvo una vida-torbellino. Nació en Indochina, en 1914, en tiempos revulsivos. Su padre era un modesto profesor de matemáticas. Hombre de ojos abatidos, murió muy pronto. La madre parecía hecha de piedra: en los dos retratos suyos que se reproducen en la biografía que Laure Adler le dedicó a Duras, su mentón es escultórico: tenso, autoritario, irrebatible. Su severidad marcó la existencia y la obra de su única hija: la señora es el motivo, latente y manifiesto, de sus libros. Marguerite Duras respondió a su madre a través de sus libros.
La madre provenía de una familia de campesinos pobres. Cada una de estas dos palabras, campesinos y pobres, debería disponer de su propia entidad. Llevaba consigo algo que era programa de vida, consigna, un modo de soñar: instrucción. Marguerite debía instruirse para así dejar atrás la pobreza (la pobreza, en Indochina, no podía superarse, sino dejarse atrás). De niña, pasa un corto tiempo en París: su primera incursión en la táctica de dejar-atrás. Vivirá en Indochina hasta los 18 años. Es la menor: tiene dos hermanos, Pierre y Paulo. No puede decirse de otra manera: aquello se constituye en un infierno doméstico. La madre se engarza en luchas con los vecinos, con las autoridades, con todo cuanto la rodea. La madre grita y golpea. Los hermanos se golpean entre ellos. El mayor, Pierre, apalea a Marguerite. El dinero no alcanza. La comida tampoco. El signo es lo insuficiente. La falta crónica. Más adelante, Marguerite abandonará el apellido de su padre y adoptará el de Duras, que era el del municipio donde estaba ubicada la casa paterna.
La familia vive al borde del estallido. Marguerite hundida en el miedo. No halla un lugar en la estructura del colonialismo. No pertenece: ni al mundo de los indochinos, ni tampoco al de los blancos. Muy temprano aparece su temor a la locura, del que no podrá separarse nunca. Marguerite acata la orden de instruirse. Y estudia como nadie. Sus calificaciones son milagrosas. Mientras, la madre sigue en guerra. Es víctimas de engaños. Sus proyectos para dejar atrás la pobreza fallan. Sobreviven aislados.  La madre oscila entre dos signos: locura y rebelión. Pierre ha cruzado el umbral. Es un sicópata sin control. Cuando regresa a casa el campo de batalla enciende sus luces rojas. En algún momento Marguerite se derrumba. La reprueban. Golpea a una maestra con una cartera.
La madre lleva a la quinceañera a vivir a una pequeña casa de huéspedes, regentada por una vieja que obliga a Marguerite a mirarla desnuda los domingos en la tarde, cuando los otros pensionistas están fuera. En su casa, en las aulas, en la pensión: siempre fuera de lugar. Incómoda. Avergonzada de su pobreza. Quizás avergonzada de sus secretos.
Los hermanos no trabajaban. La madre no conoce otro estado que el de la desesperación. Tras haber cruzado la línea de los quince años, Marguerite está en venta. La madre está dispuesta a entregarla a cambio de dinero. Por dos años se prolonga la historia con Léo. Es una relación cargada de una inexpugnable complejidad. La madre le ha dicho: puedes hacerlo todo con Léo, salvo acostarte con él. Ella lo vive como una fatalidad. Su hermano la golpea. Tras vencer la barrera, le pide dinero. Pedir se vuelve recurrente. El dinero se cambia por conquistas. Primero, tomarle la mano. Luego, besarla. Y así. De acuerdo a lo señalado en su diario, Léo solo habría podido amar a Marguerite, una vez. Cuando ella regresa, la madre y el hermano la esperan. Están tensos. ¿Cuánto ha conseguido? Marguerite se hace de rogar, pero también Léo se ha hecho de rogar. Dice el diario de Duras: “Cuando sabía que lo tenía, mi madre entraba en una especie de trance”. El juego no es a dos, sino a cuatro, porque la madre y Pierre también participan. Después de entregar el dinero, todo se disuelve, incluyendo la protección: Pierre vuelve a golpearla.
“Aceptaba las bobadas de Léo. Lo aceptaba todo. A mi madre, a mi hermano mayor, las palizas. Todo. Me parecía que el único modo de salir de aquello consistía en casarme con Léo porque tenía dinero, porque con ese dinero nos iríamos a Francia y allá lo pasaríamos bien. No contemplaba la posibilidad de quedarme en Indochina porque me parecía que la vida a solas con Léo era superior a mis fuerzas”. Pero a Léo le prohíben casarse con Marguerite. La madre reacciona: pide a Léo y al padre una compensación. No se sabe si le fue concedido todo el monto que había exigido. Hay una historia sobre un diamante, que no ha podido ser corroborada (Duras se encargó, a lo largo de su vida, de versionar, afirmar y desmentir, borrar y diluir, mitificar o distorsionar, buena parte de los episodios de su vida, hasta hacerlos irreconocibles).
En 1931, en pleno verano, Marguerite, la madre y sus dos hermanos, embarcaron rumbo a Marsella. Se marchan con la idea de no regresar a Indochina. Pero la realidad resultará distinta: un año más tarde están de vuelta. Poco se sabe de lo que ocurrió ese año. Poco de la huella que París dejó en Marguerite. Se sabe que en las pruebas de la reválida, obtuvo la mejor calificación. Ella misma contó en una entrevista que llegó a pedir dinero a hombres, en las calles. Tuvo incidentes con la policía. Entregaba todo lo recaudado a su madre y a su hermano mayor. Pierre tomaba el dinero y le pegaba: la acusaba de prostituirse.
En septiembre de 1932 desembarcan, sin Pierre, que se ha quedado en Francia. La madre compra una pequeña casa en Saigón, que toma un huésped. Marguerite regresa al liceo a terminar su bachillerato. Aislada, estudiaba. Acumulaba méritos escolares. Paulo, su otro hermano, hace pequeños trabajos aquí y allá. Es un tiempo de paz relativa. Marguerite lee los Evangelios, a Spinoza y a otros filósofos. Obtiene su bachillerato en Letras, con la calificación de Notable. Marguerite Donnadieu, de 19 años, vuelve a Francia. Desembarca en Marsella el 28 de octubre de 1933. Le espera un tío del huésped, que la conduce a la estación de trenes. Marguerite se embarca entonces rumbo a París.

*Continúo el próximo viernes

Miyó Vestrini es un personaje. No lo digo por su vasta obra, que va desde guiones de radio, entrevistas a personajes como Salvador Garmendia e Isaac Chocrón hasta suplementos para niños. Tampoco por su vida: amores frustrados, los intentos de suicidio que condujeron a su silencio final. Lo afirmo porque se trata de una mujer cuya obra contribuyó en gran medida al periodismo cultural venezolano, y la pasión por las letras se filtró en su trabajo y en su poesía, el único resquicio donde se asoman los temores y flagelos de la poeta.

Didascalia: Apuntes para entender a Miyó Vestrini

Miyó Vestrini / Serigrafía de Letra Muerta Ediciones
Miyó Vestrini / Serigrafía de Letra Muerta Ediciones
“La editorial Letra Muerta editó 500 ejemplares numerados de ‘Es una buena máquina’, una compilación de poemas inéditos de Vestrini seleccionados por Farilde Mereb”

Cuando se dice que alguien "es un personaje" por lo regular se quiere expresar que esa persona posee características que la convierten en única, legendaria, irrepetible. Normalmente se trata de alguien excepcional, de esas personas que habitan nuestro imaginario y protagonizan anécdotas divertidas o trágicas.
Miyó Vestrini es un personaje. No lo digo por su vasta obra, que va desde guiones de radio, entrevistas a personajes como Salvador Garmendia e Isaac Chocrón hasta suplementos para niños. Tampoco por su vida: amores frustrados, los intentos de suicidio que condujeron a su silencio final. Lo afirmo porque se trata de una mujer cuya obra contribuyó en gran medida al periodismo cultural venezolano, y la pasión por las letras se filtró en su trabajo y en su poesía, el único resquicio donde se asoman los temores y flagelos de la poeta.
La editorial Letra Muerta editó 500 ejemplares numerados de Es una buena máquina, una compilación de poemas inéditos de Vestrini seleccionados por Farilde Mereb. Se trata de un ejemplar delicioso ilustrado con la letra Palmer de Miyó, sello inequívoco de una educación de colegio católico, y fotografías de la autora: lentes de pasta, labios carnosos, pelo revuelto y lacio, ojos cubiertos por lentes de pasta que cubrían la única posibilidad de adentrarse en su alma.
Para entender su poesía inédita solo hacen falta siete cosas:
1) Para leer a Miyó Vestrini no se necesita mucho tiempo, pero requiere concentrar toda la atención. Su poesía exige tener el alma abierta e indefensa, expuesta a ser herida con las imágenes que plantea su autora.
2) Se lee mejor si se escucha a Billie Holiday. Hay algo en la voz desgarrada de Lady Day que coincide con las letras desgarradas de Vestrini.
3) Miyó es una máscara, un prosopón de Marie José Fauvelles Ripert, su verdadero nombre. En su poesía se explora a sí misma, con todas sus posibilidades y limitaciones.
4) Criticó y se criticó de manera implacable. De alguna forma se convirtió en su peor enemiga.
5) Amó en la misma medida que sufrió: desmedidamente. Fue la prueba de que la soledad puede ser una compañía constante; casi una musa.
6) Miyó no encontraba sentido a la vida. Su poesía es un manual de ensayo y error donde intentaba darle sentido, siempre infructuosamente.
7) Su peor temor era morir pareciéndose a su madre. Ese fue precisamente su último gran logro. Pero no lo supo nunca.

24 de febrero de 2016

Celebración de los 80 años de la fundación del Ateneo de Valencia



Ateneo de Valencia celebra 80 años de su creación ...


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Ateneo de Valencia celebra 80 años de su creación. uctvweb. SubscribeSubscribedUnsubscribe 769769 ...
El Ateneo de Valencia es una institución cultural privada sin fines de lucro de ValenciaVenezuela. Fue fundado el 25 de febrero de 1936En la ciudad de Valencia el 25 de febrero de 1936, por promoción de la señora maría Luisa Escobar que aún siendo valenciana había fundado ya el de Caracas, y el empuje admirabñe de la señora Maria Clemencia Camarán de Aude, se reunió en la casa de la señora Josefa Iribarren de Iturriza un grupo de personas convocadas al efecto, con el objeto de fundar el Ateneo de Valencia, la propuesta fue aceptada; funcionó por primera vez en la planta de un viejo caserón colonial ubicado por la calle Páez. Allí paso 17 años. Luego el Consejo de Valencia le cedió el dinero para la construcción de una nueva sede y el gobierno regional realizó un concurso nacional para la elaboración de los planos y el levantamiento de los presupuestos. El proyecto ganador fue el del Arquitecto José Miguel Galia, su diseño proponía, de manera simple mediante rectángulos y círculos, la conveniencia del descenso de la luz natural sobre las obras de arte. Dentro de esa trama tridimensional compusieron las distintas áreas de acuerdo a su función y jerarquía. El edificio se empezó a construir en 1951 e inaugurado el año siguiente por la presidenta Lucila Martín.
Durante el mandato del Presidente de Venezuela, Dr. Jaime Lusinchi y el Gobernador de Carabobo Prof. Oscar Celli Gerbasi el Ateneo de Valencia fue testigo de un apoyo histórico por parte de ambos mandatarios, quienes planificaron y activaron las salas principales del Ateneo. Para ambos líderes social democratas la cultura es fundamental, activando también en la década de los 80's importantes obras como el Museo de la Cultura Braulio Salazar, la casa de la cultura de Ciudad Alianza y La Casa del Artista Plástico en avenida Paseo Cabriales.
La edificación cumplió con las funciones previstas en su concepto espacial, durante quince años. Pero lamentablemente, fue perdiendo su perfil, hasta que en 1991 a la llegada del escritor José Napoleón Oropeza a la presidencia del Ateneo de Valencia, la junta directiva se plantea la opción de devolver al Centro su rostro original y a su vez modernizarlo. El proyecto de recuperación va al mando del Arquitecto Franz Rísquel y de la Ingeniera Amel Beze. Entre los planes fundamentales estaba la creación del Museo Salón “Arturo Michelena” cuyo objetivo es proporcionar al público el conocimiento de la colección de arte del Ateneo. Surgen los talleres, centro para la docencia y la creación artística como el Centro Piloto de Capacitación en Arte «Luis Eduardo Chávez».El ateneo de hoy cuenta con el Museo Salón Arturo Michelena, una de las más valiosas pinacotecas de arte venezolano, producto de seis décadas de intenso trabajo en el Salón Michelena, la biblioteca Enrique Tejera, la Bienal de literatura, grupos de teatros entre otros programas
Durante el mandato del Gobernador Luis Felipe Acosta Carlés se "transformó" para la mitad de la población valenciana en el:
Para otros el Ateneo se perdió y tiene una Junta Directiva en el "exilio" presidida por:
Elis Mercado (presidente), Fabian de Jesús Díaz (vicepresidente), Lunes Rodríguez Coronel (director general). También  Rafael Torres, Luis Villafañe, Pedro Douaihi Toledo, Luis Cubillán Fonseca, son otros directivos y ateneístas.
Ese Ateneo hoy tan maltrecho y dividido es el que celebra 80 años de fundado por iniciativa de María Luisa Escobar.


El Gabinete del Dibujo y de la Estampa de Valencia y la Colección Topel Páez se unen 
a la celebración de los 80 años de la fundación del Ateneo de Valencia e invitan a la
Sesión Solemne del Consejo Universitario de la Universidad de Carabobo

Miércoles 24 de febrero a las 09:00 a.m. 
Lugar: Paraninfo de la Universidad de Carabobo (Antigua facultad de Derecho)
Entrada Libre 


Joan Ferrés es profesor en Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Entre sus publicaciones destacan:Televisión y Educación (Paidós, 1994); Educar en una cultura del espectáculo (Paidós, 2000), La educación como industria del deseo (Gedisa, 2009) y Las pantallas y el cerebro emocional (Gedisa, 2014). Su propuesta pedagógica es innovadora. Fomenta la comprensión de las emociones a partir de la recepción de contenidos de los medios de comunicación, Internet y tecnologías avanzadas. Se apoya en el psicoanálisis, la inteligencia emocional y la neurociencia para desarrollar su método de gestión de las emociones. Método poco abordado en la enseñanza de los medios cuyo interés tradicional ha sido el análisis de textos mediáticos desde perspectivas económicas, políticas y culturales.

La cultura del espectáculo

Gustavo Hernández Díaz / Foto Archivo El Nacional
Gustavo Hernández Díaz / Foto Archivo El Nacional
“La experiencia audiovisual abraza la emotividad y en el inconsciente como consecuencia del peso de la forma de expresión de los contenidos mediáticos”

Pink Floyd: “Hay alguien en mi cabeza, pero no soy yo”.
Joan Ferrés es profesor en Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Entre sus publicaciones destacan:Televisión y Educación (Paidós, 1994); Educar en una cultura del espectáculo (Paidós, 2000), La educación como industria del deseo (Gedisa, 2009) y Las pantallas y el cerebro emocional (Gedisa, 2014).
Su propuesta pedagógica es innovadora. Fomenta la comprensión de las emociones a partir de la recepción de contenidos de los medios de comunicación, Internet y tecnologías avanzadas. Se apoya en el psicoanálisis, la inteligencia emocional y la neurociencia para desarrollar su método de gestión de las emociones. Método poco abordado en la enseñanza de los medios cuyo interés tradicional ha sido el análisis de textos mediáticos desde perspectivas económicas, políticas y culturales.
“La escuela tiene la obligación de ayudar a las nuevas generaciones de alumnos a interpretar los símbolos de la cultura. Si educar exige preparar a los ciudadanos para integrarse de una manera reflexiva y crítica en la sociedad, ¿cómo se integrarán unos ciudadanos que no están preparados para realizar de manera crítica aquella actividad a la que más horas dedican?”. Rol esencial de la educación en la sociedad de la comunicación.
Espectáculo nuestro de cada día
Walt Whitman: “Soy vasto y contengo multitudes”.
Hablar de una “cultura del espectáculo” es referirse a la cultura audiovisual. Es referirse a un espectáculo globalizado por las tecnologías. Supera los límites del espacio y tiempo convencional. “Hoy, gracias a la televisión y a las tecnologías, el ciudadano tiene acceso en su propia casa a cualquier tipo de espectáculo, a cualquier hora del día o de la noche. La televisión fagocita toda clase de espectáculos desde el cine o el teatro hasta los conciertos. La misma realidad es fuente de espectáculo”, afirma Ferrés.
La experiencia audiovisual abraza la emotividad y en el inconsciente como consecuencia del peso de la forma de expresión de los contenidos mediáticos. La cultura audiovisual seduce y apabulla, privilegia la iconosfera sobre la logosfera mediante la hiperestimulación sensorial, el fenómeno del zapping y la cultura mosaico.
Imágenes en movimiento, yuxtaposición trepidante de imágenes, aparición constante de planos y estímulos visuales y auditivos, son recursos significantes concretos de la potenciación de lo sensorial.
También estimula los sentidos la lógica de la narración audiovisual y su secuencia: tensión, clímax y relax. Los relatos se caracterizan por la dialéctica entre el amor y el odio, entre el afecto y la agresión, entre el eros thanatos.
“En los relatos, la estabilidad y la seguridad vienen dadas por la estructura narrativa, por las convenciones de los géneros. Orden y caos, fascinación por lo previsible y atracción de lo imprevisible. En proporciones diversas, los necesitamos constantemente como espectadores”. El placer de la fabulación estimula, consciente o inconscientemente, la imaginación y la fantasía.
El uso del control remoto deviene en estimulación audiovisual y en una nueva modalidad de edición doméstica de los relatos. Zapping para evitar la publicidad. Grazzing para seguir varios programas a la vez.Flipping o uso irracional del control remoto por el simple placer de experimentar el “jump with the view” de un programa a otro.
Cultura mosaico de Abraham Moles, refiere a mensajes dispersos, fragmentados y descontextualizados. Inmediatez y simultaneidad se la ponen difícil a la serenidad, el sosiego  y el buen pensar. La agudeza visual de Neil Postman, el autor de Divertirse hasta morir, se expresa así: “El problema no es que la televisión nos dé temas entretenidos, sino que nos presenta todos los temas como entretenimiento”. Televidentes y cibernautas tienen la palabra.
Pedagogía, publicidad y emociones
Carl Jung: “En cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos”.
Joan Ferrés es un provocador: “Los educadores tenemos mucho que aprender de los publicitarios en cuanto eficacia comunicativa”. Y advierte: “No es que los profesionales de la enseñanza tengan que copiar a los creativos de la publicidad, ni tampoco convertir las clases en spots  publicitarios. Se trata que tomen buena nota de las estrategias, los mecanismos y los recursos expresivos, en los que los publicitarios están demostrando ser más hábiles que ellos”.
El educador debe apuntar bien a su “target” estudiantil, de lo contrario no habrá sintonía ni mucho menos aprendizaje significativo y contrastable. Soslayar las necesidades, intereses, deseos y temores de los interlocutores mediáticos nos aleja de una educación liberadora, consciente y advertida.
Hay una máxima en la publicidad: “Si tiene algo viejo que decir, dígalo en forma nueva. Si tiene algo nuevo que decir, dígalo simplemente”. Si los publicitarios diseñan sus mensajes en función de la audiencia, esa misma estrategia debería aplicarse en la educación. Sin embargo, los educadores trabajan en clases en función de los contenidos curriculares prescriptos por el magisterio.
Ferrés desarrolla un método para radiografiar la experiencia del consumo audiovisual. Los estudiantes deben explicitar sus reacciones sobre el texto mediático de manera libre y espontánea, no guiada ni inducida. Estas reacciones están vinculadas con lo sensorial (música, ruidos, efectos sonoros), con lo narrativo (realidad, ficción, intriga, conflictos, sorpresas) y con los mecanismos psicológicos de proyección e identificación (personajes, acciones y situaciones). También es importante detectar qué dice la obra sobre la audiencia. “Esta valoración permite descubrir hasta qué punto las experiencias de visionado y análisis han supuesto un aprendizaje, un enriquecimiento para el receptor, hasta que punto le han llevado más allá de sí mismo”.
La educación mediática será eficaz si es capaz de convertir el “objeto del deseo” o la atracción ejercida por los medios masivos, Internet y tecnologías, en “objeto de aprendizaje y crecimiento personal”. Dicho de otro modo: El deleite o rechazo hacia el relato audiovisual, hacia las pantallas de Internet, hacia el uso de tecnologías móviles debería conducirnos a una comprensión más íntima del placer. Aprender de las emociones y sentimientos. Distinguir entre la realidad y la ficción. Es el placer de conocer más sobre el lenguaje, la estética, la tecnología y la producción creativa y responsable de contenidos.
Umberto Eco afirmaba: “La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica y no una invitación a la hipnosis”. Urge sintonizarse con las emociones de las audiencias y canalizar la energía liberada por estas hacia objetivos educativos, culturales y sociales. Es alcanzar el “placer de ser conscientes” de la cultura del espectáculo. 

INVITACION TERTULIA EULALIO TOLEDO TOVAR JUEVES 25 de Febrero 4.00 de la tarde

Amigos les invitamos para el próximo jueves 25 de febrero a  la casa de Cora Topel, para nuestra acostumbrada Tertulia mensual

Tecnología, Arte y Aprendizaje
Un nuevo paradigma para todas las personas en el siglo XXI



·      La influencia de la tecnología en la vida diaria
·      El Aprendizaje vs  Enseñanza como base del desarrollo del individuo
·      Nuevas profesiones, nuevas expresiones y nuevos caminos desconocidos 
·      El impacto del cambio

INVITADO: Jorge H. Barrero R.

Desde muy temprana edad, mostró un enorme interés en los sistemas computacionales ya que sus tíos por parte materna  se desempeñaban en esas áreas. De traductor de manuales técnicos a operador a programador, no vislumbró otro camino que automatizar las tareas que como diseñador gráfico enfrentaría más adelante. Soñaba con poder dibujar con el uso de aquel fantástico invento que para la época solo producía toscas imágenes de burda calidad. Pero el tiempo no solo le proporcionó herramientas poderosas sino que terminó absorbiéndolo por completo.Pero estas nuevas potencialidades requirieron nuevos aprendizajes: programación, comunicaciones, redes, internet, dispositivos táctiles, móviles y pare de contar… A medida que aprendía, también enseñaba a otros a mantenerse cercano a la tecnología. Hoy en día su principal labor es docente y divulgativa para que otros experimenten el poder de estas fabulosas invenciones. El nuevo reto es que nadie se quede atrás. Todos tenemos el potencial de aprender cosas nuevas y útiles cada día sin importar la edad, el conocimiento previo o las condiciones personales.
“Y ese conocimiento lo tenemos a un click de distancia”

Jorge H Barrero R es Miembro fundador de Caracas Macintosh UsersGroup, e instructor del Primer Apple Center en Venezuela para las áreas de ofimática, participó en importantes proyectos de conversión de sistemas manuales a procedimientos de producción digital automatizada para empresas como Avon Cosmetics,
Dirección: Calle ciega lateral a la Plaza de Santa Cecilia, ultima casa a la izquierda, al lado del  Gabinete del Dibujo y de la Estampa de Valencia.  (En el semáforo de Sta. Cecilia en Av. Andrés Eloy Blanco, viniendo del Norte, cruzar a la derecha bordeando la plaza y de nuevo a la derecha.) 
Les recuerdo la acostumbrada merienda y/o vino o la bebida de su preferencia,
para compartir al final
Como un  gesto de Amor.
                                                

FAVOR SER PUNTUALES