TOMADO DEL BLOG "ALFONSO MARÍN" DE TATIANA DE LA ROSA MARIN
EN BLOGGER DESDE MARZO DE 2012
VIERNES, 25 DE MAYO DE 2012
14 de Julio de 1986. "50 Años del Ateneo"
50 Años del Ateneo
En forma sencilla, sin grandes oropeles pero con un sentido pedagógico profundo, se ha celebrado el cincuentenario del Ateneo de Valencia. Decir Ateneo entre nosotros; es como decir la Catedral, o el Monolito, o la Virgen del Socorro; es como evocar un gran símbolo; algo así como encontrarse de pronto con la más pura, la más clara y la más neta tradición espiritual de la ciudad. Es como si se estuviera pronunciando una palabra mágica para descorrer las cortinas de un pasado inmediato cargado de recuerdos, de esperanzas y de angustias. Un pasado de lucha abnegada y firme.
Cuando llegamos a Valencia, el 22 de febrero de 1940, nos dimos cuenta de inmediato, y esto lo hemos dicho más de una vez, de que para ingresar en el ámbito cultural de la ciudad, había dos puertas de entrada: “El Carabobeño” y el Ateneo. Nosotros ingresamos por esas dos puertas, y aunque veníamos a ejercer cargo público, ya traíamos debajo del brazo nuestro primer libro de versos, “Surcos de Occidente”; nos sentamos en un escaño del Ateneo y empezamos a colaborar en “El Carabobeño”. Estas dos puertas de entrada nos han sido familiares siempre.
Sobre el Ateneo hemos escrito mucho y seguiremos escribiendo. Alguna vez publicamos un folleto suscrito con Luisa Galíndez y Margot Ramírez Travieso, “Diez años de Lucha y de Trabajo”, reseñando sus primeras actividades hasta en sus más mínimos detalles. Echábamos así las bases para un trabajo biográfico más amplio.
Hoy, la celebración del cincuentenario del Ateneo ha sido dividida en dos partes: la de su fundación y la de su instalación, porque hubo entre ambas una espera muy larga: de febrero a julio de 1936. ¿Por qué tanto tiempo? Muy sencillo: porque no se disponía de medios para hacer su instalación. Hasta ese momento, el Ateneo era apenas una idea, un capricho, un sueño. El sueño romántico de un grupo de soñadores, damas en su mayor parte, que tenían el firme propósito de dedicarse a trabajar por el fomento de la cultura. Cero dinero, cero recursos. Durante esos largos meses de espera, Luis Eduardo Chávez, uno de sus pioneros, anduvo de tienda en tienda por el comercio de Valencia recogiendo retazos de coleto para forrar las paredes del viejo cascarón de la Calle Páez donde se iba a instalar el Ateneo. Precisamente al lado del cuartel de policía y frente a una agencia funeraria. Gozando de la compañía de tan amables vecinos, funcionó allí durante 18 años.
El Ateneo de Valencia, no nació por generación espontánea, sino porque para entonces estaban dadas las condiciones de fundarlo: se acaban de romper los diques de la dictadura con la muerte del dictador. María Luisa Escobar, gran carabobeña, fundadora del Ateneo de Caracas, influyó desde allá sobre María Clemencia Camarán, para que procediera a fundarlo. Esta fue su primera presidenta. Un soplo de renovación se extendía por todas partes. Daba la impresión de que se quería recuperar el tiempo perdido. El tiempo perdido en materia de cultura bajo la despiadada crudeza del régimen imperante. Un ejemplo: la Universidad de Valencia había sido clausurada desde 1904.
Y el Ateneo siguió su rumbo. Por su destartalado cascarón de la Calle Páez, desfilaron grandes figuras de Venezuela y de otros países. Escritores, poetas, y artistas. Toda una gama de hombres y mujeres convocados a ejercitar una responsabilidad compartida sobre el terreno espiritual de Valencia.
Y seguíamos soñando. Un día se pensó en obtener un local propio. Varias sucesivas presidentas del Ateneo se empeñaron en esto. Manuel García, gobernador de Carabobo, regaló un terreno; pero ese terreno resultaba pequeño y hubo que venderlo; también doña Melanie de Branger, regaló otro, que tampoco era apropiado, y sucedió lo mismo. En estas condiciones, llegó a la presidencia del Ateneo doña Lucila de Marín, quien procedió a construir el edificio. Faltó dinero, y ella se echó a la calle en compañía de Don Pancho Alvarado Escorihuela y Don José Auad a colocar cédulas hipotecarias. Estás cédulas fueron donadas luego al Ateneo e incineradas en acto público y solemne en el patio del nuevo edificio, acto que fue registrado en su primera página por “El Nacional” de Caracas. Otro día, doña Chuchita Carabaño de Díaz, creó el salón de artes plásticas “Arturo Michelena”, y más tarde Frida Añez, otra gran presidenta, organizó y presentó la primera y única exposición internacional de pintura que se ha celebrado en Venezuela, con la concurrencia de los principales pintores de 32 países de América y Europa. (Frida Añez, Oswaldo Vigas y el suscrito, estamos comprometidos a escribir la historia de este evento). Otro día, en compañía de la presidenta Ana Enriqueta Terán, organizamos aquí la primera convención nacional de ateneos de Venezuela. Y así sucesivamente.
Hoy, el Ateneo se encuentra en manos excelentes; Vitalia Muñoz de Chacín, Mary Schwazemberg, José Napoleón Oropeza, Alfredo Fermín y otros. Y para proclamar la conmemoración del cincuentenario de su instalación, fue escogida una voz joven –la de Luis Arráez Azuaje- en señal de que el Ateneo se sigue renovando. Este trató de ensayar en sus palabras una apología de la angustia. Todo indica que el Ateneo está marchando en estos momentos con justificado entusiasmo y que sus actuales dirigentes están convencidos, como lo estamos todos, de que formar parte de su junta directiva, es una de las formas más propicias y eficaces de servir a Valencia. De servirla y de amarla.
Alfonso Marín.
Historia escrita a cincel y soplete
Galería Arte Ascaso inaugura el domingo "Escultura Escultores"
Peña expone su permanente indagación de los barriles de petróleo
DUBRASKA FALCÓN | EL UNIVERSAL
jueves 25 de octubre de 2012 12:00 AM
"Yo en realidad no sé de escultura. ¡Yo hago muñecos! Mi razón es comunicar. Mi razón no es artística", suelta el maestro Cornelis Zitman. Mientras que el autor de Mujer sentada decía estas frases tan contundentes como humildes, a su alrededor Rolando Peña, Felipe Herrera, J.J. Moros y Pedro Briceño aprobaban en silencio estas palabras.
Oraciones que reflejan el quehacer de tres generaciones de escultores que, el domingo 28, se reúnen en la Galería de Arte Ascaso para dar fe del trabajo escultórico que se ha hecho en el país desde que Francisco Narváez inauguró el modernismo en el arte nacional.
Bélgica Rodríguez, curadora de la exposición Escultura Escultores que se inaugura en la institución privada de Las Mercedes, seleccionó a 37 artistas y 75 obras tridimensionales para mostrar en tres salas una aproximación al panorama escultórico venezolano, en su mayoría abstracto-geométrico.
"Aquí cada artista representa una tendencia. El artista que comienza siendo escultor lo sigue siendo a pesar de que es uno de los medios más difíciles para trabajar. Nuestro movimiento escultórico es uno de los más importantes de América Latina. Nuestros escultores se mantienen activos y crean obras dinámicas", asegura Rodríguez.
En la exposición se réunen obras de Francisco Narváez, Jesús Soto, Cornelis Zitman, Víctor Valera, Pedro Briceño, Alirio Palacios, Oswaldo Vigas, Harry Abend, Edgar Guinand, Milton Becerra, Rolando Peña, Felipe Herrera, Javier Level, Carlos Medina, Rafael Barrios, Colette Delozanne, Belén Parada, Noemí Márquez, Vicente Antonorsi, James Mathison, JJ Moros y Luis Millé, entre otros.
Las creaciones de los artistas están divididas por grupos en los tres pisos de la Galería Arte Ascaso. En el primer piso se encuentran las piezas de los grandes maestros de la escultura venezolana; en el segundo, están las obras tridimensionales, incluyendo cerámica, de la generación de creadores que tuvo que competir con la pintura como recurso plástico, y en el tercer piso se exponen las obras tridimensionales de artistas contemporáneos.
"Esto comenzó siendo una exposición modesta de obras que se encontraban en la bóveda de la galería hasta que tomó un carácter antológico. Que no se refiere solamente a las obras, pues 95% de los creadores que están en la exposición está vivo. Por eso involucramos a aquellos artistas que siempre han participado en la escultura", apunta Bélgica Rodríguez.
Entre estos está el Príncipe Negro, Rolando Peña, quien expone dos piezas de la serie Las diagonales. Obras con dimensiones menores a las que llevó, en 1999, a Washington. También están los ensamblajes de objetos que recoge o colecciona Javier Level que pertenecen a las serie Transgénico.
Además, se exponen dos esculturas en cerámica de Belén Parada. Se tratan de obras geométrico-abstractas que generan movimientos y ritmos. "La cerámica ha sido un fenómeno único en Venezuela", apunta.
Sin contar las dos obras del ganador del Salón Arturo Michelena, Felipe Herrera. El creador sigue trabajando con el tema de la dualidad, de la simbología del corazón, de la poesía y de la fuerza.
Luego de este recorrido, también se aprueban, por unanimidad, las palabras de Zitman.
Oraciones que reflejan el quehacer de tres generaciones de escultores que, el domingo 28, se reúnen en la Galería de Arte Ascaso para dar fe del trabajo escultórico que se ha hecho en el país desde que Francisco Narváez inauguró el modernismo en el arte nacional.
Bélgica Rodríguez, curadora de la exposición Escultura Escultores que se inaugura en la institución privada de Las Mercedes, seleccionó a 37 artistas y 75 obras tridimensionales para mostrar en tres salas una aproximación al panorama escultórico venezolano, en su mayoría abstracto-geométrico.
"Aquí cada artista representa una tendencia. El artista que comienza siendo escultor lo sigue siendo a pesar de que es uno de los medios más difíciles para trabajar. Nuestro movimiento escultórico es uno de los más importantes de América Latina. Nuestros escultores se mantienen activos y crean obras dinámicas", asegura Rodríguez.
En la exposición se réunen obras de Francisco Narváez, Jesús Soto, Cornelis Zitman, Víctor Valera, Pedro Briceño, Alirio Palacios, Oswaldo Vigas, Harry Abend, Edgar Guinand, Milton Becerra, Rolando Peña, Felipe Herrera, Javier Level, Carlos Medina, Rafael Barrios, Colette Delozanne, Belén Parada, Noemí Márquez, Vicente Antonorsi, James Mathison, JJ Moros y Luis Millé, entre otros.
Las creaciones de los artistas están divididas por grupos en los tres pisos de la Galería Arte Ascaso. En el primer piso se encuentran las piezas de los grandes maestros de la escultura venezolana; en el segundo, están las obras tridimensionales, incluyendo cerámica, de la generación de creadores que tuvo que competir con la pintura como recurso plástico, y en el tercer piso se exponen las obras tridimensionales de artistas contemporáneos.
"Esto comenzó siendo una exposición modesta de obras que se encontraban en la bóveda de la galería hasta que tomó un carácter antológico. Que no se refiere solamente a las obras, pues 95% de los creadores que están en la exposición está vivo. Por eso involucramos a aquellos artistas que siempre han participado en la escultura", apunta Bélgica Rodríguez.
Entre estos está el Príncipe Negro, Rolando Peña, quien expone dos piezas de la serie Las diagonales. Obras con dimensiones menores a las que llevó, en 1999, a Washington. También están los ensamblajes de objetos que recoge o colecciona Javier Level que pertenecen a las serie Transgénico.
Además, se exponen dos esculturas en cerámica de Belén Parada. Se tratan de obras geométrico-abstractas que generan movimientos y ritmos. "La cerámica ha sido un fenómeno único en Venezuela", apunta.
Sin contar las dos obras del ganador del Salón Arturo Michelena, Felipe Herrera. El creador sigue trabajando con el tema de la dualidad, de la simbología del corazón, de la poesía y de la fuerza.
Luego de este recorrido, también se aprueban, por unanimidad, las palabras de Zitman.
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