Vigas debuta en Nueva York
Extrañamente uno de los pintores vivos más respetados de Venezuela nunca había tenido una muestra individual en Nueva York. Su paisano valenciano Álvaro Pérez salda la deuda en el vigésimo aniversario de la Galería Dillon FOTOS CORTESÍA
ANDRÉS CORREA GUATARASMA | El Universal 09/03/14
Nueva York.- Oswaldo Vigas cumplirá 88 años en agosto y cual quinceañera está a punto de debutar en sociedad. En la más exigente de todas: Manhattan.
Para reforzar la ironía, es un paisano carabobeño, Álvaro Pérez Miranda, el encargado de mostrar su trabajo por primera vez en la gran metrópolis del globo.
El por qué de esa deuda pendiente tiene una respuesta serena: "Nueva York, como cualquier sitio... Nunca he buscado exponer en ninguna parte. Mi papel es el de hacer la obra, buscar dónde exponerla es papel de otro. No soy de esos artistas que se pasean con un maletín. Feliz si alguien se interesa, no me es indiferente. Obviamente siempre uno se satisface cuando alguien aprecia lo que uno hace. Pero no lo busco, eso debe venir solo. En esta circunstancia reconozco que actualmente se considera que Nueva York es la meca del arte, pero eso no es asunto mío. Ninguna exposición ha interferido en mi trabajo", comenta Vigas desde Caracas, sin planes de viaje.
Uno de los pinceles vivos más respetados del país, es además médico cirujano (ULA-UCV), aunque nunca lo ejerció.
Como todo artista que se respete, prefirió irse a París en 1953, estudiar Historia del Arte en la Sorbona y trabajar en la Embajada de Venezuela.
Cuando Carlos Raúl Villanueva le comisionó varios murales en mosaico para la Ciudad Universitaria regresó en 1957, a tiempo para firmar el "Manifiesto de los Intelectuales" contra la dictadura de Pérez Jiménez.
"En los años cincuenta, cuando gané todos los premios en Venezuela, decenas de detractores me atacaron, granjeándome una gran fama. Luego otros han apreciado mi obra y analizado en muchos ensayos", recuerda.
La exposición se inaugurará el 13 de marzo en la Galería Dillon, que Pérez mantiene con su esposa Valerie, original de Zimbabwe, entre lo micro y lo macro de la globalización: "como venezolano y además de Valencia, es un orgullo que Vigas me haya permitido ser parte de su historia. Quiero contribuir a que su talento sea reconocido en el mundo entero, como se lo merece, y no solamente en América Latina, donde ya goza de gran aprecio", comenta.
Es una muestra de 15 pinturas de los años 60 y 70, realizadas en Venezuela. "Muy difícilmente Vigas se separa de las obras pintadas en esos años, conservadas celosamente. Nos enorgullece tenerlas".
Algunas de las piezas aterrizan en Nueva York al comienzo de una gira de tres años que incluye el Museo de Arte Moderno de Bogotá, y salas de Lima y Santiago de Chile, entre otras ciudades.
Como curador Pérez detalla que ésta es una muestra "contemporánea y a la vez histórica porque, con un lenguaje muy actual, expresa las tendencias que le unen a nuestro pasado, a la vez africano y precolombino. Pocos artistas de nuestro continente han logrado esta fusión. Tamayo, Lam, Matta, Guayasamín, entre algunos otros, son ejemplo de ello".
Confiesa ser "un admirador de Vigas desde mi juventud. A los 25 años de edad hice un gran esfuerzo para comprarle un cuadro, que tengo todavía. Y más tarde, cuando vivía en Japón, llevé varias obras suyas allá y fue todo un éxito. Como apasionado de la pintura en general, su estilo es único, lo cual es raro en nuestra época porque la tendencia del arte se ha descarrilado debido al mercadeo de lo "fabricado". Para mí Vigas tiene en su propia mano el único instrumento que le permite crear un mundo donde en cada obra descubres algo diferente en técnica, lenguaje y estilo", describe Pérez.
Al otro lado del termómetro, protegido del invierno neoyorquino, el modernista Vigas enfrenta otra inclemencia en Caracas: la turbulencia de un déjà vu histórico, con una sociedad en rebeldía. "Un verdadero creador no para de realizar su obra bajo ninguna circunstancia, negativa o positiva. Pero somos como todo el mundo y quizás más sensibles frente a las circunstancias negativas de la sociedad. Hoy en día Venezuela ha sido lanzada por un camino negativo que ya ha fracasado en todo el mundo. La lucha es para acabar con este desastre", sentencia.
acorrea@eluniversal.com
Para reforzar la ironía, es un paisano carabobeño, Álvaro Pérez Miranda, el encargado de mostrar su trabajo por primera vez en la gran metrópolis del globo.
El por qué de esa deuda pendiente tiene una respuesta serena: "Nueva York, como cualquier sitio... Nunca he buscado exponer en ninguna parte. Mi papel es el de hacer la obra, buscar dónde exponerla es papel de otro. No soy de esos artistas que se pasean con un maletín. Feliz si alguien se interesa, no me es indiferente. Obviamente siempre uno se satisface cuando alguien aprecia lo que uno hace. Pero no lo busco, eso debe venir solo. En esta circunstancia reconozco que actualmente se considera que Nueva York es la meca del arte, pero eso no es asunto mío. Ninguna exposición ha interferido en mi trabajo", comenta Vigas desde Caracas, sin planes de viaje.
Uno de los pinceles vivos más respetados del país, es además médico cirujano (ULA-UCV), aunque nunca lo ejerció.
Como todo artista que se respete, prefirió irse a París en 1953, estudiar Historia del Arte en la Sorbona y trabajar en la Embajada de Venezuela.
Cuando Carlos Raúl Villanueva le comisionó varios murales en mosaico para la Ciudad Universitaria regresó en 1957, a tiempo para firmar el "Manifiesto de los Intelectuales" contra la dictadura de Pérez Jiménez.
"En los años cincuenta, cuando gané todos los premios en Venezuela, decenas de detractores me atacaron, granjeándome una gran fama. Luego otros han apreciado mi obra y analizado en muchos ensayos", recuerda.
La exposición se inaugurará el 13 de marzo en la Galería Dillon, que Pérez mantiene con su esposa Valerie, original de Zimbabwe, entre lo micro y lo macro de la globalización: "como venezolano y además de Valencia, es un orgullo que Vigas me haya permitido ser parte de su historia. Quiero contribuir a que su talento sea reconocido en el mundo entero, como se lo merece, y no solamente en América Latina, donde ya goza de gran aprecio", comenta.
Es una muestra de 15 pinturas de los años 60 y 70, realizadas en Venezuela. "Muy difícilmente Vigas se separa de las obras pintadas en esos años, conservadas celosamente. Nos enorgullece tenerlas".
Algunas de las piezas aterrizan en Nueva York al comienzo de una gira de tres años que incluye el Museo de Arte Moderno de Bogotá, y salas de Lima y Santiago de Chile, entre otras ciudades.
Como curador Pérez detalla que ésta es una muestra "contemporánea y a la vez histórica porque, con un lenguaje muy actual, expresa las tendencias que le unen a nuestro pasado, a la vez africano y precolombino. Pocos artistas de nuestro continente han logrado esta fusión. Tamayo, Lam, Matta, Guayasamín, entre algunos otros, son ejemplo de ello".
Confiesa ser "un admirador de Vigas desde mi juventud. A los 25 años de edad hice un gran esfuerzo para comprarle un cuadro, que tengo todavía. Y más tarde, cuando vivía en Japón, llevé varias obras suyas allá y fue todo un éxito. Como apasionado de la pintura en general, su estilo es único, lo cual es raro en nuestra época porque la tendencia del arte se ha descarrilado debido al mercadeo de lo "fabricado". Para mí Vigas tiene en su propia mano el único instrumento que le permite crear un mundo donde en cada obra descubres algo diferente en técnica, lenguaje y estilo", describe Pérez.
Al otro lado del termómetro, protegido del invierno neoyorquino, el modernista Vigas enfrenta otra inclemencia en Caracas: la turbulencia de un déjà vu histórico, con una sociedad en rebeldía. "Un verdadero creador no para de realizar su obra bajo ninguna circunstancia, negativa o positiva. Pero somos como todo el mundo y quizás más sensibles frente a las circunstancias negativas de la sociedad. Hoy en día Venezuela ha sido lanzada por un camino negativo que ya ha fracasado en todo el mundo. La lucha es para acabar con este desastre", sentencia.
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