ENTREVISTA SANTIAGO CÁRDENAS Y JORGE STEVER, PINTORES
La luz y las memorias de Cárdenas y Stever
"Todo arte es abstracto (...) esa es la estructura del arte porque es imposible copiar la realidad" "El artista deja de ser artesano en el momento en el que empieza a pintar para sí mismo "
Santiago Cárdenas fue galardonado con el Premio Nacional de Pintura en Colombia en 1976 VENANCIO ALCÁZAREZ
MARÍA GABRIELA FERNÁNDEZ B. , SANTIAGO CÁRDENAS , PINTOR , JORGE STEVER| EL UNIVERSAL
sábado 25 de abril de 2015 12:00 AM
Un marco y dos libros reposan sobre una mesa blanca. Sus colores pasteles son alumbrados por la luz de alguna ventana que, aún sin estar pintada, existe. Existe en la sombra gris que impronta su reja sobre los objetos, en el brillo que penetra sus cristales, en la forma en que transmite las huellas de un área exterior colmada de plantas. Su presencia se recrea en un mundo de siluetas. En una pintura en la que el juego de luces y engaños es, por mucho, más valioso que la mesa, el marco y los libros.
En la Galería Freites de Las Mercedes, inaugura hoy una exposición que reivindica el papel de la pintura como medio de representación y como generadora de reflexiones. En la muestra, titulada Al límite de la pintura, el artista colombiano Santiago Cárdenas, autor de Mesa blanca (2011) descrita al inicio, y el alemán residenciado en Venezuela Jorge Stever, unen por primera vez sus creaciones para presentar un compendio de 49 obras donde el arte se forja como un proceso de pensamiento y la técnica se orienta a tejer memorias y sombras.
El engaño en el lienzo blanco
Si un elemento distingue a las 32 piezas de Cárdenas disponibles en la muestra, es la ubicación de algún objeto cotidiano o de flores de jardín en el centro de cada obra. Estas parecen flotar sobre un lienzo blanquísimo que, intencionalmente, se funde en las paredes.
"Pinto objetos en los que normalmente las personas no se fijan pero que forman parte de la civilización y hablan sobre ella, para que alguien pueda preguntarse '¿por qué este pinta un lápiz y no a un general?'". Sobre las flores, apunta: "antes no llamaban mi atención pero desde que me atraparon procuro mostrarlas de formas en las que no hayan sido exhibidas, porque cuando me pregunto por qué soy pintor entiendo que no quiero ser un reproductor mecánico, sino plantear el arte como una forma de filosofía que haga que el hombre se pregunte cosas al enfrentarse con la abstracción".
-Aunque hace referencia a la abstracción, sus obras podrían pasar por figurativas...
-Todo arte es abstracto, y así es el mío, aunque pinte figuras. Porque cuando pinto una flor pinto la representación que tengo en mi memoria sobre la flor, y cuando plasmo una sombra es, en realidad, mi imagen sobre alguna sombra, la sombra que yo imagino. La abstracción es la estructura del arte porque es imposible copiar la realidad.
-Además del objeto, en sus pinturas destacan sombras sobre el lienzo que hacen referencia a otros planos ¿por qué capturar una escena a través de sus sombras?
-Es una forma de representar paisajes a través de una imagen poética que atrape al espectador. Que lo engañe. He visto a personas girar y mirar hacia arriba, para intentar descifrar de dónde viene la luz. Yo no creo en la pintura decorativa, creo que la pintura es un vehículo para que el hombre se exprese en su época e intente explicarse cosas, desde su identidad hasta el origen de una sombra.
-¿Cómo se atrapa una sombra con pincel en este siglo?
-Con trabajo (risas). En todo caso, si alguien hubiera pintado sombras en la Edad Media no habrían sido iguales a las mías porque eran sombras negras, sin la luz eléctrica, y porque estas son mis sombras. Mi arte pertenece a su tiempo y por cosas como esas digo que la pintura nunca va a morir, porque siempre queda algo por hacer.
Disparador de recuerdos
El artista alemán Jorge Stever viste como pinta. Sus prendas sencillas, casi unicolores, dan fe del vínculo con una paleta que gira entre el blanco, el negro y los tonos tierra. 16 pinturas y una instalación que se asemeja a un juego de comedor, aguardan en la muestra de la Galería Freites como legado de las labores de un hombre que confiesa haber huido de las salas expositivas nacionales desde 1991. Sus cuadros recrean espacios en los que los objetos son reducidos a puntos o líneas, con sombras que les aportan sensación de movimiento.
Obsesionado desde la infancia con la posibilidad de representar en la pintura la distancia entre las cosas, convirtió a sus piezas en espacios sin límites, en los que invita al espectador a integrarse y complementar cada una con sus memorias. "Pretendo que la obra se convierta en una experiencia personal que evoque recuerdos, objetos. Como pintor me convierto en el proveedor , en el disparador de recuerdos".
-¿Por qué le interesan las memorias de la audiencia?
-Mi labor toma con ellos el carácter de una especie de arqueología moderna, porque busco recuerdos y convierto a mis piezas en huellas de escenas que cada uno completa. La mesa de comedor, por ejemplo, me lleva a una noche de amigos.
-Si sus cuadros necesitan de un espectador ¿por qué evita exponerlos?
-Porque, entre tanto, el espectador soy yo y en cada uno he puesto mis historias. Soy un coleccionista de mis obras (tengo más de 2 mil en casa) y me cuesta desprenderme de ellas.
-Entonces ¿para quién pinta?
-Creo que el artista deja de ser artesano en el momento en el que empieza a pintar para sí mismo y no para los otros. Cuando vine a Venezuela en 1973, donde no conocía nadie, fue precisamente para encontrarme, y creo que he alcanzado en mi trabajo algo sincero.
En la Galería Freites de Las Mercedes, inaugura hoy una exposición que reivindica el papel de la pintura como medio de representación y como generadora de reflexiones. En la muestra, titulada Al límite de la pintura, el artista colombiano Santiago Cárdenas, autor de Mesa blanca (2011) descrita al inicio, y el alemán residenciado en Venezuela Jorge Stever, unen por primera vez sus creaciones para presentar un compendio de 49 obras donde el arte se forja como un proceso de pensamiento y la técnica se orienta a tejer memorias y sombras.
El engaño en el lienzo blanco
Si un elemento distingue a las 32 piezas de Cárdenas disponibles en la muestra, es la ubicación de algún objeto cotidiano o de flores de jardín en el centro de cada obra. Estas parecen flotar sobre un lienzo blanquísimo que, intencionalmente, se funde en las paredes.
"Pinto objetos en los que normalmente las personas no se fijan pero que forman parte de la civilización y hablan sobre ella, para que alguien pueda preguntarse '¿por qué este pinta un lápiz y no a un general?'". Sobre las flores, apunta: "antes no llamaban mi atención pero desde que me atraparon procuro mostrarlas de formas en las que no hayan sido exhibidas, porque cuando me pregunto por qué soy pintor entiendo que no quiero ser un reproductor mecánico, sino plantear el arte como una forma de filosofía que haga que el hombre se pregunte cosas al enfrentarse con la abstracción".
-Aunque hace referencia a la abstracción, sus obras podrían pasar por figurativas...
-Todo arte es abstracto, y así es el mío, aunque pinte figuras. Porque cuando pinto una flor pinto la representación que tengo en mi memoria sobre la flor, y cuando plasmo una sombra es, en realidad, mi imagen sobre alguna sombra, la sombra que yo imagino. La abstracción es la estructura del arte porque es imposible copiar la realidad.
-Además del objeto, en sus pinturas destacan sombras sobre el lienzo que hacen referencia a otros planos ¿por qué capturar una escena a través de sus sombras?
-Es una forma de representar paisajes a través de una imagen poética que atrape al espectador. Que lo engañe. He visto a personas girar y mirar hacia arriba, para intentar descifrar de dónde viene la luz. Yo no creo en la pintura decorativa, creo que la pintura es un vehículo para que el hombre se exprese en su época e intente explicarse cosas, desde su identidad hasta el origen de una sombra.
-¿Cómo se atrapa una sombra con pincel en este siglo?
-Con trabajo (risas). En todo caso, si alguien hubiera pintado sombras en la Edad Media no habrían sido iguales a las mías porque eran sombras negras, sin la luz eléctrica, y porque estas son mis sombras. Mi arte pertenece a su tiempo y por cosas como esas digo que la pintura nunca va a morir, porque siempre queda algo por hacer.
Disparador de recuerdos
El artista alemán Jorge Stever viste como pinta. Sus prendas sencillas, casi unicolores, dan fe del vínculo con una paleta que gira entre el blanco, el negro y los tonos tierra. 16 pinturas y una instalación que se asemeja a un juego de comedor, aguardan en la muestra de la Galería Freites como legado de las labores de un hombre que confiesa haber huido de las salas expositivas nacionales desde 1991. Sus cuadros recrean espacios en los que los objetos son reducidos a puntos o líneas, con sombras que les aportan sensación de movimiento.
Obsesionado desde la infancia con la posibilidad de representar en la pintura la distancia entre las cosas, convirtió a sus piezas en espacios sin límites, en los que invita al espectador a integrarse y complementar cada una con sus memorias. "Pretendo que la obra se convierta en una experiencia personal que evoque recuerdos, objetos. Como pintor me convierto en el proveedor , en el disparador de recuerdos".
-¿Por qué le interesan las memorias de la audiencia?
-Mi labor toma con ellos el carácter de una especie de arqueología moderna, porque busco recuerdos y convierto a mis piezas en huellas de escenas que cada uno completa. La mesa de comedor, por ejemplo, me lleva a una noche de amigos.
-Si sus cuadros necesitan de un espectador ¿por qué evita exponerlos?
-Porque, entre tanto, el espectador soy yo y en cada uno he puesto mis historias. Soy un coleccionista de mis obras (tengo más de 2 mil en casa) y me cuesta desprenderme de ellas.
-Entonces ¿para quién pinta?
-Creo que el artista deja de ser artesano en el momento en el que empieza a pintar para sí mismo y no para los otros. Cuando vine a Venezuela en 1973, donde no conocía nadie, fue precisamente para encontrarme, y creo que he alcanzado en mi trabajo algo sincero.
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