Dan la espalda al arte emergente
Espacios alternativos como la Sala TAC, la Organización Nelson Garrido, El Anexo y la Sala Mendoza han abrazado las propuestas contemporáneas que en los museos nacionales no tienen cabida
Es un tema de memoria. Las propuestas de arte moderno en Venezuela se han quedado fuera de los museos nacionales. A nivel expositivo, las salas alternativas se han convertido en una opción para los creadores al momento de mostrar su trabajo. Pero estos espacios no son suficientes.
En el caso de las galerías, si bien las mueven los intereses comerciales, han abierto sus puertas al público para que se entere hacia dónde apunta la contemporaneidad en el país. El tema del registro preocupa. En los museos no existe el menor interés por revisar los aportes que se han hecho en las artes plásticas en los últimos 15 años. Es un hecho del cual ya no se habla en las instituciones.
“La función de los museos tiene un valor contralor, vinculado a sus equipos de investigación. El reconocimiento que les dan a los artistas termina por influenciar en su carrera y evidentemente en el mercado”, señala Nicomedes Febres, director de la galería D’Museo.
La labor de los museos nacionales no puede ser sustituida por las galerías o las salas alternativas. En eso coinciden tanto artistas como curadores y galeristas. “Su función educadora, de conservar el patrimonio del país, no puede ser suplantada por ninguna entidad privada. Sin embargo, actualmente no existe autonomía conceptual, todo está determinado por el Plan de la Nación”, indica el curador Félix Suazo. La política se ha convertido en una invitada permanente de estas instituciones.
Para Starsky Brines, lo preocupante es que no se están conservando las obras de los artistas jóvenes en sus mejores momentos. “He visto exposiciones importantes que deberían pasar directo a las colecciones del país. Completas. El problema aquí es el tema de la memoria, vulnerable en estos 15 años, casi todo está en manos de los coleccionistas privados. Los museos no van a tener la suficiente plata para reconstruir todo lo que ha pasado hasta ahora”.
La más reciente individual de Starsky Brines, El papel del dibujo, se presentó en GBG Arts. Asegura que le gustaría donar alguna de sus piezas al Museo de Arte Contemporáneo. “El tema es que ni siquiera se acercan a la exposición a ver en qué andamos. No hay interés”.
La polarización de este período ha alterado todo el entorno museístico. De eso sabe muy bien el artista Carlos Zerpa. “No tengo cabida en los museos. Ni ellos me van a invitar ni yo asistiría. Sería como validar la política cultural de un gobierno desastroso. En 14 años no han comprado nada, ni han aceptado donaciones. Solo lo que a ellos le conviene”.
Sobre este punto de las donaciones, Nicomedes Febres asegura que es difícil hacerle llegar obras a la Fundación Museos Nacionales por la burocracia y la falta de interés, una serie de obstáculos que no permiten que los privados se involucren en el registro documental del país.
Espacios alternativos como la Sala TAC, la Organización Nelson Garrido, El Anexo Arte Contemporáneo de San Bernardino y la Sala Mendoza han intentado llenar el vacío que tienen los museos en la actualidad. Es el caso de la ONG, que continúa funcionando como lugar de resistencia, autónomo y libre, como lo define su directora Gala Garrido. “Necesitamos reflexionar sobre nuestro contexto y más en esta situación que vivimos. El arte debe funcionar como válvula de escape, que el colectivo sienta que se desahoga en las imágenes que responden a la contemporaneidad del momento político que atravesamos. El arte, sin embargo, no debería obedecer nunca al poder, ni a este ni a ningún otro”.
Rosa Fernández, directora de la Sala TAC, considera que debería existir un trabajo en conjunto, entre privados, galeristas e instituciones públicas. “Han pasado 12 años desde que abrimos este espacio con la intención de traer a este lado de la ciudad programación expositiva de arte contemporáneo. Nuestra labor no es sustituir ni suplir la función de los museos”.
Si bien en estos años se avanzó en cuanto a infraestructura con la nueva sede de la Galería de Arte Nacional y el Museo de Arquitectura, el problema es de fondo. En Venezuela se le ha dado la espalda al arte emergente por no ser complaciente.
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