Texto-fobia: Asomos en clave femenina
“Estamos allí cien mujeres venezolanas de distintas profesiones, de distintos ámbitos con el objetivo común de decir y dar un alto a la violencia de género en Venezuela”
El tema de hoy viene a cuento porque apenas este sábado pasado recibí mi ejemplar como autora del libro Basta. Cien mujeres contra la violencia de género en Venezuela (Caracas, Fundavag Ediciones, 2015). Kira Kariakin, Virginia Riquelme y Violeta Rojo son las impulsoras de este proyecto y las merecedoras de un gran aplauso por su logro convertido en libro.
Estamos allí cien mujeres venezolanas de distintas profesiones, de distintos ámbitos con el objetivo común de decir y dar un alto a la violencia de género en Venezuela.
Como dice el prólogo: “Lo que ha dado en llamarse minorías (que son siempre los otros, los señalados, los diferentes, los del borde, los de la periferia) han sido objeto de discriminación y violencia a lo largo de la historia”.
Es interesante que, como señalan, las luchas reivindicativas han tenido un cierto resultado paradójico, pues ha quedado a la vista la vulnerabilidad de estas categorías e individuos.
El libro naturalmente está hecho para motivar e inquietar la conciencia de las mujeres en tanto mujeres. Es sin duda, o al menos así lo veo yo, un libro militante y feminista. No en el sentido panfletario sino en la acepción mejor considerada.
A continuación mis asomos en clave femenina.
1.- Una mirada por algunos textos de crítica feminista latinoamericana muestra ejes y conceptos de reflexión respecto de procesos de desarticulación de sistema de creencias, como los conceptos de género, sexualidad, representación e identidad; y también de espacio, nación y etnicidad.
2.- Los años ochenta fueron los de mayor fuerza de este movimiento. En 1984 apareció la antología La sartén por el mango que es ya un clásico. Su principal aporte es un abandono de las teorías feministas estadounidenses que habían prevalecido hasta entonces hacia un sistema literario feminista desarrollado en Francia.
3.- Como señala María Jesús Fariña en “De cuerpos textuales y metáforas de transición” (ver revista Página número 29, 1997), que en los ochenta “…las mujeres latinoamericanas van haciendo más notoria la afirmación de sus diferencias, y no solo frente al orden simbólico masculino o frente a las diferencias entre mujeres, sino concretamente como mujeres latinoamericanas y más particularmente todavía como mujeres no-blancas y/o no-de clase media en oposición al discurso de las feministas norteamericanas y europeas blancas y de clase media”. Se está con esto, cuestionando el canon.
4.- La irrupción de la crítica lesbiana por parte de Amy Kaminsky en su libro supuso el cuestionamiento de la heterosexualidad como única expresión de la normativa vigente.
5.- Graciela Montaldo en su libro Teoría crítica, teoría cultural (Equinoccio, 2007) escribe lo siguiente “Así es que entre las formas teóricas y críticas contemporáneas han comenzado a aparecer las miradas y perspectivas de lo que se conoce como “minorías”, es decir, aquellos grupos humanos que no están insertos en el conjunto de valores, creencias, costumbres que tienen carácter hegemónico. Si hasta hace unas décadas el modelo de la cultura occidental se impuso, ahora habría una nueva configuración del mapa cultural, según la cual, con la falta de hegemonías y paradigmas de totalidad, nos encontramos frente al conglomerado fragmentado de las diferencias”.
Las diferencias, dice la autora, son rizomáticas. Dice además que el feminismo tuvo un momento de fuerte lucha por la igualdad de derechos, a lo que se sumó a principios del siglo XXI, el reclamo de otros grupos minoritarios, con lo que “gran parte del movimiento tendió a pensar más en términos de diferencia que de igualdad”.
6.- Con todo lo anterior, que no es más que un recuento de lecturas, quiero decir que si bien mi iniciación en el feminismo fue en los tempranos ochenta con clásicos como El segundo sexo de Simone de Beauvoir y Cuatro ensayos sobre la mujer de Carlos Castilla del Pino por ejemplo, posteriormente me alejé de esos movimientos que acompañé pero en los que nunca llegué a militar. El tiempo ha pasado, tanto para mí como mujer que he ganado en años como a los movimientos de hoy, en los que el concepto de diferencia reúne para mí un conjunto de espacios imbricados y no anulados en los que me siento retratada como individuo y como miembro de más de una categoría social.
7.- Para cerrar con lo que abrí quiero volver al libro recopilación de Kariakin, Riquelme y Rojo en el que coincidimos víctimas, activistas, testigos, y en general mujeres narradoras, poetas, periodistas, académicas que hacen de este volumen un libro a la vez heterogéneo y de unidad orgánica. Se trata de un libro hermoso y duro que he leído repetidamente y desde esta doble perspectiva de autora y lectora lo recomiendo ampliamente. Se trata de un texto que hay que leer porque es una forma de decir “basta ya” que es lo que todos queremos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor se cordial y no insultes no debemos exaltar los ánimos de los seguidores.