La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

4 de octubre de 2015

"El arte acá debe reinventarse"

Antonio Drija: "El arte acá debe reinventarse"

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Drija ya no será el gigoló de "Zumanity". Quiere trabajar tras bambalinas. ADOLFO ACOSTA
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INDIRA ROJAS |  EL UNIVERSAL
domingo 4 de octubre de 2015  12:00 AM
Se pone de pie. No es muy alto ni muy bajo, de contextura delgada pero, seguramente y aunque la camisa holgada lo oculte, de cuerpo bien formado. Una barba no muy densa esconde el rostro lampiño que se hizo popular en la televisión venezolana de las décadas de los 80 y 90, y aunque recibe a su interlocutor con una sonrisa no hay en ella la coquetería del gigoló que interpreta en el showZumanity del Circo del Sol.

El bailarín y actor venezolano Antonio Drija salió de la carpa para tomar aire. Se quitó el maquillaje al estilo cabaret, el peinado de galán de los 70 y el traje dorado de su personaje, y anda con su look hippie por el Metro de Caracas y el Centro Comercial Líder. 

-Estoy visitando a la familia. Después de 12 años de show quise hacer un altico. Son como unas vacaciones, ¡creo que las más largas que he tomado! 

-¿Visitar Venezuela es su manera de salir de la espectacularidad del circo y regresar a la calma?

-Bueno... revisemos algunos conceptos (ríe). No es calma precisamente lo que consigo aquí, entre el tráfico, el caos y esas cosas. Pero sí, Venezuela es mi cable a tierra. Sin embargo, los aplausos, la fotico... ya estoy más allá de eso. No es que me cansa, pero si yo tuviera todo eso aquí, o todo esto (refiriéndose a su vida en Venezuela) allá (Las Vegas) sería ideal. 

Cuando Drija decidió dejar el país y mudarse a Miami, en 1999, metió en el avión más de 20 años de carrera.

Fue el coreógrafo y el bailarín estrella de la cantante Kiara en los años 90; trabajó por cinco años en producciones musicales de RCTV, y participó en películas de cineastas venezolanos.

-¿Qué extraña de la televisión nacional de esa época?

-Extraño la pasión con la que se hacían los musicales, las novelas, la programación, la televisión en general. Había un respeto hacia el televidente. Yo diría que son contados con los dedos de las manos los programas que funcionan hoy. Lo que es una lástima. Hay pura... (mueve la cabeza en señal de negación). Yo evito mirar televisión. Parece mentira, pero hace 16 años Venezuela era otra.

-¿Y qué opina sobre el movimiento de la danza?

-Hay talento en bruto, y esa es la parte donde a mí me gustaría entrar. Falta el click para lo que es una verdadera formación, que es lo que yo veo que le falta a nuestra juventud. No todo puede estar basado en hacer tres pasos bien "culeados" para un video de reguetón. El venezolano es talentoso al cien por ciento, pero eso hay que educarlo. El arte acá debe reinventarse, no puede haber más de lo mismo. 

Yo quiero bailar

¿De dónde viene su pasión por el baile? Drija se encoge de hombros. Su madre era ama de casa y su padre un comerciante de origen sirio.

-¿No se sintió presionado por continuar el negocio de su padre?

-¡Claro! Cuando le dije que a mí me gustaban la música y las artes, él dentro de su mueblería abrió como un tarantín con casetes de música y me dijo: "Si a ti te gusta la música, vente para acá". Y yo lo miré. "No, no papá, no me entendiste. Cuando yo te dije que me gustaba lo de la música me refería a las artes, a bailar, a actuar". Fue terrible. 

Tenía 15 años cuando Drija participó en el programa Viva la juventud, considerado el punto de partida de su carrera. Pero para el bailarín adolescente la verdadera carrera era el trote desde el liceo Gustavo Herrera hasta RCTV. 

-Lo más terrible fue hacer las cosas a escondidas. Era escaparme del liceo y en el camino quitarme el uniforme, como Clark Kent, y ponerme la franela de Viva la juventud. Debía cuadrar con mi mamá para que apagara la televisión o cambiara el canal en el momento en que comenzaba el programa, para que papá no lo viera. Todas las semanas era ese mismo drama. Hasta que le dije: "Ya me gradué de bachiller, y me voy a Estados Unidos a estudiar artes". Y me dijo: "Conmigo no cuentes". 

-¿Logró hacer las pases con su padre?

-A mi regreso de Nueva York. Me vio en una obra de teatro y se sorprendió. "No sabía que saltabas tan alto", me decía. "No sabía que tú bailabas tan bien". Y nos abrazamos y lloramos, bueno... yo lloré. Y de ahí en adelante yo fui el orgullo de la casa.

Cambio de escenarios

Enero de 2015. Drija se despide

de su alter ego, ese personaje que por 12 años interpretó bajo la carpa del Circo del Sol y que le valió la fama como el primer artista venezolano en unirse a la compañía canadiense de entretenimiento. Le dijo adiós al gigoló de Zumanity. Tiene 55 años y más de 10 en la piel del galante de traje dorado, pero no es agotamiento lo que lo condujo a este divorcio.

-Nunca me cansé de hacerlo, pero la decisión de dejarlo sí fue mía. Ellos (el circo) iban a reestructurar el show y pensé que era el tiempo perfecto para cerrar ese círculo. De lo contrario, nunca iba a soltarlo. Y tengo ganas de hacer otras cosas.

-¿Qué planes tiene? 

-Me gustaría dirigir, tengo la cabeza que me explota de ideas y tengo que drenarlo en algún lado (...). Con el circo hay dos proyectos, pero no se han concretado. El circo, por lo general, es lento en su proceso. Yo estoy tranquilo porque sé que ellos tienen fe en mí.

-Mencionó que Zumanity será reestructurado. ¿Cómo se han vivido otros cambios en el Circo luego de que fue vendido en abril de este año?

-El circo también está cambiando. Toda empresa tiene sus cambios, y yo espero que sea para bien.

-¿Hay proyectos que no estén relacionados con el Circo del Sol?

-Tengo otros proyectos que me han ofrecido en Colombia, en Miami, en Los Ángeles y estoy siendo selectivo. Uno, por ejemplo, es en una empresa cinematográfica. 

-¿Algún proyecto en Venezuela?

-Me ha contactado una persona que tiene que ver con las artes en general, y hablamos pero no hemos concretado nada. Marisol (Martínez), creo que es de la Compañía Nacional de Circo. Pero sí, me gustaría hacer algo aquí.

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