Eddy Marcano hará un concierto dedicado a la música venezolana el próximo domingo 4 de octubre a las 11:00 am, en la Sala de Conciertos del Centro Cultural BOD.
Pianista venezolana Vanessa Pérez regresa al Carnegie Hall
Mientras ultima su nuevo disco como solista, la músico formada en el Colegio Emil Friedman será invitada especial este viernes en el concierto de cámara de The Viennesse, cuarteto de cuerdas formado a partir de la Filarmónica de Viena
"No culpo a nadie, sólo a mí misma", asegura Pérez al autocriticarse (Cortesía)
ANDRÉS CORREA GUATARASMA | EL UNIVERSAL
viernes 2 de octubre de 2015 08:39 AM
Nueva York.- Carnegie Hall, complejo emblemático de la música internacional, no es ajeno en la carrera de Vanessa Pérez, pianista venezolana residenciada en Nueva York. Este viernes 2 de octubre volverá allí, esta vez como invitada en el concierto del cuarteto de cuerdas The Viennesse, organizado por la Cámara de Comercio Austria-EEUU.
"He tocado muchas veces en Nueva York. Hice mi debut en Carnegie Hall en 2005 con un recital de piano. De ahí he tocado varias veces con diferentes músicos, incluidos Jan Vogler, Avalon String Quartet, para el trompetista Arturo Sandoval, para la Sociedad de las Américas, con el Limon Dance Company en Bryant Park, y en Beacon Theatre colaboré con Mazurkas de Chopin y más", resume Pérez, nacida en Miami en 1975. Pero "mis padres son venezolanos y yo también", destaca.
La invitación para acompañar este viernes a The Viennesse, cuarteto formado a partir de la afamada Filarmónica de Viena, le llegó de parte de Jasna Popovic, productora y pianista de origen serbio. "Espero sea la primera de muchas veces que colaboremos juntos", comenta Pérez, quien prepara un próximo disco como solista para enero, de la mano de su debut en la maternidad hace cuatro meses, junto a su esposo y colega Steven Buck, doctor en música de la Universidad de Yale.
- Si tuviese que juzgar su estilo y ejecución, ¿cómo lo haría?
- Creo que todos los artistas somos sumamente críticos de nuestras obras. Es un hábito fuerte, pero también es lo que nos hace seguir creciendo. Trato de contar la historia de la obra que vivo al tocar. Intento con todas mis fuerzas interpretar lo más auténticamente posible lo que pienso quiere decir el compositor, y al mismo tiempo trato de lanzarme a ese vacío de lo desconocido. Ese lugar donde pueden ocurrir experiencias mágicas y únicas al hacer música.
- ¿Cuándo volverá a presentarse en Venezuela?
- No sé cuándo volveré. Toqué la última vez en Venezuela en el Festival El Piano en 2013. Tengo un hermoso recuerdo, ya que también toqué con mi esposo a dos pianos por primera vez.
- ¿Qué recuerda de su formación en el Colegio Emil Friedman de Caracas?
- Después de mi madre, mi gran amor por la música nació de allí. Recuerdo mucho a Emil Friedman, su esposa y mi primera maestra de música. Fue el nacimiento de muchos sueños para mí. Me gustaría volver a tocar allí algún día.
- ¿Qué opina de la ferviente lucha por los derechos humanos en Venezuela de su amiga y colega Gabriela Montero?
- Pienso que los derechos humanos siempre deberían ser defendidos en todas partes y en todos los tiempos. Gabriela es una gran amiga y prácticamente hermana. La conozco desde que tengo nueve años. Admiro su enorme valentía, dedicación, empatía y honestidad.
- ¿Qué es lo último que hace justo antes de salir a escena y lo primero al terminar y finalmente estar sola?
- Nada es pan comido. Antes de entrar al escenario miro las primeras páginas de lo que voy a tocar, como loca. Para no pensar en más nada si no en la música que estoy a punto de ejecutar. Lo primero que hago al estar sola es agradecer, sobre todo si sale bien, a mi abuela, Dios, y los ángeles por haberlo hecho bien. Si no quedo tan contenta después, pienso en lo que hubiera podido hacer mejor inmediatamente. Y no culpo a nadie, sólo a mí misma.
acorrea@eluniversal.com
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"No culpo a nadie, sólo a mí misma", asegura Pérez al autocriticarse (Cortesía)
ANDRÉS CORREA GUATARASMA | EL UNIVERSAL
viernes 2 de octubre de 2015 08:39 AM
Nueva York.- Carnegie Hall, complejo emblemático de la música internacional, no es ajeno en la carrera de Vanessa Pérez, pianista venezolana residenciada en Nueva York. Este viernes 2 de octubre volverá allí, esta vez como invitada en el concierto del cuarteto de cuerdas The Viennesse, organizado por la Cámara de Comercio Austria-EEUU.
"He tocado muchas veces en Nueva York. Hice mi debut en Carnegie Hall en 2005 con un recital de piano. De ahí he tocado varias veces con diferentes músicos, incluidos Jan Vogler, Avalon String Quartet, para el trompetista Arturo Sandoval, para la Sociedad de las Américas, con el Limon Dance Company en Bryant Park, y en Beacon Theatre colaboré con Mazurkas de Chopin y más", resume Pérez, nacida en Miami en 1975. Pero "mis padres son venezolanos y yo también", destaca.
La invitación para acompañar este viernes a The Viennesse, cuarteto formado a partir de la afamada Filarmónica de Viena, le llegó de parte de Jasna Popovic, productora y pianista de origen serbio. "Espero sea la primera de muchas veces que colaboremos juntos", comenta Pérez, quien prepara un próximo disco como solista para enero, de la mano de su debut en la maternidad hace cuatro meses, junto a su esposo y colega Steven Buck, doctor en música de la Universidad de Yale.
- Si tuviese que juzgar su estilo y ejecución, ¿cómo lo haría?
- Creo que todos los artistas somos sumamente críticos de nuestras obras. Es un hábito fuerte, pero también es lo que nos hace seguir creciendo. Trato de contar la historia de la obra que vivo al tocar. Intento con todas mis fuerzas interpretar lo más auténticamente posible lo que pienso quiere decir el compositor, y al mismo tiempo trato de lanzarme a ese vacío de lo desconocido. Ese lugar donde pueden ocurrir experiencias mágicas y únicas al hacer música.
- ¿Cuándo volverá a presentarse en Venezuela?
- No sé cuándo volveré. Toqué la última vez en Venezuela en el Festival El Piano en 2013. Tengo un hermoso recuerdo, ya que también toqué con mi esposo a dos pianos por primera vez.
- ¿Qué recuerda de su formación en el Colegio Emil Friedman de Caracas?
- Después de mi madre, mi gran amor por la música nació de allí. Recuerdo mucho a Emil Friedman, su esposa y mi primera maestra de música. Fue el nacimiento de muchos sueños para mí. Me gustaría volver a tocar allí algún día.
- ¿Qué opina de la ferviente lucha por los derechos humanos en Venezuela de su amiga y colega Gabriela Montero?
- Pienso que los derechos humanos siempre deberían ser defendidos en todas partes y en todos los tiempos. Gabriela es una gran amiga y prácticamente hermana. La conozco desde que tengo nueve años. Admiro su enorme valentía, dedicación, empatía y honestidad.
- ¿Qué es lo último que hace justo antes de salir a escena y lo primero al terminar y finalmente estar sola?
- Nada es pan comido. Antes de entrar al escenario miro las primeras páginas de lo que voy a tocar, como loca. Para no pensar en más nada si no en la música que estoy a punto de ejecutar. Lo primero que hago al estar sola es agradecer, sobre todo si sale bien, a mi abuela, Dios, y los ángeles por haberlo hecho bien. Si no quedo tan contenta después, pienso en lo que hubiera podido hacer mejor inmediatamente. Y no culpo a nadie, sólo a mí misma.
acorrea@eluniversal.com
"He tocado muchas veces en Nueva York. Hice mi debut en Carnegie Hall en 2005 con un recital de piano. De ahí he tocado varias veces con diferentes músicos, incluidos Jan Vogler, Avalon String Quartet, para el trompetista Arturo Sandoval, para la Sociedad de las Américas, con el Limon Dance Company en Bryant Park, y en Beacon Theatre colaboré con Mazurkas de Chopin y más", resume Pérez, nacida en Miami en 1975. Pero "mis padres son venezolanos y yo también", destaca.
La invitación para acompañar este viernes a The Viennesse, cuarteto formado a partir de la afamada Filarmónica de Viena, le llegó de parte de Jasna Popovic, productora y pianista de origen serbio. "Espero sea la primera de muchas veces que colaboremos juntos", comenta Pérez, quien prepara un próximo disco como solista para enero, de la mano de su debut en la maternidad hace cuatro meses, junto a su esposo y colega Steven Buck, doctor en música de la Universidad de Yale.
- Si tuviese que juzgar su estilo y ejecución, ¿cómo lo haría?
- Creo que todos los artistas somos sumamente críticos de nuestras obras. Es un hábito fuerte, pero también es lo que nos hace seguir creciendo. Trato de contar la historia de la obra que vivo al tocar. Intento con todas mis fuerzas interpretar lo más auténticamente posible lo que pienso quiere decir el compositor, y al mismo tiempo trato de lanzarme a ese vacío de lo desconocido. Ese lugar donde pueden ocurrir experiencias mágicas y únicas al hacer música.
- ¿Cuándo volverá a presentarse en Venezuela?
- No sé cuándo volveré. Toqué la última vez en Venezuela en el Festival El Piano en 2013. Tengo un hermoso recuerdo, ya que también toqué con mi esposo a dos pianos por primera vez.
- ¿Qué recuerda de su formación en el Colegio Emil Friedman de Caracas?
- Después de mi madre, mi gran amor por la música nació de allí. Recuerdo mucho a Emil Friedman, su esposa y mi primera maestra de música. Fue el nacimiento de muchos sueños para mí. Me gustaría volver a tocar allí algún día.
- ¿Qué opina de la ferviente lucha por los derechos humanos en Venezuela de su amiga y colega Gabriela Montero?
- Pienso que los derechos humanos siempre deberían ser defendidos en todas partes y en todos los tiempos. Gabriela es una gran amiga y prácticamente hermana. La conozco desde que tengo nueve años. Admiro su enorme valentía, dedicación, empatía y honestidad.
- ¿Qué es lo último que hace justo antes de salir a escena y lo primero al terminar y finalmente estar sola?
- Nada es pan comido. Antes de entrar al escenario miro las primeras páginas de lo que voy a tocar, como loca. Para no pensar en más nada si no en la música que estoy a punto de ejecutar. Lo primero que hago al estar sola es agradecer, sobre todo si sale bien, a mi abuela, Dios, y los ángeles por haberlo hecho bien. Si no quedo tan contenta después, pienso en lo que hubiera podido hacer mejor inmediatamente. Y no culpo a nadie, sólo a mí misma.
acorrea@eluniversal.com
El Concurso de Guitarra Alirio Díaz afina sus cuerdas
Del 21 al 28 de noviembre se realizará el certamen en Carora.
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El maestro Díaz en los años 80, durante una clase (Archivo)
ANA MARÍA HERNÁNDEZ G. | EL UNIVERSAL
viernes 2 de octubre de 2015 08:42 AM
A cuarenta años de su primera edición, el XVIII Concurso Internacional de Guitarra Alirio Díaz está en su recta final: las inscripciones para su participación cierran el próximo 15 de noviembre; y las pruebas se realizarán entre el 21 y 28 de noviembre de 2015.
Otra celebración de este evento es la coincidencia con los 92 años de vida del maestro que patrocina el certamen de las seis cuerdas, quien nació el 12 de noviembre de 1923 en el caserío caroreño de La Candelaria.
Lorenzo Camejo, director artístico del concurso, comentó que "hasta el momento hay ocho participantes inscritos, entre guitarristas venezolanos y del mundo. Esperamos alcanzar los doce o quince, que en promedio son los que concursan normalmente".
El cierre de las inscripciones es el próximo 15 de noviembre, y la información detallada de las bases está en el portal de la Fundación Alirio Díaz (www.aliriodiaz.org).
En el interín, Camejo termina de afinar los detalles de la agenda que acompaña las pruebas eliminatorias, como son las clases magistrales, conciertos y recitales.
Igualmente, está por confirmarse la identidad de los miembros del jurado, en especial los internacionales, que podrán venir al país si cuentan con el patrocinio de sus países de origen; debido a la dificultad para conseguir los dólares para la adquisición de los pasajes, que prácticamente hace imposible traer a los invitados desde Venezuela.
No obstante, Camejo aseguró que el Estado venezolano garantiza la premiación, que este año es de 10 mil dólares para el primer premio, cinco mil para el segundo y tres mil dólares para el tercer premio; "o su equivalente a la moneda nacional al cambio oficial de doce bolívares por dólar", según consta en las bases.
El guitarrista mexicano Carlos Viramontes resultó ganador de la edición anterior, en el primer lugar; seguido por César Farías de Chile, y Joe Chipana de Bolivia.
Desde el año 2000, el concurso se mudó de Caracas, y tiene como sede la ciudad de Carora.
Otra celebración de este evento es la coincidencia con los 92 años de vida del maestro que patrocina el certamen de las seis cuerdas, quien nació el 12 de noviembre de 1923 en el caserío caroreño de La Candelaria.
Lorenzo Camejo, director artístico del concurso, comentó que "hasta el momento hay ocho participantes inscritos, entre guitarristas venezolanos y del mundo. Esperamos alcanzar los doce o quince, que en promedio son los que concursan normalmente".
El cierre de las inscripciones es el próximo 15 de noviembre, y la información detallada de las bases está en el portal de la Fundación Alirio Díaz (www.aliriodiaz.org).
En el interín, Camejo termina de afinar los detalles de la agenda que acompaña las pruebas eliminatorias, como son las clases magistrales, conciertos y recitales.
Igualmente, está por confirmarse la identidad de los miembros del jurado, en especial los internacionales, que podrán venir al país si cuentan con el patrocinio de sus países de origen; debido a la dificultad para conseguir los dólares para la adquisición de los pasajes, que prácticamente hace imposible traer a los invitados desde Venezuela.
No obstante, Camejo aseguró que el Estado venezolano garantiza la premiación, que este año es de 10 mil dólares para el primer premio, cinco mil para el segundo y tres mil dólares para el tercer premio; "o su equivalente a la moneda nacional al cambio oficial de doce bolívares por dólar", según consta en las bases.
El guitarrista mexicano Carlos Viramontes resultó ganador de la edición anterior, en el primer lugar; seguido por César Farías de Chile, y Joe Chipana de Bolivia.
Desde el año 2000, el concurso se mudó de Caracas, y tiene como sede la ciudad de Carora.
Alfredo Naranjo: "Nuestra música merece mayor reconocimiento internacional"
Alfredo Naranjo celebra este año el 20 aniversario de El Guajeo y publica el álbum "Lado A/ Lado B".
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Naranjo bautizó su disco como "Lado A / Lado B", y cuenta con varios colaboradores (Cortesía)
JOSÉ G. MÁRQUEZ | EL UNIVERSAL
viernes 2 de octubre de 2015 08:18 AM
El séptimo disco del compositor, arreglista y vibrafonista caraqueño Alfredo Naranjo se publicará en breve. Su título: Lado A / Lado B.
El álbum doble es una balsa sonora que recorre dos vertientes: la salsa y el jazz. Dos generaciones: la del vinil y la del CD. Y pasa entre dos públicos: el masivo y el de culto.
"Tengo mucha expectativa, porque creo que logramos algo maravilloso en términos de contenido con este disco. Además, contamos con la participación de invitados de prestigio y respeto internacional". Se refiere Naranjo a los músicos Robert Vilera, Alexis Cárdenas, Alí Bello, Nené Quintero, Mariaca Semprún, Adolfo Herrera, Olegario Díaz, Budú y Oscar D'León.
Con el sonero del mundo grabó El manduco/Mulato soy yo, un "homenaje al Caribe" que sirvió para que D'León experimentara con un género distinto a la salsa con la unión de esos dos temas, uno de Gilberto Simoza -popularizado por la cantante María Rivas en los 90- y el otro de Juan Carlos Puello.
Dice Naranjo, padre de El Guajeo, que todos aceptaron gustosos la invitación al proyecto, aunque ajustar agendas fue lo más difícil. Pero se logró. Oscar D' León, por ejemplo, grabó en menos de una hora antes de tomar un vuelo. Vilera hizo lo propio en Miami y Cárdenas desde París. Con el rapero Budú trabajó el tema Jóvenes del sur a su regreso de Panamá, en donde filmaba Hands of stone.
La canción, cuenta Naranjo, nació de una experiencia con jóvenes músicos provenientes de Sudamérica. "Ese rap habla un poco del desastre en el que estamos viviendo en la región, el cual es responsabilidad directa de los políticos. Es una reflexión con connotación constructiva; allí no hablo en contra de nadie. Budú es una persona que quiero muchísimo y que maneja un código urbano muy representativo de Venezuela. Él, por su cuenta, dijo cosas que aunque no alcanzan a ser retadoras, son parte de su filosofía y su manera de entender la vida, como cuando dice 'Nadie me calla', o cuando menciona de qué zonas provenimos todos los músicos, como yo de Coche o él de Cotiza", recuerda.
Aunque aclara que al invitarlo su intención nunca fue comercial, el músico está consciente de que Budú le ayudará a colarse con El Guajeo en un público más urbano, como ocurrió cuando hace varios años conquistó el gusto de los jóvenes con las residencias que tuvo en las discotecas caraqueñas El maní es así y Barrabar.
Lo nuestro
Alfredo Naranjo (Caracas, 1967) celebra este año el 20 aniversario de El Guajeo. "Que hayamos logrado un espacio importante en la escena musical responde a que le dimos nuestra esencia a la salsa y porque le damos relevancia al trabajo continuo, porque el grupo no ha contado con un músculo financiero gigantesco. Y un punto clave en el género es interactuar con el público e improvisar".
El sonido de la salsa venezolana, incluso su manera de bailarse, es diferente, explica, "por cada fenómeno social ocurrido en esta ciudad y por la proyección del Grupo Madera, Grupo Mango, entre otros. La salsa que se hace en Venezuela tiene unos tiempos difíciles de seguir, por eso no cautiva masas, pero en términos de contenido es maravillosa. Por eso es que nuestra música merece tener más reconocimiento internacional".
El álbum doble es una balsa sonora que recorre dos vertientes: la salsa y el jazz. Dos generaciones: la del vinil y la del CD. Y pasa entre dos públicos: el masivo y el de culto.
"Tengo mucha expectativa, porque creo que logramos algo maravilloso en términos de contenido con este disco. Además, contamos con la participación de invitados de prestigio y respeto internacional". Se refiere Naranjo a los músicos Robert Vilera, Alexis Cárdenas, Alí Bello, Nené Quintero, Mariaca Semprún, Adolfo Herrera, Olegario Díaz, Budú y Oscar D'León.
Con el sonero del mundo grabó El manduco/Mulato soy yo, un "homenaje al Caribe" que sirvió para que D'León experimentara con un género distinto a la salsa con la unión de esos dos temas, uno de Gilberto Simoza -popularizado por la cantante María Rivas en los 90- y el otro de Juan Carlos Puello.
Dice Naranjo, padre de El Guajeo, que todos aceptaron gustosos la invitación al proyecto, aunque ajustar agendas fue lo más difícil. Pero se logró. Oscar D' León, por ejemplo, grabó en menos de una hora antes de tomar un vuelo. Vilera hizo lo propio en Miami y Cárdenas desde París. Con el rapero Budú trabajó el tema Jóvenes del sur a su regreso de Panamá, en donde filmaba Hands of stone.
La canción, cuenta Naranjo, nació de una experiencia con jóvenes músicos provenientes de Sudamérica. "Ese rap habla un poco del desastre en el que estamos viviendo en la región, el cual es responsabilidad directa de los políticos. Es una reflexión con connotación constructiva; allí no hablo en contra de nadie. Budú es una persona que quiero muchísimo y que maneja un código urbano muy representativo de Venezuela. Él, por su cuenta, dijo cosas que aunque no alcanzan a ser retadoras, son parte de su filosofía y su manera de entender la vida, como cuando dice 'Nadie me calla', o cuando menciona de qué zonas provenimos todos los músicos, como yo de Coche o él de Cotiza", recuerda.
Aunque aclara que al invitarlo su intención nunca fue comercial, el músico está consciente de que Budú le ayudará a colarse con El Guajeo en un público más urbano, como ocurrió cuando hace varios años conquistó el gusto de los jóvenes con las residencias que tuvo en las discotecas caraqueñas El maní es así y Barrabar.
Lo nuestro
Alfredo Naranjo (Caracas, 1967) celebra este año el 20 aniversario de El Guajeo. "Que hayamos logrado un espacio importante en la escena musical responde a que le dimos nuestra esencia a la salsa y porque le damos relevancia al trabajo continuo, porque el grupo no ha contado con un músculo financiero gigantesco. Y un punto clave en el género es interactuar con el público e improvisar".
El sonido de la salsa venezolana, incluso su manera de bailarse, es diferente, explica, "por cada fenómeno social ocurrido en esta ciudad y por la proyección del Grupo Madera, Grupo Mango, entre otros. La salsa que se hace en Venezuela tiene unos tiempos difíciles de seguir, por eso no cautiva masas, pero en términos de contenido es maravillosa. Por eso es que nuestra música merece tener más reconocimiento internacional".
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