La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

11 de marzo de 2016

La investigadora Bélgica Rodríguez habla de la trayectoria de Víctor Valera como un deseo inagotable por experimentar. Recuerda sus comienzos a finales de los años cuarenta, su viaje a París –que marcó su estética– y el laboratorio geométrico y cinético que encontró al volver a Venezuela.

La obra de toda una vida estalla como conciencia de libertad estética


En la exhibición se funden la estridencia del color, los relieves y el movimiento | FOTO MANUEL SARDÁ
Silencios luminosos es el homenaje que rinde la Galería Arte Ascaso a Víctor Valera. En más de 50 piezas se recorre el trabajo del pintor y escultor fallecido en 2013

El silencio es aquello que antecede la creación, es la invitación a despojarse de lo que no es esencial para encontrarnos con nosotros mismos. Con estas ideas –inspiradas en el libro Biografía del silencio de Pablo d’Ors– Víctor Guédez introduce la exposición de Víctor Valera.
Pero la obra de este pintor y escultor venezolano –continúa Guédez– es un estallido de colores, formas y texturas. Es la conciencia plena de libertad. Se trata de un extraño silencio; ese en el que se escuchan las voces de los elementos que colman el plano, que doblegan el más rígido metal, que saturan todas las tonalidades. Es, entonces, la contemplación que precede su realización.
A partir de esta aparente dualidad, y convertido en el mejor homenaje, la Galería Arte Ascaso presentará desde el domingo la antologíaSilencios luminosos, que recoge las más de cinco décadas de trabajo del artista marabino que falleció a los 86 años de edad, en 2013.
La exposición, compuesta por más de 50 piezas, fue elaborada y estructurada por el mismo Valera, tal vez a modo de despedida. Iba a ser inaugurada en 2013, mas la muerte sorprendió al también muralista, ganador del Premio Nacional de Escultura en 1958. Tuvo que ser pospuesta. pero respeta el espíritu que Valera le había otorgado. Es un colorido resumen de su trayectoria, reinterpretado por él mismo, con diversos materiales y la misma intención: la irreverencia.
“Estas obras se revelan como el testimonio eufórico de un creador de audaz temperamento. Víctor Valera se caracterizaba por un compromiso inquebrantable y una superlativa sensibilidad (…) La relación de identidad que en vida tuvo con sus ejecuciones se mantiene y se afianza ahora como el testimonio de un esfuerzo concretado. A él le gustaba vivir como vivió y por eso vivía todo lo que hacía”, escribe Guédez en el catálogo de la exhibición.
Silencios luminosos ocupa las tres salas de la galería. La estructura fue elaborada por Ricardo Mariño, director del taller de Valera y su asistente durante varios años, y la museógrafa Rayza Herrera. Se divide en criterios de escala, textura y color. En la Sala 1 están los murales y las obras en gran formato, con sus juegos de colores, relieves y movimiento; los cuadrados, las líneas, los espirales y quiebres interpelan al espectador. La Sala 2 la habitan piezas de mediano y pequeño formato, con una mayor presencia de pinturas cinéticas, como una vuelta a los orígenes; mientras que en la última sala se encuentran sus laberintos ópticos.
“Yo presencié la elaboración de muchas exposiciones y en esta última lo vi diferente, para bien. Casi todas las épocas de Víctor estaban precedidas por una depresión, entonces cada cambio en su obra era como parte de una terapia. En esta muestra tuvo mucha soltura, sin complejos de nada, divirtiéndose con lo que estaba haciendo. No sé si en el fondo presentía que sería la última”, afirma Mariño.
Irreverencia plástica. La investigadora Bélgica Rodríguez habla de la trayectoria de Valera como un deseo inagotable por experimentar. Recuerda sus comienzos a finales de los años cuarenta, su viaje a París –que marcó su estética– y el laboratorio geométrico y cinético que encontró al volver a Venezuela.
De la pintura incursionó en la escultura, así pasó del sosiego espiritual del lienzo a la fuerza exterior de la tridimensionalidad. Indagó en el constructivismo, invitado por Carlos Raúl Villanueva; en los años setenta le sumó color a sus esculturas de hierro oxidado y pasó por la geometría. Siempre con la simultaneidad de elementos.
Concluye Rodríguez: “Víctor nunca se ajustó a una receta. Pero en su trabajo hay un hilo conductor. Él plantea en una sola obra métodos disímiles que no le quedan como un disparate. Hay en él un manejo exquisito y prodigioso de las tendencias. Su deseo era sorprender”.
Silencios luminosos
Galería Arte Ascaso, avenida Orinoco, Las Mercedes
Inauguración: domingo, 11:00 am
Entrada libre

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