La historia de Frida Añez en Carabobo a partir de 1950

Este blog nos narra la historia de una mujer que marcó de forma única la cultura en Valencia, Estado Carabobo entre 1950 y 2000

16 de noviembre de 2010

Album fotográfico


El album fotográfico de Doña Lucrecia Machado de Añez: una ventana a la historia del Ateneo de Valencia de 1953 a 1956.
Doña Lucrecia Machado de Añez.

El 1º de Octubre de 1953 se reunió la Asamblea General Ordinaria del Ateneo de Valencia para la Selección de la nueva Junta Directiva correspondiente al período 1953-1954, quedando constituida de esta manera:
                                           Frida Añez Machado
                                                   Presidenta
                              Alfonso Marín (Cronista de la ciudad)
                                              Vice-Presidente
                                             Margot Boggiano
                                                   Secretaria
                                               Emilio Granella
                                                   1er.Vocal
                                               Oscar Romero
                                                   2do. Vocal

Junta directiva del Ateneo de Valencia.

                                         A)Felipe Herrera Vial
                                         B) Luis Eduardo Chavez

Esta es la lista que nos da Vitalia Muñoz de Chacín en su libro “Razón de una memoria”  que recoge la historia del Ateneo de Valencia hasta el año 1996 en su pág.61… En el álbum de Doña Lucrecia Añez aparece el Sr. Emilio Granella como Tesorero, y como vocales el Dr. Luis Azcunes y Luis Alberto Contreras, dice lo mismo  un texto de Balbino Blanco Sánchez titulado “Significación del Ateneo de Valencia” IN: “El Heraldo” 31-08-1954, que también copiamos del álbum de Doña Lucrecia.
El acto de traspaso de la Presidencia del Ateneo de Valencia fue a las 11 de la mañana del 20 de Octubre de 1953, y en sentido simbólico extensivo a toda la Junta Directiva saliente, se condecoró a Doña Lucila Arnao de Marín con una medalla de oro como expresión de gratitud y reconocimiento a través de ella, su Presidenta, a todo el trabajo realizado por el equipo antecesor en la Directiva del Ateneo de Valencia.
Terminó el acto con la inauguración de la muestra de fotografías de Carlos Herrera.
Antes de enumerar las actividades principales que se hicieron en este período 1953-1954 hay que destacar la responsabilidad que asumía esta Junta Directiva y reflexionar un tanto sobre ello, pues la realidad del Ateneo exigía una labor en conjunto, con una dirección sostenida y firme a la par de visionaria y audaz, que permitiera a la institución asumir su nueva etapa dentro de la vida de la ciudad, acorde además con los tiempos históricos que se estaban viviendo en el país y en el mundo.

Ateneo de valencia.


Ya no estaba el Ateneo en la antigua sede que marcó una historia que en la mente de muchos  les remontaba a la efervescencia espiritual, incluso juvenil, que sintieron, contagiados por la inquietud emprendedora que surgió en la Venezuela de 1936, cuando se rompieron los diques de la tiranía de Juan Vicente Gómez. Ese principio no fue sino una idea un poco romántica; “una idea generosa vestida de esperanza”. Las dificultades iniciales fueron muchas pero la mayor parte de sus gestores lograron mantenerla, y para bien de Venezuela, el Ateneo de Valencia pudo salvarse, cuando la historia nos habla de dos intentos fallidos en el S.XIX..
Siguió creciendo desde entonces con un detalle maravilloso:su curva de prosperidad recorrió siempre una órbita ascendente.
Cuando Frida Añez llegó a la presidencia, ya el Ateneo tenía su edificio propio recién inaugurado. Había que cumplir con él en consecuencia, la gigantesca tarea de consolidar su movimiento. Ya no se trataba solamente de la necesidad de mantener encendida “la modesta lámpara espiritual que había estado alumbrando durante 16 años de lucha y de trabajo un oscuro rincón de la calle Páez”,
ahora se imponía la modernización y solidificación del Ateneo como una institución comprometida en la construcción de escenarios que consolidaran la cultura valenciana, como una alternativa de desarrollo y crecimiento integral dentro de una etapa histórica-política difícil, en la que debía también mantenerse como un producto de la sociedad civil, que con muy precarios recursos debía hacer crecer sus opciones y posibilidades, canalizar las expectativas, necesidades y aspiraciones que en materia cultural presentaba su entorno social.
                                                                          Frida Añez Machado


Destacar la labor que durante estos años realizó Frida Añez Machado no es un simple elogio a la muchacha valenciana talentosa y audaz, ¡no!, es reconocer  la labor responsable y difícil de una mujer que renunció a su trabajo en la empresa Coca Cola para dedicarse en cuerpo y alma y ad honorem a la institución ateneísta, sabiendo mantener con pulso firme, equilibrio, un gran amor a su ciudad, a la institución que presidía y a sus compañeros de grupo, la transición que se estaba efectuando en el Ateneo de Valencia como institución que era y tenía que seguir siendo; el resultado de la iniciativa de un grupo cada vez mayor de entusiastas hombres y mujeres, habitantes de Valencia, para los cuales debía ser cada vez más, un lugar adecuado para el ejercicio de la libertad de pensamiento a través del encuentro y el intercambio creativo de ideas y de experiencias.
El Ateneo de Valencia que dio el salto a la “adultez” de la mano de Frida Añez y sus grandes amigos y colaboradores de la talla particular de Luis Eduardo Chávez, Braulio Salazar, Alfonso Marín, Felipe Herrera Vial, las expresidentas que la precedieron,  todos del grupo  fundador del Ateneo en 1936, Oswaldo Vigas desde París y todas las fuerzas vivas del Estado, no era un lugar de egoísta proyección personal, ni una agencia de empleos y eventos para un determinado grupo de amigos, falsos entre ellos mismos, era por el contrario una verdadera expresión del “ALMA” de Valencia, por eso aglutinaba tanta gente de diferentes estratos sociales, que respondían en masa a sus convocatorias porque la institución era parte de ellos, había una identificación de los habitantes de la ciudad con su Ateneo, y eso le dio la posibilidad de continuidad que sólo se logra cuando hay una verdadera conciencia de servicio a un ideal común de los responsables de su dirección, gente que sienta pertenencia e identidad con la ciudad, no el egoísmo y la mascarada hipócrita ante todo lo que no sea la proyección de si mismo y sus ambiciones de poder personal; el Ateneo de Valencia desde su fundación, hacía honor a lo que etimológicamente su palabra significa, pues Ateneo viene del griego “Athenaios” de “Athenai”: Atenas, que en sentido estricto  es “Santuario de la diosa Atenea”, una representación del ALMA femenina de la diosa en la ciudad, encargada de conservar la significación de la cultura ateniense, por ese profundo significado vinculado al verdadero  poder del eterno femenino como promotor y conservador del fuego del hogar y de la fuerza telúrica que defiende lo que es de su entorno y lo transforma, la palabra Ateneo se ha empleado a través del tiempo para designar instituciones científicas  y culturales dedicadas a difundir y elevar el nivel intelectual de los habitantes de una localidad por medio de discusiones, conferencias, cursos, lecturas, exposiciones, etc. Por eso ser Presidenta de la Junta Directiva electa en 1953 por los miembros de la institución, que en ese acto le daban la responsabilidad y confianza para dar  el paso tan importante de entrar en el S.XX con lo que exigía ese acto en esa Venezuela, no era una tarea fácil desde ningún aspecto, sólo tenía Frida, el arma de ser mujer inteligente, muy trabajadora y emprendedora, maga con visión de futuro, muy acorde con la exigencia conceptual raigal de la Diosa Atenea, protectora de dichas instituciones, y contar con una ciudad que amaba su Ateneo.
“Cuando Frida Añez llegó a la presidencia, ya el Ateneo tenía su edificio propio recién inaugurado. Había que cumplir con él en consecuencia, la gigantesca tarea de consolidar su movimiento. Ya no se trataba solamente de la necesidad de mantener encendida la modesta lámpara espiritual que había estado alumbrando durante 16 años de lucha y de trabajo, un oscuro rincón de la calle Páez” (MUJICA SEVILLA, Guillermo. “La Biblioteca “Dr. Enrique Tejera”, una herencia bendita”. En: “El Carabobeño”, Valencia 18 de octubre 1989, pág. A-4.”De azules y Brumas”. NOTA: debo aclarar que el Vicepresidente del Ateneo en 1953-54 era Don Alfonso Marín y no el Dr. Fernando Castillo Orduz como aparece en el artículo). El Ateneo de Valencia ahora debía dar el salto a la modernidad cónsona con su nueva y hermosa sede. Pero la institución había quedado comprometida con un grupo de sus miembros que donaron a ese Centro, las cédulas hipotecarias pagadas por ellos para liberar al Ateneo de cualquier compromiso, que en un momento dado podría afectar la normalidad de su futuro desarrollo.
El principal promotor de ese idea fue el señor Bernardo Rubinstein, quien también comenzó una campaña para lograr que los poseedores  de las Cédulas citadas las donaran al Ateneo, para liberarlo ahora si, de todo compromiso hipotecario. Todos los donantes accedieron, encargándose de los requisitos jurídicos necesarios el Dr. Julio Ramírez Borges, consultor jurídico del Ateneo para la época.



Incineración de cedulas hipotecarias.


Incineración de cedulas hipotecarias.

“Para hacer realidad esa decisión unánime se hizo una ceremonia de incineración de las Cédulas Hipotecarias en el patio central de la institución, el 23 de julio de 1953, por parte de la Presidenta Srta. Frida Añez. Después se entregaron placas de reconocimiento a cada uno de los donantes y se sirvió una copa de champaña a los presentes. Con este gesto tan hermoso y generoso de los donantes, el Ateneo de Valencia se vio libre de todo compromiso respecto a su sede” (Muñoz de Chacín, Vitalia. “Razón de una memoria”. Valencia, 1998, pág.63)

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