“El color está ocurriendo, haciéndose y deshaciéndose
ante nuestros ojos y por nuestros propios medios.
No genera historia, no hay pasado,
no hay futuro, solo presente.
Lo percibido fue un instante
del que no queda memoria”Carlos Cruz-Diez
ante nuestros ojos y por nuestros propios medios.
No genera historia, no hay pasado,
no hay futuro, solo presente.
Lo percibido fue un instante
del que no queda memoria”Carlos Cruz-Diez
Carlos Cruz-Diez, el maestro del cromocinetismo en Venezuela y el mundo cumplió 90 años de edad el pasado sábado 17 de agosto de 2013. En la revisión de su obra, muchas piezas hoy forman parte del paisaje de la Gran Caracas y esa infraestructura citadina que ha acelerado su crecimiento sin mucha planificación, pero tiene en ella fisicromías rehabilitadas, butacas que pretenden no ensuciarse y cámaras de cromosaturación escondidas en el centro de la ciudad, esperando ser descubiertas.
En varias oportunidades, el maestro ha dicho que su arte no intenta ser contemplativo, que en el momento en el que el espectador se detiene ante una de sus obras, la pieza se muere. También ha expresado que no hay significación en su obra, que el único significante es eso mismo que está ahí representado.
También ha repetido innumerables veces que quienes aprecien su obra deben tomarle fotos ahora, porque no descarta que ése sea el único testimonio, a futuro, de su existencia. Muchas de las obras listadas ya no existen: han sido mutiladas o desaparecidas en las expansiones de la ciudad y su infraestructura. Lo que sigue es un retrato de las obras más emblemáticas de Cruz-Diez que han formado parte de la Gran Caracas, el trazo de un boceto de lo que ha sido esta capital llena de cinetismo con su legado a todo color, aunque algunas piezas ya no puedan visitarse.
Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. La cromointerferencia Ambientación de color aditivo es quizá la obra de Cruz Diez más fotografiada por los venezolanos que viajan para las redes sociales. El suelo entero del pasillo central y la pared del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía están decorados con esta pieza que fue construida en cuatro años, empezando en 1974, y ocupa 2.608 metros cuadrados, incluyendo el piso y paredes del corredor de espera y los salones de boletería de las líneas aéreas. La infraestructura completa, que también contiene un vitral de Héctor Poleo entre otras obras de arte, obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura en 1980, dos años después de inaugurado el terminal internacional.
Las primeras experiencias del maestro con el color aditivo se hicieron al finalizar la década de los años cincuenta, cuando solo utilizaba los colores rojo, verde, blanco y negro. Esta técnica se fundamenta en la irradiación del color. Es decir, en la evidencia de que cuando los dos planos de color se tocan, aparece una línea virtual más oscura en la zona de contacto. La transformación del color que propone Cruz-Diez se obtiene por los llamados “módulos de acontecimiento cromático” que logra mediante el aislamiento de ese espacio de toque. Las ambientaciones cromáticas que forman parte de la integración arquitectónica de la ciudad han sido, además, la del edificio ABA (1975), el Banco de Comercio (1975), la Compañía Venezolana de Navegación (1984) y el Banco Provincial (1985). A estas obras se les suman el Muro de color aditivo en el Río Guaire (1975) y la Permutación de color aditivo de Corp Group, ahora BOD-Corp Banca (1983).
Las cromointerferencias, por su parte, resultan de la superposición de módulos de colores que cubren el plano y se transforman de acuerdo a la distancia del espectador. “Superponiendo una serie de módulos móviles, por medios mecánicos o por la acción del espectador, se realiza una segunda transformación que revela colores no contenidos en el soporte (…), pasando de un estado bidimensional al de un volumen aparente”, dice la Carlos Cruz Diez Foundation al respecto.
En Caracas, las cromointerferencias han estado ubicadas en La Silsa (1971), Torre La Previsora de Plaza Venezuela (1973 y 1992), la Biblioteca Jacobo Bentata, en Catia (1985) y otras variaciones sobre la misma investigación han sido el Mural de inducción cromática a doble frecuencia que se encuentra en el Playa Grande Yachting Club de Vargas (1992), la Cromoestructura, inducción por cambio de frecuencia, en el edificio Banesco (1992) y otras innovaciones como el Laberinto cromovegetal de la Universidad Simón Bolívar (1994) y la Cromovela giratoria del Centro Internacional de Educación y Desarrollo (1996).
Plaza Venezuela. La (doble) Fisicromía de Carlos Cruz Diez en Homenaje a Andrés Bello, fue inaugurada en la Plaza Venezuela en 1982. Se realizó por encargo del Metro de Caracas como un envoltorio estético para los ductos de ventilación de esa estación. Por eso es una estructura de aluminio anodizado, un proceso en el que se genera una capa de protección artificial para evitar la oxidación de la base. Este paseo peatonal también albergó otras obras de arte: el Monumento a Cristóbal Colón de Manuel de la Cova, el Abra Solar de Alejandro Otero y La obra pariata 1957 de Omar Carreño. Antes, en 1976, Cruz-Diez había inaugurado en la Plaza Venezuela de París una Fisicromía doble faz.
La fisicromía presenta una serie cromática en tonos verde, rojo, azul y anaranjado que fue desmantelada en 2005 por una banda que se dedicó a desvalijar no sólo las obras de arte de la capital, sino las estructuras viales de las principales avenidas. Según Migdalis Cañizales, el proceso de desarme consistió en quitar pieza a pieza de entre tres y cuatro metros de longitud. Cuando atraparon a un sujeto haciéndolo in fraganti, ya había desarmado treinta piezas de la obra urbana que se sumaban a las 129 de bronce pertenecientes a las palmeras de la escultura de La India, ubicada en El Paraíso. “El allanamiento se hizo en una planta procesadora de aluminio de La Vega, cuyo propietario también fue detenido”, dijeron las noticias.
Para 2009 se re-inauguró la Fisicromía Homenaje a Andrés Bello, como parte de la rehabilitación urbana que emprendió el Centro de Arte PDVSA-La Estancia desde Plaza Venezuela hasta Chacaíto, pasando por todo el Boulevard de Sabana Grande. Duró quince meses y contó con la supervisión del taller Cruz-Diez y la asistencia del artista plástico José Armando “Nanín” García, amplio conocedor de las técnicas originales con las que se hizo la obra. Fue reproducida en cerámica opaca y produce el mismo efecto de acuerdo con la incidencia de la luz y el punto de vista del espectador. Los proyectores asimétricos de luz blanca aún dejan ver esta obra del cromocinetismo en la noche.
Otras Fisicromías de Carlos Cruz-Diez han estado presentes en entes tanto privados como públicos de Caracas, como la Plafond Fisicromía, en la sala de sesiones del otrora Concejo Municipal del Distrito Federal (1987). el Instituto Emil Friedman (1997), el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (1971), el Banco Central de Venezuela (1973), el Centro Cultural BOD-Corp Banca (1988), el Banco Hipotecario Venezolano (1992), la Fisicromía mural de la Biblioteca Central de la Universidad Simón Bolívar (1991) y otra que el maestro integró a la arquitectura del edificio Confinanzas, en 1992, hoy sin noticias de su estado actual.
Centro de Acción Social por la Música. La Sala Simón Bolívar, en Quebrada Honda, tiene capacidad para albergar a ochocientas ochenta personas en unas butacas con tapiz diseñado por el maestro Carlos Cruz-Diez, especialmente para el Centro de Acción Social por la Música, un complejo cultural que comenzó a operar en 2009 como sede del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Esta infraestructura fue pensada por el arquitecto venezolano Tomás Lugo y fue trabajada con un sistema acústico especial para evitar las vibraciones y la contaminación sonora en otras zonas del edificio.
Además de los asientos, el foyer del complejo cultural cuenta con unas fisicromías en rojo, amarillo, verde y blanco del maestro, que se unen con la esfera aérea en blanco y amarillo, titulada Lloviznas y Penetrables, que pertenecen al también grande del cinetismo Jesús Soto. El libro Venezuela en el cielo de los escenarios describe esta inteligente combinación como “la creatividad fluida, libre, atrevida y siempre en evolución de ambos artistas, no tiene mejor asiento y destino que este centro de juventud en pleno ascenso”. Son más de cien locaciones definidas, distribuidas en áreas de instrucción musical, salas de ensayo instrumental y de práctica coral, biblioteca, salas de conciertos y teatro, salas de música de cámara y una concha acústica al aire libre en la zona sur del edificio, a la que el verdor del Parque Los Caobos sirve de telón de fondo.
Transcromías. Otra parte del fenómeno del color estudiado por Cruz-Diez son las transcromías. Éste es el nombre que recibe la superposición de una estructura de tiras transparentes de colores colocadas a diferentes distancias con un orden en específico. Al moverse el espectador frente a la estructura, los colores cambian de acuerdo con su posición, observando la diferencia de colores de acuerdo a la intensidad de la luz. En Caracas, tres transcromías emblemáticas han estado involucradas dentro de la infraestructura de la ciudad: Transcromía en la puerta de la Torre Phelps (1967), Transcromía aleatoria en el antiguo Ministerio de Relaciones Exteriores (1973) y en La Silsa (1974). En 1983 inauguró la Plafond Transcromía en el Banco Venezolano de Crédito.
Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez. Además del mobiliario urbano, en Caracas hay un museo que lleva su nombre. El Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez se encuentra en el Paseo Vargas de la avenida Bolívar y se concibió como una vitrina de la creatividad venezolana. Fue fundado hace veinticuatro años y abrió sus puertas al público hace apenas dieciséis. Además de las exhibiciones que conjugan el proceso de multiplicación de la imagen y el diseño como forma de comunicación visual, hay permanentemente una cámara de cromosaturación, otra de las maravillas que le apuesta al disfrute más que al entendimiento del experimento científico. Ésta es una de las obras más importantes del artista y fue montada en 2004 con la idea de enriquecer el patrimonio nacional.
Las cámaras de cromosaturación son objeto de estudio de Cruz-Diez desde 1965. Las primeras fueron hechas con plexiglás, a diferencia de las actuales que son hechas con luz y color. Los textos que Susana Benko redactó para el área didáctica que se encuentra en una de las salidas de la instalación explican que estas cámaras son espacios artificiales, diferenciados por cubículos o atmósferas cromáticas determinadas en azul, rojo o verde, que permiten vivir el color en su forma más primaria y esencial. “Para Cruz-Diez el fenómeno cromático es una situación evolutiva en el espacio y en el tiempo por lo que siempre es inestable. Al eliminarse los soportes pictóricos y crearse el espacio-color, esta inestabilidad se activa ante el desplazamiento del espectador. El espacio vacío no tiene otra significación sino la presencia cromática en sí. El color se convierte entonces, desde el punto de vista vivencial, en un acontecimiento, en una situación en permanente transformación”.
En agosto se inauguró una exposición que celebra su producción y lleva por título Cruz-Diez. Edición editorial. Anteportadas e ilustraciones, 1948-2009. Se trata de una muestra conformada por más de cuarenta publicaciones, en las que el maestro participó en el diseño, diagramación, supervisión y asesoría, junto a reconocidos profesionales del mundo editorial en Venezuela y el mundo. Hay, por ejemplo, un homenaje de la Revista Nacional de Cultura, una publicación que llegó a tener diseño e ilustraciones del maestro. En la misma sala conviven los afiches que el maestro realizó durante treinta años y la Experiencia cromática aleatoria interactiva que donó Cruz-Diez al museo el año pasado para que los niños pudieran reproducir sus propias piezas inspiradas en el color y las formas de las obras de este grande del arte venezolano.
Carlos Cruz-Diez y su familia se han preocupado siempre por hacer que el color permanezca a través de un legado que sobrepase la capacidad de asombro del espectador. Ése que no busca entender en profundidad el color como fenómeno, más allá del disfrute y las ganas de caminar frente a una de esas piezas que le irradian luz. Las obras que están (o han estado) insertas en el diseño arquitectónico de la Gran Caracas son un reflejo de lo que este hombre ha decidido para su ciudad desde su trinchera en París: una zona de contacto en varios planos de color que se van transformando constantemente.
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