Inocente Carreño: La pasión de crear
La Escuela de Música Prudencio Esáa, en El Paraíso, realiza actividades para celebrar los 95 años del maestro Inocente Carreño y los 45 años de la institución, por él fundada. Entre ellas, una nueva presentación del libro "Inocente Carreño: Ser de tiempo y creación", del escritor Alejandro Bruzual.
El maestro Inocente Carreño, a sus 95 años (Archivo)
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ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
viernes 29 de mayo de 2015 10:15 AM
Con diversas actividades musicales y pedagógicas, a partir de esta semana y hasta julio, la Escuela de Música Prudencio Esáa, en El Paraíso, festeja el 45 aniversario de fundada (1970). Inocente Carreño, maestro compositor, director de orquesta y de coros, representante de la escuela nacionalista –la llamada "Escuela de Santa Capilla"–, junto al guitarrista Antonio Ochoa, fundaron en junio de 1970 esta institución, primero conocida bajo el nombre de Escuela de Música del Oeste. La celebración comienza con la presentación del libro Inocente Carreño: Ser de tiempo y creación, del escritor Alejandro Bruzual, en la sede de la escuela y con la presencia del maestro homenajeado.
–¿Quién es Inocente Carreño y qué significa un libro como éste?
-El maestro Carreño es, ante todo, el artista de mayor edad activo del medio venezolano, lo que debe ser tomado como un privilegio de todos y celebrado por todos, ya que cumplió los más lúcidos 95 años que yo haya presenciado, el pasado 28 de diciembre. Así, se han realizado ya algunos conciertos en su homenaje, si bien no tantos como amerita la ocasión. Se avecinan, además, nuevos Doctorados Honoris Causa (ha recibido ya cuatro), lo que es particularmente significativo para un hombre de condición humilde y para un medio intelectual como el nuestro, a veces tan pretencioso, pues se está reconociendo un intenso esfuerzo de formación personal, y los resultados de una pasión por el conocimiento y por el arte. En Carreño y en su obra se festeja también la escuela nacionalista venezolana, fundada por el maestro Vicente Emilio Sojo, quien se ufanaba de haber sido torcedor de tabaco. Es decir, una conjunción extraordinaria entre lo auténtico popular y la potencialidad que puede darle la academia.
-Yo como escritor, me sumo a este homenaje con un ensayo biográfico –similar a los otros seis que he publicado–, que fue financiado por varias empresas privadas, en particular, por el grupo inmobiliario GISA, bajo la égida del ingeniero Máximo Sacchini, sin cuya ayuda hubiera sido imposible realizarlo. Ahí intento reflejar la complejidad de la personalidad creativa del maestro Carreño, no sólo describir su devenir como artista, lleno de complejos avatares, sino del medio musical y cultural, del cual Carreño ha sido testigo privilegiado, pues es casi un siglo de actividad y participación.
-Carreño nació en Porlamar, en 1919, en una humilde familia, a la que pertenecía también quien sería reconocido como foclorista y músico Francisco Carreño. Muy temprano, y bajo la influencia de su abuela Güicha, ciertamente una mujer de talento musical y de quien heredaría una prodigiosa memoria, Inocente fue visto como un niño prodigio, tocando trompeta y redoblante en la banda de la ciudad, dirigida por el maestro Lino Gutiérrez. Ya en Caracas, participó de diversos grupos de música popular de los años treinta, como guitarrista y cantante, formando en 1940 su trío Caribe. Como alumno de la Escuela de Santa Capilla, la hoy casi destruida Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, estudió las materias musicales básicas, además de corno, clarinete y composición musical. Fue discípulo de Vicente Emilio Sojo, participando en la gesta maravillosa por él emprendida (al lado de otros maestros como Juan Bautista Plaza y José Antonio Calcaño), que tuvo por objeto reivindicar el rol social de la música y dignificar la profesión musical. Junto a condiscípulos como Antonio Lauro, Antonio Estévez y Gonzalo Castellanos Yumar, participó en las dos primeras y principales agrupaciones profesionales del siglo XX, la Orquesta Sinfónica Venezuela y el Orfeón Lamas. Luego, dio clases en la misma escuela y trabajó en las hoy tan sufridas escuelas de música de Caracas, fundando la Escuela Prudencio Esáa. Llevó a cabo una frecuente actividad como director de orquesta, en particular en el país, estrenando muchas de sus propias composiciones. También fundó y dirigió coros en todo el país. Fue un activista de la defensa del oficio musical, en las asociaciones de la época, así como participó de manera apasionadamente activa en diversas directivas de la orquesta.
-Lo más importante es que ha creado un catálogo de más de mil obras, de espíritu nacionalista, si bien no siempre evidente, con el impulso y ejemplo de su maestro Sojo. Con personalidad propia, escribió numerosas obras para orquesta, quizás el más largo catálogo venezolano para coros (este sí, eminentemente nacionalista y con textos venezolanos) y cantidad de obras instrumentales, destacándose, quizás por encima de todo, en su catálogo de cámara, en el cual afloran sus obras más complejas, más diversas y atrevidas. El maestro obtuvo quizás la mayor cantidad de premios que músico alguno en el país, y de hecho, es Premio Nacional de Música en 1989. Como se puede apreciar, Inocente Carreño es mucho más que el compositor de la glosa sinfónica Margariteña, la obra venezolana más interpretada de la historia, y de Mañanita pueblerina, su valse más conocido, casi ya incorporado al folklore nacional.
-Carreño ha transformado el privilegio de vivir tantos años en una creación artística contante. Es decir, ha convertido su tiempo en obra. Nunca fue una promesa, sino una realización en proceso. Todavía hoy, se levanta de madrugada, y luego de hacer su sesión de ejercicios físicos, se dedica a escribir, componer, arreglar, transcribir, revisar sus composiciones. Carreño es ejemplo de la potencialidad venezolana para la música, de la que tanto nos ufanamos, pero, para mí, lo es sobre todo de la capacidad de trabajo, de la dedicación, de la seriedad del oficio. Él es más que una excepción, un ejemplo de que no somos un país de artistas de pocas obras. Él demuestra que la creación es una pasión total o no es nada. Carreño es todo lo opuesto a un diletante, su edad no son los 95 años sino la obra realizada de casi un siglo, es el producto de quien lo entrega todo, de quien asume plenamente un compromiso con la vida.
–Háblenos del libro, de su propuesta como "ensayo biográfico".
-El libro sigue, como es de esperarse en una biografía, un trayecto cronológico. Son diecisiete capítulos, que parten de una introducción sobre la extraña casualidad del apellido Carreño, en nuestra historia musical: "Los Carreño o la invención de lo venezolano en música". Ahí, apenas repaso la presencia de Cayetano Carreño y Teresa Carreño como antecedentes simbólicos del maestro Inocente, ya que no tiene vínculos de sangre con ellos. Luego, la presencia de su abuela, "Güicha o el sol de la isla que queda", el personaje más importante de su vida, ella es el amor a la tierra, el vínculo con el pasado (música, dichos, recuerdos familiares), el descubrimiento y la confianza en sí mismo, el amor, el desprendimiento, el humor, el deseo de resignificarla para los otros, a través de sonidos. Luego, vienen capítulos que tocan al músico popular, a sus estudios, sus obras paradigmáticas de cada período. Es clave la presencia de Sojo, la figura masculina central de su vida, eje rector de sus valores no solamente artísticos, y la motivación fundamental de superación, el querer conquistar su admiración y su afecto fue el catalizador secreto, y lo logró con creces. A partir de ese punto, el libro presenta sus obras y mezcla críticas musicales, sacadas de programas, periódicos, comentarios del mismo maestro, lo que da cierto dinamismo a la escritura, diversos puntos de vista. Hay, claro, capítulos dedicados a las agrupaciones en las que participó, a sus principales trabajos, a la Escuela de Música Prudencio Esáa. Y claro, a la familia, principalmente, a la compañía y presencia en su vida de Olga Aldrey de Carreño, su compañera definitiva, su apoyo vital fundamental, la parte de sí que lleva ella, quien todavía, luego de 65 años de matrimonio, todavía se fascina con él y con sus historias y su humor. El libro incluye cronología, catálogo de obras y algunas grabaciones. Además, como intento en todos mis libros, una vasta iconografía.
-Mi percepción del ensayo biográfico estriba en el hecho de que las fuentes son lo suficientemente explícitas, como para que el lector sepa de dónde obtengo la información que utilizo, las discusiones que abordo, de manera ensayística, más cercano a un trabajo académico que a una biografía novelada. Aprovecho para repensar la presencia de la Escuela Nacionalista, intentando verla no como una apropiación de lo popular, sino como una propuesta de lo nacional en música, como una simbolización de la nación, correspondiente a su momento histórico y estético. Es, ciertamente, una versión de la modernidad, muy propia. Intento valorar la presencia de Sojo, como el músico venezolano central de nuestra historia. Creo que el maestro Inocente Carreño es un ejemplo de lo mejor de nuestras capacidades, y creo demostrarlo en esas trescientas páginas.
–No nos ha hablado de la participación política de Carreño. Fue el autor del Himno de Acción Democrática.
-En efecto, lo dejaba para un aparte, para no confundir propuestas. También Carreño tuvo conciencia de que no se transforma la realidad solamente transformando el arte. Que "somos" sólo en sociedad, y que ese ser requiere participación y compromiso, de muy diversas maneras y en muy diversos registros. El maestro vivió el ascenso de las luchas populares de los años treinta, muy joven, y se vio identificado con las propuestas de la socialdemocracia, en la cual militaba lo más granado de la intelectualidad de la época, desde Rómulo Gallegos, Mariano Picón Salas, Juan Liscano, Antonio Lauro o su propio maestro Vicente Emilio Sojo. Si bien, algunos de sus condiscípulos se fueron hacia las opciones más radicales del comunismo, como Antonio Estévez o Raimundo Pereira, incluso su propio hermano Francisco Carreño, hay que comprender y repensar el rol que tuvo Acción Democrática hasta el trienio, y valorar la magnífica victoria popular que tuvo Rómulo Gallegos, en 1947. Fracasó luego, cuando no pudo evitar el golpe militar y, a partir de 1958, la historia se desenvolvió de otra manera, con otros pactos y circunstancias, en particular, cuando el retorno del exilio se colocó por encima de las fuerzas que habían provocado el derrocamiento del dictador. Pero Carreño fue siempre fiel a esos primeros ideales, y supo hacer una crítica constante, incluso pública, para rescatar la ética, la honestidad y la moral, de la cual era él mismo representante, y lo sigue siendo. Y sí, por petición de Sojo, y con letra de Andrés Eloy Blanco, compuso el himno de AD.
-Hay que pensarlo, entonces, en términos relativos, no por su anclaje partidista, sino en la voluntad de participación, de acción, de compromiso también político, que no arrolló su trabajo musical, sino que, en cierto sentido, lo alentó, como parte de una comprensión específica de la sociedad venezolana. El maestro es, en particular, un músico comprometido con el país, y eso se expresa tanto en su obra como en su ejemplo.
–Los libros institucionales tienen el problema de la distribución. Muchas veces, dejan de ser trasmisores de conocimiento para ser simplemente objetos, adornos. ¿Qué pasará con su libro?
-En efecto es así, y estoy consciente de ello. La musicología vive un momento difícil en el país, pues no recibe ningún apoyo real, institucional, efectivo. Junto a varios compañeros, entre ellos el pionero José Peñín, y los maestros Juan Francisco Sans y Carlos García Carbó, fundamos la Sociedad de Musicología Venezolana, intentando motivar la resistencia del oficio, pero es muy difícil. Hay numerosos trabajos, valiosos ensayos, esfuerzos de investigación de todo tipo que no logran tener salida. En el Celarg, abrí hace unos años una Colección de Musicología Latinoamericana Francisco Curt Lange, pero cuenta con muy pocos recursos. En unos pocos días, tendremos un congreso sobre Nacionalismo Musical en la Universidad Central de Venezuela, dentro de las Jornadas de Investigación de Humanidades. Pero todo esto es casi un esfuerzo pírrico. La labor nuestra es una labor de interés nacional, de prioridad nacional. La bibliografía musical venezolana, y obviamente toda la que tiene que ver con las artes en el país, es escasísima. Faltan por discutirse temas fundamentales, hay pocas biografías y monografías de los personajes claves de desarrollo. Hay períodos completos que no han sido revisados, y además, muchos prejuicios, valoraciones inconsistentes o interesadas. Los temas tienen que ser abordados de manera crítica, con nuevos puntos de vista intelectuales, con nuevas herramientas. Esto es labor nacional, no podemos seguir esperando a que "otros" lo hagan, pues si no nos conocemos a nosotros mismos no podemos definir nuestro futuro, lo que realmente somos. Es la comprensión simbólica de la nación lo que se haya en el arte, lo que significa ser venezolano, lo que hemos sido y de lo que podemos ser. Arte no es mera expresión, ni mucho menos, puro espectáculo. Además, la investigación es una forma de apoyar el trabajo creativo, de crear inquietudes por lo que se hace (la obra del mismo Carreño sigue estando por conocerse, por interpretarse), de acompañar a los artistas, de crear y discutir con ellos, sin lo cual todo se vuelve árido, difícil, oscuro.
-Mis libros apuntan a ese deseo. Los que han salido con apoyo institucional me permiten seguir adelante como investigador. Siempre estoy dispuesto a revisarlos, reeditarlos en otros formatos, fundirlos, como hice con La guitarra en Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días (BCV, 2013), que reúne a su modo los libros anteriores sobre el tema. Por lo pronto, salen a las librerías una pequeña cantidad de ejemplares de mi biografía de Inocente Carreño (principalmente, en Tecni-Ciencias, en todo el país), pero ya veremos cómo se logra que llegue a otros registros, que tenga otra difusión, otro alcance. Mi esfuerzo es escribir, no editar ni promover. Tengo dos grandes líneas de trabajo que copan mi existencia, soy "bitemático" en esto: la revisión y reedición de la obra de Enrique Bernardo Núñez, a lo que estoy en este momento intensamente dedicado, y sigo recopilando materiales, y ya escribiendo, si bien con numerosas interrupciones, un libro sobre la guitarra continental, no de visión histórica pero sí cronológica, más bien cercano a los estudios culturales. Pero de eso, hablaremos cuando lo termine.
–¿Quién es Inocente Carreño y qué significa un libro como éste?
-El maestro Carreño es, ante todo, el artista de mayor edad activo del medio venezolano, lo que debe ser tomado como un privilegio de todos y celebrado por todos, ya que cumplió los más lúcidos 95 años que yo haya presenciado, el pasado 28 de diciembre. Así, se han realizado ya algunos conciertos en su homenaje, si bien no tantos como amerita la ocasión. Se avecinan, además, nuevos Doctorados Honoris Causa (ha recibido ya cuatro), lo que es particularmente significativo para un hombre de condición humilde y para un medio intelectual como el nuestro, a veces tan pretencioso, pues se está reconociendo un intenso esfuerzo de formación personal, y los resultados de una pasión por el conocimiento y por el arte. En Carreño y en su obra se festeja también la escuela nacionalista venezolana, fundada por el maestro Vicente Emilio Sojo, quien se ufanaba de haber sido torcedor de tabaco. Es decir, una conjunción extraordinaria entre lo auténtico popular y la potencialidad que puede darle la academia.
-Yo como escritor, me sumo a este homenaje con un ensayo biográfico –similar a los otros seis que he publicado–, que fue financiado por varias empresas privadas, en particular, por el grupo inmobiliario GISA, bajo la égida del ingeniero Máximo Sacchini, sin cuya ayuda hubiera sido imposible realizarlo. Ahí intento reflejar la complejidad de la personalidad creativa del maestro Carreño, no sólo describir su devenir como artista, lleno de complejos avatares, sino del medio musical y cultural, del cual Carreño ha sido testigo privilegiado, pues es casi un siglo de actividad y participación.
-Carreño nació en Porlamar, en 1919, en una humilde familia, a la que pertenecía también quien sería reconocido como foclorista y músico Francisco Carreño. Muy temprano, y bajo la influencia de su abuela Güicha, ciertamente una mujer de talento musical y de quien heredaría una prodigiosa memoria, Inocente fue visto como un niño prodigio, tocando trompeta y redoblante en la banda de la ciudad, dirigida por el maestro Lino Gutiérrez. Ya en Caracas, participó de diversos grupos de música popular de los años treinta, como guitarrista y cantante, formando en 1940 su trío Caribe. Como alumno de la Escuela de Santa Capilla, la hoy casi destruida Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, estudió las materias musicales básicas, además de corno, clarinete y composición musical. Fue discípulo de Vicente Emilio Sojo, participando en la gesta maravillosa por él emprendida (al lado de otros maestros como Juan Bautista Plaza y José Antonio Calcaño), que tuvo por objeto reivindicar el rol social de la música y dignificar la profesión musical. Junto a condiscípulos como Antonio Lauro, Antonio Estévez y Gonzalo Castellanos Yumar, participó en las dos primeras y principales agrupaciones profesionales del siglo XX, la Orquesta Sinfónica Venezuela y el Orfeón Lamas. Luego, dio clases en la misma escuela y trabajó en las hoy tan sufridas escuelas de música de Caracas, fundando la Escuela Prudencio Esáa. Llevó a cabo una frecuente actividad como director de orquesta, en particular en el país, estrenando muchas de sus propias composiciones. También fundó y dirigió coros en todo el país. Fue un activista de la defensa del oficio musical, en las asociaciones de la época, así como participó de manera apasionadamente activa en diversas directivas de la orquesta.
-Lo más importante es que ha creado un catálogo de más de mil obras, de espíritu nacionalista, si bien no siempre evidente, con el impulso y ejemplo de su maestro Sojo. Con personalidad propia, escribió numerosas obras para orquesta, quizás el más largo catálogo venezolano para coros (este sí, eminentemente nacionalista y con textos venezolanos) y cantidad de obras instrumentales, destacándose, quizás por encima de todo, en su catálogo de cámara, en el cual afloran sus obras más complejas, más diversas y atrevidas. El maestro obtuvo quizás la mayor cantidad de premios que músico alguno en el país, y de hecho, es Premio Nacional de Música en 1989. Como se puede apreciar, Inocente Carreño es mucho más que el compositor de la glosa sinfónica Margariteña, la obra venezolana más interpretada de la historia, y de Mañanita pueblerina, su valse más conocido, casi ya incorporado al folklore nacional.
-Carreño ha transformado el privilegio de vivir tantos años en una creación artística contante. Es decir, ha convertido su tiempo en obra. Nunca fue una promesa, sino una realización en proceso. Todavía hoy, se levanta de madrugada, y luego de hacer su sesión de ejercicios físicos, se dedica a escribir, componer, arreglar, transcribir, revisar sus composiciones. Carreño es ejemplo de la potencialidad venezolana para la música, de la que tanto nos ufanamos, pero, para mí, lo es sobre todo de la capacidad de trabajo, de la dedicación, de la seriedad del oficio. Él es más que una excepción, un ejemplo de que no somos un país de artistas de pocas obras. Él demuestra que la creación es una pasión total o no es nada. Carreño es todo lo opuesto a un diletante, su edad no son los 95 años sino la obra realizada de casi un siglo, es el producto de quien lo entrega todo, de quien asume plenamente un compromiso con la vida.
–Háblenos del libro, de su propuesta como "ensayo biográfico".
-El libro sigue, como es de esperarse en una biografía, un trayecto cronológico. Son diecisiete capítulos, que parten de una introducción sobre la extraña casualidad del apellido Carreño, en nuestra historia musical: "Los Carreño o la invención de lo venezolano en música". Ahí, apenas repaso la presencia de Cayetano Carreño y Teresa Carreño como antecedentes simbólicos del maestro Inocente, ya que no tiene vínculos de sangre con ellos. Luego, la presencia de su abuela, "Güicha o el sol de la isla que queda", el personaje más importante de su vida, ella es el amor a la tierra, el vínculo con el pasado (música, dichos, recuerdos familiares), el descubrimiento y la confianza en sí mismo, el amor, el desprendimiento, el humor, el deseo de resignificarla para los otros, a través de sonidos. Luego, vienen capítulos que tocan al músico popular, a sus estudios, sus obras paradigmáticas de cada período. Es clave la presencia de Sojo, la figura masculina central de su vida, eje rector de sus valores no solamente artísticos, y la motivación fundamental de superación, el querer conquistar su admiración y su afecto fue el catalizador secreto, y lo logró con creces. A partir de ese punto, el libro presenta sus obras y mezcla críticas musicales, sacadas de programas, periódicos, comentarios del mismo maestro, lo que da cierto dinamismo a la escritura, diversos puntos de vista. Hay, claro, capítulos dedicados a las agrupaciones en las que participó, a sus principales trabajos, a la Escuela de Música Prudencio Esáa. Y claro, a la familia, principalmente, a la compañía y presencia en su vida de Olga Aldrey de Carreño, su compañera definitiva, su apoyo vital fundamental, la parte de sí que lleva ella, quien todavía, luego de 65 años de matrimonio, todavía se fascina con él y con sus historias y su humor. El libro incluye cronología, catálogo de obras y algunas grabaciones. Además, como intento en todos mis libros, una vasta iconografía.
-Mi percepción del ensayo biográfico estriba en el hecho de que las fuentes son lo suficientemente explícitas, como para que el lector sepa de dónde obtengo la información que utilizo, las discusiones que abordo, de manera ensayística, más cercano a un trabajo académico que a una biografía novelada. Aprovecho para repensar la presencia de la Escuela Nacionalista, intentando verla no como una apropiación de lo popular, sino como una propuesta de lo nacional en música, como una simbolización de la nación, correspondiente a su momento histórico y estético. Es, ciertamente, una versión de la modernidad, muy propia. Intento valorar la presencia de Sojo, como el músico venezolano central de nuestra historia. Creo que el maestro Inocente Carreño es un ejemplo de lo mejor de nuestras capacidades, y creo demostrarlo en esas trescientas páginas.
–No nos ha hablado de la participación política de Carreño. Fue el autor del Himno de Acción Democrática.
-En efecto, lo dejaba para un aparte, para no confundir propuestas. También Carreño tuvo conciencia de que no se transforma la realidad solamente transformando el arte. Que "somos" sólo en sociedad, y que ese ser requiere participación y compromiso, de muy diversas maneras y en muy diversos registros. El maestro vivió el ascenso de las luchas populares de los años treinta, muy joven, y se vio identificado con las propuestas de la socialdemocracia, en la cual militaba lo más granado de la intelectualidad de la época, desde Rómulo Gallegos, Mariano Picón Salas, Juan Liscano, Antonio Lauro o su propio maestro Vicente Emilio Sojo. Si bien, algunos de sus condiscípulos se fueron hacia las opciones más radicales del comunismo, como Antonio Estévez o Raimundo Pereira, incluso su propio hermano Francisco Carreño, hay que comprender y repensar el rol que tuvo Acción Democrática hasta el trienio, y valorar la magnífica victoria popular que tuvo Rómulo Gallegos, en 1947. Fracasó luego, cuando no pudo evitar el golpe militar y, a partir de 1958, la historia se desenvolvió de otra manera, con otros pactos y circunstancias, en particular, cuando el retorno del exilio se colocó por encima de las fuerzas que habían provocado el derrocamiento del dictador. Pero Carreño fue siempre fiel a esos primeros ideales, y supo hacer una crítica constante, incluso pública, para rescatar la ética, la honestidad y la moral, de la cual era él mismo representante, y lo sigue siendo. Y sí, por petición de Sojo, y con letra de Andrés Eloy Blanco, compuso el himno de AD.
-Hay que pensarlo, entonces, en términos relativos, no por su anclaje partidista, sino en la voluntad de participación, de acción, de compromiso también político, que no arrolló su trabajo musical, sino que, en cierto sentido, lo alentó, como parte de una comprensión específica de la sociedad venezolana. El maestro es, en particular, un músico comprometido con el país, y eso se expresa tanto en su obra como en su ejemplo.
–Los libros institucionales tienen el problema de la distribución. Muchas veces, dejan de ser trasmisores de conocimiento para ser simplemente objetos, adornos. ¿Qué pasará con su libro?
-En efecto es así, y estoy consciente de ello. La musicología vive un momento difícil en el país, pues no recibe ningún apoyo real, institucional, efectivo. Junto a varios compañeros, entre ellos el pionero José Peñín, y los maestros Juan Francisco Sans y Carlos García Carbó, fundamos la Sociedad de Musicología Venezolana, intentando motivar la resistencia del oficio, pero es muy difícil. Hay numerosos trabajos, valiosos ensayos, esfuerzos de investigación de todo tipo que no logran tener salida. En el Celarg, abrí hace unos años una Colección de Musicología Latinoamericana Francisco Curt Lange, pero cuenta con muy pocos recursos. En unos pocos días, tendremos un congreso sobre Nacionalismo Musical en la Universidad Central de Venezuela, dentro de las Jornadas de Investigación de Humanidades. Pero todo esto es casi un esfuerzo pírrico. La labor nuestra es una labor de interés nacional, de prioridad nacional. La bibliografía musical venezolana, y obviamente toda la que tiene que ver con las artes en el país, es escasísima. Faltan por discutirse temas fundamentales, hay pocas biografías y monografías de los personajes claves de desarrollo. Hay períodos completos que no han sido revisados, y además, muchos prejuicios, valoraciones inconsistentes o interesadas. Los temas tienen que ser abordados de manera crítica, con nuevos puntos de vista intelectuales, con nuevas herramientas. Esto es labor nacional, no podemos seguir esperando a que "otros" lo hagan, pues si no nos conocemos a nosotros mismos no podemos definir nuestro futuro, lo que realmente somos. Es la comprensión simbólica de la nación lo que se haya en el arte, lo que significa ser venezolano, lo que hemos sido y de lo que podemos ser. Arte no es mera expresión, ni mucho menos, puro espectáculo. Además, la investigación es una forma de apoyar el trabajo creativo, de crear inquietudes por lo que se hace (la obra del mismo Carreño sigue estando por conocerse, por interpretarse), de acompañar a los artistas, de crear y discutir con ellos, sin lo cual todo se vuelve árido, difícil, oscuro.
-Mis libros apuntan a ese deseo. Los que han salido con apoyo institucional me permiten seguir adelante como investigador. Siempre estoy dispuesto a revisarlos, reeditarlos en otros formatos, fundirlos, como hice con La guitarra en Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días (BCV, 2013), que reúne a su modo los libros anteriores sobre el tema. Por lo pronto, salen a las librerías una pequeña cantidad de ejemplares de mi biografía de Inocente Carreño (principalmente, en Tecni-Ciencias, en todo el país), pero ya veremos cómo se logra que llegue a otros registros, que tenga otra difusión, otro alcance. Mi esfuerzo es escribir, no editar ni promover. Tengo dos grandes líneas de trabajo que copan mi existencia, soy "bitemático" en esto: la revisión y reedición de la obra de Enrique Bernardo Núñez, a lo que estoy en este momento intensamente dedicado, y sigo recopilando materiales, y ya escribiendo, si bien con numerosas interrupciones, un libro sobre la guitarra continental, no de visión histórica pero sí cronológica, más bien cercano a los estudios culturales. Pero de eso, hablaremos cuando lo termine.
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