Palabras mágicas
Cautela al hablar, cautela al escuchar y cautela al actuar en consecuencia
LINDA D'AMBROSIO | EL UNIVERSAL
lunes 1 de febrero de 2016 12:00 AM
Encuentro, en la edición conmemorativa de los veinte años de 'Ilu, un artículo del historiador hispano-venezolano José María Salvador. 'Ilu, la prestigiosa revista de Ciencias de las Religiones publicada por la Universidad Complutense de Madrid, recoge investigaciones del más alto nivel, por lo que resulta satisfactorio encontrar un texto de quien por muchos años fuera Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela.
En esta oportunidad, Salvador diserta sobre un tema que me ha resultado de particular interés: la concepción virginal de Jesús a través del oído de María. En realidad, esta manera de entender la encarnación de Jesús tiene sentido si tomamos en cuenta la identificación que tradicionalmente se hace del Altísimo con la Palabra ("Al principio era el Verbo", son las primeras palabras del Evangelio de Juan) lo cual no hace más que subrayar el poder creador de la lengua y hace del oído el natural conducto para penetrar en el interior de la Virgen.
En el artículo, Salvador describe la evolución de esta tesis a través de un meticuloso análisis de la patrística, revisando también la bibliografía referente al tema, que ha sido objeto de estudio de disciplinas tan diversas como la iconología y el psicoanálisis. Echa por tierra inexactitudes que se han extendido como verdades, debido a que, en lugar de consultar las fuentes originales, algunos autores han utilizado como referencia textos que ya incurrían en diversas imprecisiones. En este sentido, los conocimientos de Salvador, quien domina perfectamente el latín, permiten identificar el origen de ciertas ideas y establecer inclusive la imposibilidad de que San Zenón de Verona, por ejemplo, pudiera escribir una carta a la emperatriz bizantina Pulcheria, puesto que habría fallecido casi tres décadas antes del nacimiento de ésta.
Tras esta revisión, bastante amena, si consideramos la densidad del asunto, el investigador acomete el análisis de diversas obras del Trecento en que laconceptio per aurem, concepción virginal de Cristo a través del oído de María, habría sido representada. Pese a su vigencia durante casi un milenio, la idea terminaría siendo prohibida a mediados del siglo XVI por el Concilio de Trento.
El caso es que la lectura de este texto desencadenó en mí una serie de reflexiones acerca del poder de la palabra para engendrar ideas, motivaciones, actitudes, un poder que quizás a veces subestimamos.
Mediante la palabra se puede consolar al triste, levantar al caído, edificar autoestimas, sembrar dudas, desinflar egos, iluminar caminos, estimular acciones, orientar actitudes... Las mágicas posibilidades de la palabra para incidir en otros son en verdad infinitas. "El arma es para herir, y las palabras para aliviar las heridas", afirmaría el poeta cubano José Martí en 1892.
Menciona Salvador cómo los teólogos medievales contrapusieron los comportamientos de Eva y María en relación con el oído: Eva escuchó a la serpiente-demonio, produciendo así el pecado y la muerte, mientras María, "al recibir con obediente disponibilidad la palabra divina transmitida por el ángel Gabriel, concibió al Salvador Hijo de Dios".
Esta idea pone en luz también la parte de responsabilidad que recae sobre quien recibe el mensaje para decidir qué hacer con la información que le es dada. Lamentablemente, como decía Lacan, podemos asegurar lo que decimos, no lo que el otro escucha, pues la interpretación del mensaje se ve afectada por el contexto y la historia personal de cada quien.
Mágicas, extraordinarias palabras. Cautela al hablar, cautela al escuchar y cautela al actuar en consecuencia.
linda.dambrosiom@gmail.com
En esta oportunidad, Salvador diserta sobre un tema que me ha resultado de particular interés: la concepción virginal de Jesús a través del oído de María. En realidad, esta manera de entender la encarnación de Jesús tiene sentido si tomamos en cuenta la identificación que tradicionalmente se hace del Altísimo con la Palabra ("Al principio era el Verbo", son las primeras palabras del Evangelio de Juan) lo cual no hace más que subrayar el poder creador de la lengua y hace del oído el natural conducto para penetrar en el interior de la Virgen.
En el artículo, Salvador describe la evolución de esta tesis a través de un meticuloso análisis de la patrística, revisando también la bibliografía referente al tema, que ha sido objeto de estudio de disciplinas tan diversas como la iconología y el psicoanálisis. Echa por tierra inexactitudes que se han extendido como verdades, debido a que, en lugar de consultar las fuentes originales, algunos autores han utilizado como referencia textos que ya incurrían en diversas imprecisiones. En este sentido, los conocimientos de Salvador, quien domina perfectamente el latín, permiten identificar el origen de ciertas ideas y establecer inclusive la imposibilidad de que San Zenón de Verona, por ejemplo, pudiera escribir una carta a la emperatriz bizantina Pulcheria, puesto que habría fallecido casi tres décadas antes del nacimiento de ésta.
Tras esta revisión, bastante amena, si consideramos la densidad del asunto, el investigador acomete el análisis de diversas obras del Trecento en que laconceptio per aurem, concepción virginal de Cristo a través del oído de María, habría sido representada. Pese a su vigencia durante casi un milenio, la idea terminaría siendo prohibida a mediados del siglo XVI por el Concilio de Trento.
El caso es que la lectura de este texto desencadenó en mí una serie de reflexiones acerca del poder de la palabra para engendrar ideas, motivaciones, actitudes, un poder que quizás a veces subestimamos.
Mediante la palabra se puede consolar al triste, levantar al caído, edificar autoestimas, sembrar dudas, desinflar egos, iluminar caminos, estimular acciones, orientar actitudes... Las mágicas posibilidades de la palabra para incidir en otros son en verdad infinitas. "El arma es para herir, y las palabras para aliviar las heridas", afirmaría el poeta cubano José Martí en 1892.
Menciona Salvador cómo los teólogos medievales contrapusieron los comportamientos de Eva y María en relación con el oído: Eva escuchó a la serpiente-demonio, produciendo así el pecado y la muerte, mientras María, "al recibir con obediente disponibilidad la palabra divina transmitida por el ángel Gabriel, concibió al Salvador Hijo de Dios".
Esta idea pone en luz también la parte de responsabilidad que recae sobre quien recibe el mensaje para decidir qué hacer con la información que le es dada. Lamentablemente, como decía Lacan, podemos asegurar lo que decimos, no lo que el otro escucha, pues la interpretación del mensaje se ve afectada por el contexto y la historia personal de cada quien.
Mágicas, extraordinarias palabras. Cautela al hablar, cautela al escuchar y cautela al actuar en consecuencia.
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